Título original:
Favula
Año:
2014
Atlántida Film Fest:
Sección Oficial
Duración:
84 min
País:
Argentina
Director:
Raúl Perrone
Reparto:
Lucia Ozan, Nix Noise, Aleli Sueldo, Sara Navarro, Sergio Boggio, Juan Rodriguez, Roberto Neira, Miguel Sirna
No nos ha de resultar
especialmente dificultoso realizar una relación de autores que, aún a pesar de
verse ahogados por la vorágine de postmodernidad y de los avances de la
filmación digital, hayan querido reivindicar en el panorama cinematográfico
mundial de entresiglos una mirada hacia los orígenes del séptimo arte. De hecho, Aki
Kaurismäki, en una suerte de arrebato romanticista, decidió despedirse del
siglo XXI con Juha (1999),
considerada la última película silente de la época que vio madurar al cine.
Con el cambio de siglo, curiosamente, hemos visto germinar toda una serie de obras cuyo objetivo es, en parte, retrotraernos al cine de Murnau, Meliès, Vigo. Ya sea en elecciones estilísticas orientadas a un público ecléctico y algo más convencional como con The Artist (Hazanavicius, 2011) o Blancanieves (Berger, 2012) o con propuestas que, directamente no parecen tener un público objetivo, sino saciar el ego de sus autores, como con Film ist a Girl & a Gun (Deutsch, 2009). Pero entremedias, quizá nos encontramos con el más brillante y representativo de los autores de esta ola de silent movies: Guy Maddin, quien ha sabido como nadie aunar las tesis del montaje soviético dotando a sus películas de una voz propia (sus dos obras maestras, The heart of the world (2000) y Brand upon the brain! (2009), así lo atestiguan).
El caso del cineasta argentino
Raúl Perrone resulta, si cabe, aún más singular. Lleva dirigiendo desde finales
de los años ochenta (más de treinta producciones a sus espaldas), sin apenas
salir de su Ituzaingó natal, ni de presentar sus obras de forma comercial,
siendo una buena parte de su producción inédita. Parece ser (por desgracia, un
servidor no ha podido acercarse a su cine) que sus películas llevan como
estandarte el minimalismo (tanto de continente como de contenido) y que rezuman
amateurismo en todos y cada uno de sus fotogramas. Pues bien, parece ser que
Perrone se ha reinventado a sí mismo y
ha pretendido sublimar el cine silente con un tríptico (de momento) que inició
con P3ND3J05 (2013) y ha seguido con Favula (2014) y Ragazzi (2014).
Entrando
ya en materia, Perrone construye Favula como
una deformación siniestra y fantasmagórica del cuento tradicional, pero sin interesarse en absoluto de hacer
avanzar la trama o de darle profundidad a sus personajes, sino emperrándose (qué juego de palabras más vergonzoso me ha salido) en aproximarse a ellos de una
forma más sensorial que racional. Es necesario acercarse al film de Perrone en
busca de una experiencia, de la sublimación que la naturaleza humana mantiene
con su entorno desde los inicios del arte. Para ello, el cineasta argentino se
vale de planos fijos, dilatados, esperando a que sean sus personajes (o el
bosque en el que se encuentran) quiénes hagan avanzar el metraje y quienes nos
permitan intuir, aunque sea alejadamente, los mimbres sobre los que se
construye Favula. Es necesario hacer
hincapié en cómo Perrone refuerza el carácter de fábula del relato, dotando a
sus personajes de una aura fantasmal (casi nunca los ves enteros, sino como si
estuvieran en pleno proceso de descomposición), que acrecentan, junto a la
diegética y electrónica banda sonora, el hipnotismo de una creación sin igual.
En su intento por lograr una obra de abstracción pura (dónde, como decimos, se trata más de representar estados de ánimo que de acercar al espectador a una historia convencional), no es menos cierto que Perrone flirtea con las tesis del cine del tedio. Si a eso le sumamos el constante empeño por construir imágenes poderosas y evocadoras en lugar de plantearse el armar el relato de un corpus narrativo sólido, nos encontraremos ante un film que le exige mucho al espectador y que puede hacer que éste fenezca por el camino, al no poder atravesar el muro de experimentación que ha forjado su personalísimo autor.
6/10
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