lunes, 31 de octubre de 2016

Mi primera vez: 10 actores que comenzaron en el terror

A estas alturas, ya estamos bastante acostumbrados a esa afirmación popular "los comienzos son complicados". Los actores / actrices no iban a ser una excepción. Como nos encanta recorrer el género de terror, no hemos podido evitar darnos de bruces con una realidad inmutable: varios actores de renombre en la actualidad hicieron sus pinitos en películas de terror. O mejor aún, en películas de terror de serie B o hasta Z. Rebuscando en la basura, nos ha dado para un especial bastante majete. Algunos casos son de sobra conocidos por el gran público, por supuesto. Pero esperamos que encontréis alguna que otra sorpresa en esta lista.


Clint Eastwood - El regreso del monstruo (1955) y Tarántula (1955)

No necesita presentación. Con unos sesenta años de una prolífica carrera cinematográfica como actor y director, Eastwood se ha ganado un lugar en la retina de cualquier cinéfilo. No obstante, mucho antes de enrolarse en sus famosos spaghetti westerns y mientras participaba en una de tantas películas con la mula Francis, tito Clint apareció -sin acreditar- en dos películas de serie B dirigidas por Jack Arnold allá por 1955: El regreso del monstruo, infame secuela de La mujer y el monstruo donde tenía un pequeño papel como técnico de laboratorio y en Tarántula, donde hacía de un piloto que luchaba contra la araña gigante. Vale, hemos hecho un poco de trampa para incluir a Eastwood ya que ambos son roles diminutos pero nos han parecido lo bastante atractivos y curiosos para su inclusión.

Clint en 'El regreso del monstruo'.

Steve McQueen - La masa devoradora (1958)

El primer papel protagónico del malote Steve McQueen fue en la película de ciencia ficción de bajo presupuesto La masa devoradora (The Blob). Una forma de vida alienígena con forma de moco enormérrimo, se va comiendo a la gente a su paso mientras crece y crece y crece. McQueen interpreta a un adolescente -cuando él casi rondaba la treintena-, el héroe de la historia, intentando advertir a los escépticos sobre el poder destructivo de la mole pegajosa. Milagrosamente, esta película le abrió las puertas de Hollywood a este actor de sempiterna aura conflictiva, hecho que ya demostró en su debut protagonista pues ni el director ni el productor de La masa devoradora acabaron contentos con su carácter.

 Por ahí viene el moco rosado...

George Clooney - Terror en el instituto (1987)

El seductor de George Clooney, antes de ser un galán por antonomasia, se rindió a los encantos de la moda y estilo ochentero con peinados de rizo púbico. Para el recuerdo colectivo, uno de sus primeros papeles en el cine, inmortaliza ese pelazo: Terror en el instituto (Return to horror high). Un breve papel como policía -por su uniforme, vaya, porque esta no la hemos visto- pues no tardará mucho en ser objeto del asesino. ¡Huy, spoiler!. Debo admitir que siempre pensé que Clooney había comenzado su carrera en otro subproducto de terror, la secuela de Los tomates asesinos. Sea como sea, el chico Nespresso comenzó en el cine como bien nos gusta.

Esto no tiene buen aspecto
Paul Walker - El monstruo del armario (1987)

El desaparecido Paul Walker debutó en el cine de la mano de la irreverente Troma. Su primer papel fue como un niño prodigio en la delirante El monstruo del armario (Monster in the closet), una monster-movie en la línea cómica de la Troma, con sinopsis irrisoria y un acabado visual cutre hasta el sangrado de ojos. Tras este despropósito inicial, la carrera de Walker no fue nunca deslumbrante pero tuvo la fortuna de protagonizar la franquicia A todo gas. Por cierto, en El monstruo del armario también tiene un pequeño rol Fergie.

No te lo crees ni tú

Josh Hartnett - Halloween H20

Su carrera cinematográfica está más perdida que Belén Esteban en una convención de cerebritos. Pero una vez Josh Hartnett empapeló las carpetas de las adolescentes a principios de los 2000 gracias a Pearl Harbor. Antes de convertirse en ídolo de quinceañeras, ya hacía méritos con su rol de hijo de Laurie Strode en la enésima secuela de la incombustible Halloween. Hartnett debutó en H20, película cuyos hechos ocurren veinte años después de la historia original. Para esta secuela, se le dejó protagonismo a unos adolescentes -entre ellos Michelle Williams, como novia de- que van cayendo como moscas hasta que mamá Strode entra al saco. Curioso el prólogo de Halloween: H20 donde el hoy consolidado Joseph Gordon-Levitt tiene su discutible minuto de gloria con una bota de patinaje. Josh sobrevive. Es el hijo de Laurie. ¿Qué esperabáis?

Qué distinto rumbo han tomado sus carreras

Johnny Depp - Pesadilla en Elm Street (1984)

El caso de Johnny Depp quizá sea de los más famosos entre los actores más reconocidos del momento (junto a Leonardo DiCaprio, del que hablaremos más adelante). Antes de ser uno de los ídolos televisivos en su papel de infiltrado en la serie Nuevos policías (21 Jump Street), Depp debutó en un rol secundario en la primera entrega de la longeva Pesadilla en Elm Street como el novio de la protagonista. Jovencísimo, a la moda hortera de los ochenta y con un personaje cachondo, Depp moría a manos de Freddy en una de las escenas más recordadas de la saga, con ese brutal géiser sangriento saliendo de su cama.

Uno, dos, Freddy viene a por ti...

Brad Pitt - Clase sangrienta (1989)

El guaperas de Brad Pitt mucho antes de ser un aclamado actor, arriesgado en sus proyectos y comprometido con su trabajo, aceptó pequeños papeles en producciones como Golpe al sueño americano (sin acreditar) o un minúsculo papel -medio segundo sentado en una grada- en Juntos pero no revueltos junto a uno de los ídolos teens del momento (Patrick Dempsey). Su primer rol protagónico recayó en el aburridísimo slasher de factura telefilmera Clase sangrienta. Cómo no, Pitt interpreta al macizorro-y héroe- del instituto en una historia tintada con toques de comedia negra pero cuyo devenir de la trama transcurre entre tópicos y bostezos.

Soy un malote incomprendido

Leonardo DiCaprio - Critters 3 (1991)

Otro de los casos más conocidos en esta lista es el de Leonardo DiCaprio cuyo debut cinematográfico -antes incluso de formar parte de la familia Seaver- tuvo lugar en la tercera entrega de la longeva saga Critters, esos bichitos peludos a modo de pelota que sembraban el caos -y la muerte- allá por donde rodaban. El personaje de Leo cobraba bastante protagonismo dentro de la trama, a pesar de ser uno de los secundarios, cuando se une a la familia protagonista para hacer frente a los despreciables alienígenas, nacidos tras la estela de Gremlins. Quién iba a adivinar que con esa cara imberbe de niño mono y bueno con un personaje socarrón impropio de él y con nula exigencia interpretativa, DiCaprio acabaría convirtiéndose en una de las estrellas más cotizadas de Hollywood.

Buscando un gremlin critter desesperadamente


Jack Nicholson - La tienda de los horrores (1960)

Ahora retirado de la actuación -o desmotivado de su profesión-, Jack Nicholson se ha labrado una vasta carrera cinematográfica plagada de míticos personajes que, sin su interpretación, probablemente no permanecerían en la memoria colectiva como ese rebelde protagonista de Alguien voló sobre el nido del cuco, su histriónico e icónico Joker o ese escritor irritante de Mejor... Imposible. Los comienzos de Nicholson estuvieron ligados al género de terror y, en concreto, a Roger Corman con títulos como El cuervo, El terror o en uno de sus primeros papeles, La tienda de los horrores. En ella realizaba una intervención como el masoquista -y ya pasado de rosca en su interpretación- paciente de un loco dentista, papel que repetiría Bill Murray en el divertidísimo remake musical de la película.

Más sádico que el dentista. Y lo sabéis.

Tom Hanks - Sabe que estás sola (1980)

Terminamos el especial mencionando al eterno bonachón de Tom Hanks. Quizá ahora lo recordamos en sus inicios ochenteros por esas películas de corte amable, cómicas e incluso familiares que tanta popularidad le dieron. Pero antes de Big, antes de Esta casa es una ruina, antes incluso de Un, dos, tres... Splash!, el dos veces ganador el Óscar Hanks debutó (sí, sí, según IMDB esta es su primera película) en un slasher olvidado y olvidable, Sabe que estás sola. Dicen que Hanks resultó tan carismático, que  el guionista el asesino le perdonó la vida. 

Ya tenía cara de majete

viernes, 28 de octubre de 2016

Yo, Daniel Blake. La derrota humana.

Título original:
I, Daniel Blake
Año:
2016
Fecha de estreno:
28 de Octubre de 2016
Duración:
100 min
País:
Reino Unido, Francia, Bélgica
Director:
Ken Loach
Reparto:
Dave Johns, Hayley Squires, Briana Shann, Dylan McKiernan. Kema Sikazwe
Distribuidora:
Caramel Films




El grosor de la frontera entre realidad y ficción en una película es definido por el director de la misma. Algo obvio, pero necesario de comprender para aproximarnos a lo que se nos quiere mostrar. Algunos se sumergen en fantasías de ciencia ficción cuyo subtexto se acerca más a nuestra propia realidad que otros films supuestamente cercanos a lo auténtico, que en realidad no hacen más que tratar de imitarlo sin éxito. Por lo que depende del talento del director el alcanzar su meta de equilibrio realidad-ficción deseado, una balanza que Ken Loach domina con maestría, siendo uno de los cineastas que mejor sabe retratar aquello que tiene a su alrededor o al menos aquello a lo que se digna a prestar atención. En Yo, Daniel Blake vuelve a sintonizar con las clases bajas de la sociedad británica y global. En esta ocasión, junto al brillante Paul Laverty, se fija en esa burocracia kafkiana que ahoga a un colectivo de gente más abundante de lo que se piensa desde la deslumbrante torre de cristal.




Evidentemente el mensaje de Loach es político, ya que es imposible hacer una buena película social sin mencionar quién se piensa que coarta la libertad a las personas más damnificadas por un sistema repleto de gente con buenas intenciones, pero con escasas medidas para que se hagan realidad. También es evidente en qué parte del espectro político se posiciona el director inglés, pero eso no debe minar la credibilidad y la aceptación de una propuesta indispensable para los tiempos que estamos viviendo. La dupla formada por Laverty y Loach consigue de nuevo concentrar en palabra e imagen la vulnerabilidad y la resiliencia que caracterizan a un tipo de ser humano forzado a sobrevivir a las injusticias que le amenazan y atacan sin darle un respiro. Y como es habitual también en su cine, es el contacto entre los humanos más humanos (o con un cernícalo, como en la maravillosa Kes) lo que dignifica su vida ante el asfixio de la realidad.

Loach atestigua con la cámara lo que sucede sin grandes maniobras ni excentricidades, con la misma naturalidad que quiere conseguir en pantalla. Son los protagonistas, Dave Johns y Hayley Squires, los que ponen rostro al drama, y también al humor y al cariño que hacen que la película sea terrenal. Las privatizaciones de servicios y el difícil acceso a un funcionario capaz de empatizar son exhibidas en situaciones tan comunes como las que probablemente vivimos con frecuencia. Pero probablemente hemos llegado a un punto de insensibilización ante aquellos dramas que nos rodean y a los que prestamos una atención efímera, que el cine de Loach puede sonarle a alguno a ficción por sobredosis de realidad. No es nada sencillo alcanzar el nivel de credibilidad que consiguen Loach y Laverty, y una vez más lo han hecho, incluyendo cierta épica en un relato que apela a mirar más allá del cine. Daniel Blake bien podría ser el vecino del 4ºB, y estos dos artistas han sido capaces de mostrar su historia.

7,5/10

jueves, 27 de octubre de 2016

Trolls. Cañonazos de purpurina.

Título original:
Trolls
Año:
2016
Fecha de estreno:
28 de Octubre de 2016 
Duración:
92 min
País:
Estados Unidos
Director:
Mike Mitchell, Walt Dohrn
Reparto:
Animación, Anna Kendrick, Justin Timberlake, Zooey Deschanel, Christopher Mintz-Plasse, James Corden, Russell Brand, John Cleese
Distribuidora:
Fox

La concepción de que las películas de animación van dirigidas exclusivamente al sector infantil ya ha quedado más que desfasada, lo cual no impide que la mayoría de las mismas busquen alcanzar una satisfacción en los espectadores. De no romperles el corazón después de habérselo ganado. A excepción de las puñaladas emocionales a las que nos tiene acostumbrados Pixar en ciertas secuencias, como en Up o en Inside Out, y de otro tipo de animación más madura alejada de los grandes estudios, este cine sigue persiguiendo una felicidad incondicional en el público. Lo cual no es nada negativo ya que al mismo tiempo es lo que buena parte de esos espectadores esperan ver, y más si los niños son los que ocupan las butacas. Ya que los padres no suelen quedar contentos cuando un trauma infantil tiende una emboscada en la pantalla. Para aquellos padres y cualquier espectador que no se la quiera jugar con sus emociones en una sala de cine DreamWorks estrena Trolls.


La película de Mike Mitchell y Walt Dohrn está protagonizada por dos especies totalmente opuestas: los trolls y los bergens. Los primeros son la felicidad personificada, sin rastro de amargura en su información genética. Mientras que los segundos con unas criaturas miserables que creen que la única manera de alcanzar la alegría es comiéndose a los trolls. La cinta se estructura alrededor de la animadversión entre ambas especies, con elementos tópicos como la introducción de personajes en cada bando que tienen las características de la especie opuesta, y una trama de cuento de hadas con su baile de gala y la bruja irremediablemente diabólica de por medio. Por lo tanto, se rechaza la innovación en el apartado del guion para apoyarse en arcos narrativos y arquetipos más que conocidos, y que resultan familiares, y hasta entrañables, desde el primer momento para el espectador. La previsibilidad de esa manera no se puede evitar, pero lo que queda son unos entretenidos, que se apoyan en una acertada música para expresar sus sentimientos y las variaciones de los mismos.

La banda sonora es uno de los fuertes de la película, ya que conjuga temas de variadas bandas como Justice, Gorillaz o Simon and Garfunkel, al mismo tiempo que introduce temas originales de Ariana Grande y Justin Timberlake, dando forma a un festival de pop al elaborar mash-ups y versiones de las canciones ajenas. En cuanto a la introducción de la canción estrella de la película, Can’t Stop the Feeling, que lleva meses presente en todos los medios, no pierde tanto efecto de sorpresa como cabría esperar cuando se introduce en la secuencia final de la película. Lo más cuestionable de la película es el tratamiento del personaje de Zooey Deschanel, la sirvienta del rey que -¡sorpresa!- está enamorada de él. La forma en que consigue atraerle definitivamente es un tanto contradictoria en cuanto al mensaje que parece querer alcanzar la película de alcanzar la felicidad siendo uno mismo, ya que la pasan por el filtro Princesa por sorpresa para cambiar su aspecto físico. Por lo que al mismo tiempo que se exalta el potencial interior, se invita a cambiar el aspecto para agradar a los demás. Un mensaje innecesario sobre todo para los niños que irán a verla.



Trolls busca introducirnos la felicidad por los ojos y los oídos durante una entretenida hora y media, en la que las dosis de alegría excesiva se suelen contrastar con la penuria de los bergens. Su conservador planteamiento prescinde de sorpresas, pero alcanza su objetivo de alegrar el día con las carismáticas voces de estrellas como Anna Kendrick y el propio Timberlake.
 
6/10
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