Águila Roja sigue su camino por la historia a trote suave pero firme. Las aventuras del héroe más nacional de la televisión, siguen manteniendo una buena cuota de pantalla y a bastante gente -como yo- preguntándose seriemente qué nos deparará cada capítulo nuevo y cómo conseguirán, al final, terminar una trama con tanto por hacer.
En el episodio de la semana pasada ocurrían muchas cosas importantes, cosas que (quiero recordar), se grabaron hace dos años. Hay un desfase temporal aquí importante, aunque lo que más nos incumbe es que hay nuevas temporadas, lo que implica necesariamente que la historia sigue. ¿Qué ha pasado en el capítulo de esta semana en Águila Roja? ¡Alerta spoiler!
Después del beso tremendo y con agarre que tuvieron Gonzalo y Margarita, y su posterior petición de olvido, las cosas por casa andan algo tensas. Pero no es la única casa con problemas. En Palacio, Irene empieza a convulsionar en cuanto entra en la bañera. La pobre actriz no sé si se dará cuenta de que en más de la mitad de sus escenas la tienen a cuerpo. Cosas del guión, como buena serie española. ¿Tendrá algo que ver con la lepra? Según la opinión del reputado médico que trata a Irene su dolencia es clara: está endemoniada. Incluso intenta apuñalar a la Marquesa con un cuchillo jamonero que, habitualmente, en el siglo XVII la gente dejaba siempre en las mesitas de noche. Además, no es la única con el diablo dentro: el hijo secreto de Lucrecia también.
En otro Palacio, por el contrario, están de celebración: es el cumpleaños de la Reina. Todas las amigas van a verla con regalos, entre ellos uno algo macabro. Se trata del regalo del duque de Uceda y, digamos, que recibe parte de su cariño. El Rey lo mandó castrar. "Así podrá seguir sirviéndome a mí, pero no a la Reina". Ay, los guionistas de Águila Roja, cada día nuevas sorpresas. Eso sí, en este episodio cuentan en Palacio con la presencia de Jean Baptiste Lully, músico del rey Luis XIV. Y de Cipri, que ha empezado a trabajar allí. ¡Y Satur! Que se ha colado.
En el bosque, el Comisario encuentra una fosa con los cadáveres de una familia, todos ellos sin ojos. En este episodio abundan las mutilaciones, por lo que parece. Águila Roja se entera porque casualmente pasaba por allí en su búsqueda de la Puerta Negra, la siguiente pista. Además, al Cardenal no le sienta nada bien que no le hayan informado de que su sobrina, Irene, está poseída. Ordena de inmediato que se la exorcice, podría ser un impedimento para su nombramiento como Papa.
En el Palacio Real, Gabi sigue el ejemplo de su padre y se cuela para cotillear el cumpleaños de la reina Mariana. Después de tocar el clavicordio, Lully le escucha y se da cuenta de que lo hace muy bien, así que le propone a Satur llevárselo a París para estudiar música. El problema es que estudiar fuera conlleva unos gastos que, obviamente, Satur no puede afrontar. Gonzalo vende un broche y consigue el dinero pero, una vez que va a dárselo a Satur, ha desaparecido. Resulta ser cosa de Alonso, que algo celosillo, ha cogido el dinero y lo ha donado a la Marina, pues ahora quiere enrolarse.
Tanto Águila Roja como Hernán van detrás del asunto de los ojos robados. Su principal pista termina precipitándose por un terraplén mientras luchaban entre ellos. Además, para pagar la cantidad que necesita Gabi, Satur no duda en contactar con un misterioso personaje que va buscando unos ojos por ahí.
La Marquesa paga a un hechicero para que le cuente como se puede salvar a alguien del Maligno. La receta parece sencilla: tiene que bañarse en la sangre de una mujer virgen. Y manda a Catalina a buscarla, porque para eso están las criadas. A la pobre muchacha la terminará salvando Gonzalo, que luchará sin máscara ni nada ante los ojos -nada- sorprendidos de Margarita. ¿Sabrá su secreto?
Después del beso tremendo y con agarre que tuvieron Gonzalo y Margarita, y su posterior petición de olvido, las cosas por casa andan algo tensas. Pero no es la única casa con problemas. En Palacio, Irene empieza a convulsionar en cuanto entra en la bañera. La pobre actriz no sé si se dará cuenta de que en más de la mitad de sus escenas la tienen a cuerpo. Cosas del guión, como buena serie española. ¿Tendrá algo que ver con la lepra? Según la opinión del reputado médico que trata a Irene su dolencia es clara: está endemoniada. Incluso intenta apuñalar a la Marquesa con un cuchillo jamonero que, habitualmente, en el siglo XVII la gente dejaba siempre en las mesitas de noche. Además, no es la única con el diablo dentro: el hijo secreto de Lucrecia también.
En otro Palacio, por el contrario, están de celebración: es el cumpleaños de la Reina. Todas las amigas van a verla con regalos, entre ellos uno algo macabro. Se trata del regalo del duque de Uceda y, digamos, que recibe parte de su cariño. El Rey lo mandó castrar. "Así podrá seguir sirviéndome a mí, pero no a la Reina". Ay, los guionistas de Águila Roja, cada día nuevas sorpresas. Eso sí, en este episodio cuentan en Palacio con la presencia de Jean Baptiste Lully, músico del rey Luis XIV. Y de Cipri, que ha empezado a trabajar allí. ¡Y Satur! Que se ha colado.
En el bosque, el Comisario encuentra una fosa con los cadáveres de una familia, todos ellos sin ojos. En este episodio abundan las mutilaciones, por lo que parece. Águila Roja se entera porque casualmente pasaba por allí en su búsqueda de la Puerta Negra, la siguiente pista. Además, al Cardenal no le sienta nada bien que no le hayan informado de que su sobrina, Irene, está poseída. Ordena de inmediato que se la exorcice, podría ser un impedimento para su nombramiento como Papa.
En el Palacio Real, Gabi sigue el ejemplo de su padre y se cuela para cotillear el cumpleaños de la reina Mariana. Después de tocar el clavicordio, Lully le escucha y se da cuenta de que lo hace muy bien, así que le propone a Satur llevárselo a París para estudiar música. El problema es que estudiar fuera conlleva unos gastos que, obviamente, Satur no puede afrontar. Gonzalo vende un broche y consigue el dinero pero, una vez que va a dárselo a Satur, ha desaparecido. Resulta ser cosa de Alonso, que algo celosillo, ha cogido el dinero y lo ha donado a la Marina, pues ahora quiere enrolarse.
Tanto Águila Roja como Hernán van detrás del asunto de los ojos robados. Su principal pista termina precipitándose por un terraplén mientras luchaban entre ellos. Además, para pagar la cantidad que necesita Gabi, Satur no duda en contactar con un misterioso personaje que va buscando unos ojos por ahí.
La Marquesa paga a un hechicero para que le cuente como se puede salvar a alguien del Maligno. La receta parece sencilla: tiene que bañarse en la sangre de una mujer virgen. Y manda a Catalina a buscarla, porque para eso están las criadas. A la pobre muchacha la terminará salvando Gonzalo, que luchará sin máscara ni nada ante los ojos -nada- sorprendidos de Margarita. ¿Sabrá su secreto?
Opinión
La trama de este capítulo es tan rara como pocas. Vemos mucho protagonismo de Lucrecia, que acapara gran parte de los minutos de la historia. La relación de Gonzalo y Margarita dista mucho de normalizarse: ni siquiera se pregunta cómo puede pelear tan bien, ni se anima a recordarle que fueron novios hace mucho mucho tiempo. Alonso se ha convertido en un personaje residual que odia a su padre y al mundo, totalmente prescindible. En definitiva, la serie va episodio a episodio sin ningún avance, dando bandazos entre tramas secundarias, dejando lo gordo para otro momento. Nos falta saber cuándo.
19,7% y 3.742.000 espectadores ▼
En el capítulo de la próxima semana...
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