Después de lo ocurrido en el anterior capítulo de Águila Roja, me siento frente a la pantalla con cierto recelo. Llevo comentando apenas algunos episodios y cada uno tiene sus puntos fuertes y sus cosas malas, pero en general me quedo con una sensación negativa: la serie no avanza. Sé perfectamente que cuantos más capitulos, si funcionan como lo hacen, mejor; pero no me parece tampoco apropiado alargar tanto unas historias tan prebisibles como las de la serie de TVE. No sé, tanto estirar los dramas e intrigas los hace desaparecer.
¿Sigue Águila Roja siendo una serie competitiva? ¿Nos puede aún llegar a sorprender? Vamos a ver si con este capítulo, el número 74, podemos resolver alguna de estas preguntas. ¡ALERTA SPOILER!
Antes de empezar me gustaría hacer un experimento, a ver cuántas de las siguientes cosas ocurren esta vez:
- Margarita llora porque está en peligro, de algún modo.
- Águila Roja tiene que encontrar algo o a alguien que está haciendo cosas malas.
- Satur -o Cipri- la lía parda.
- Al final, descubren una pista que les lleva, un día más, a otra pista. A veces cosa de Satur.
Empiezan el capítulo, Águila Roja y su fiel compañero, buscando la famosa Puerta en las rocas que descubrieron en el episodio anterior. Gonzalo, que ha viajado mucho, sabía dónde estaban: es el Google Maps del siglo XVII. Resulta que las piedras son un gran instrumento musical. A Satur le empieza entonces a dar un dolor y no puede reaccionar. El problema venía de que ha estado comiendo plantas, debido a que la situación económica de la familia, que era mala, va a peor.
Mientras, en Palacio, salta la alarma. A la Marquesa la está cubriendo un hombre, dicho fino vamos. Eso implica que se ha quitado el cinturón de castidad, y que se enfrenta a un castigo mucho mayor. Allí que van Catalina y el Comisario a ver qué pasa. Y sorpresa, no es Lucrecia la que retozaba entre las sábanas. Ella solo miraba. "Aún no se me ha privado del sentido de la vista." De verdad que a mí esta serie ya no sé por dónde va a sorprenderme. Ahora resulta que la Marquesa es voyeur, lo tiene todo.
A mí, que el Águila Roja, héroe del pueblo español, esté en crisis me parece grave. Pero claro, si no se le ve trabajar, todo el rato pegando patadas y salvando gente de gratis, qué quiere. El Ché Águila decide entonces asaltar el granero real, ya que tiene que robar, pues a su padre (que no sabe que lo és, recuerdo, ninguno de los dos). Aparece entonces una figura misteriosa en pantalla, tapada, que no parece Gonzalo.
No se sabe quién es, pero donde entra es en el establo de la casa del maestro y torpemente tira el farol que lleva y casi lo incendia todo. Margarita, que escucha algo, hace acto de presencia. ¡Sigue viva! En el último episodio no salía. ¡Y libre! ¿Por cuánto tiempo? Se nos descubre que el hombre misterioso es el Monseñor, y que lleva en las manos la punta de lanza en la que Satur encontró el papel con la lista de los descendientes de Jesús. Ya sabíamos que seguro que era malo, esto no es sorpresa.
¡Ajá! Un momento después, una mano traicionera droga a Margarita. Punto para Alejandro, la damisela -una vez más- no está ni 20 minutos a salvo en casa. ¿Para qué sales, hija de mi vida? Parece que el Monseñor no tiene nada que ver, que le cae bien, demasiado bien.
Lucrecia, en Palacio, se encarga de nutrir esa ansiedad y falta de acción a base de calorías. Tal vez contemple el plan de engordar tanto que reviente el cinturón. De repente, entra en escena un nuevo fichaje, una pariente de Lucrecia. Se trata de Juana, su prima, y la Marquesa no quiere ni verla. Tal vez sea porque le recuerda sus orígenes humildes. A Hernán la prima le suena, aquí hay algo oculto fijo. Yo lo siento, pero lo tengo que decir ya: no sé quién pensó, ni en qué momento pensó, que Cristina Pedroche era buena actriz -ni siquiera que supiese actuar- pero estaba equivocado. Basta ya de estas cosas porque más ortopédico no se puede interpretar.
Volviendo a la trama, la siguiente escena es nueva: Águila Roja huyendo de los guardas del granero. Se nota que en el equipo de grabación han comprado unas cámaras de estas que graban desde ángulos imposibles y han decidido sacarles partido aquí. ¿Qué se verá desde el culo del caballo? Vamos a probar. Poca broma porque logran disparar a Gonzalo en una pierna. ¡No! ¡Pero si es intocable! ¡Cómo ha podido pasar! Decide, cómo no, coserse la herida él mismo, con la bala dentro y todo.
Margarita se despierta resacosa en compañía del Cardenal. "Disculpa el agravio". Ya sabes, el secuestro, el susto y eso. Obviamente ya sabemos para qué quiere hablar con Margarita y, efectivamente, le pregunta sobre Monseñor Adrián. Mendoza comenta que es sospechoso de un robo, pero no existían pruebas contra él así que le pasaron el marrón a otro; ahora cree que puede estar intentando repertir. La Iglesia pide su ayuda para entrar en sus aposentos e intentar descubrir algo. Todo suena muy raro, y seguro que las intenciones del Cardenal serán otras. Sea como sea, Margarita acepta.
¡Ajá! Otra vez. El Cardenal planea cargarse a Margarita y se lo comenta a Hernán, que siempre está en el ajo. De esa manera, el Monseñor será el principal sospechoso. Y todo esto porque no quiere contarle a Mendoza qué hace por allí. En Palacio, Nuño anda despistado, todo el día pensando en Irene, su primer crush y está casada con el Comisario.
Todavía le faltaba algo a este capítulo, y eso era el toque WTF. Para no perder esta maravillosa costumbre, en esta ocasión, algo ataca a Satur y Cipri mientras pescaban en el lago. Ahora va a resultar que, como buen inglés, en monstruo del Lago Ness también veranea en España.
En Palacio, Nuño hace firmar a su madre un documento sobre unas tierras. "¿No lo lee primero, señora? Que esas cosas siempre llevan letra pequeña", le advierte Catalina. Efectivamente, se la ha colado. Se trata de una carta en la que da su consentiemiento a que su hijo se case con quien quiera. ¿En quién está pensando Nuño ahora? ¿Hernán sigue vivo, no? A ver si me he saltado algo.
En uno de los ya famosos flahback de la serie, podemos ver de qué le sonaba al Comisario la prima de la Marquesa. Durante su estancia en Venecia, solicitó sus servicios como... como compañía. Ya decía yo. En pleno pensamiento le interrumpen, el algo del lago se ha cobrado su primera víctima. La primera que se sepa. El comisario decide dar una recompensa para el que lo capture, y eso a Águila Roja le parece mal. Chico, adelántate tú y te llevas la pasta. Siempre sacándole el lado moral a todo.
En Palacio, Nuño hace firmar a su madre un documento sobre unas tierras. "¿No lo lee primero, señora? Que esas cosas siempre llevan letra pequeña", le advierte Catalina. Efectivamente, se la ha colado. Se trata de una carta en la que da su consentiemiento a que su hijo se case con quien quiera. ¿En quién está pensando Nuño ahora? ¿Hernán sigue vivo, no? A ver si me he saltado algo.
En uno de los ya famosos flahback de la serie, podemos ver de qué le sonaba al Comisario la prima de la Marquesa. Durante su estancia en Venecia, solicitó sus servicios como... como compañía. Ya decía yo. En pleno pensamiento le interrumpen, el algo del lago se ha cobrado su primera víctima. La primera que se sepa. El comisario decide dar una recompensa para el que lo capture, y eso a Águila Roja le parece mal. Chico, adelántate tú y te llevas la pasta. Siempre sacándole el lado moral a todo.
Una vez que Monseñor Adrián ha recibido la carta de Margarita, no duda en responder y, obviamente, aceptar su visita. Se encuentra alojado en el palacio del Cardenal, que tiene que intervenir y aconsejarle que abra las ventanas, si no su plan se va al traste. En algún lugar desconocido, ¡sorpresa! ¡Una boda! Nuño quiere salir de Palacio y hace un trato con Juana para casarse con ella. Pero, ¿se va a casar de verdad con la prima ex señorita de vida alegre de su madre? Asegura que ningún noble querrá que su hija se case con él debido a lo de Lucrecia. Y efectivamente se casan. Muy mal si eso supone que Cristina Pedroche salga más. Mal.
Cipri se siente fatal: Satur ha empeorado, y él diciéndole que no ayudaba en casa. Decide, cómo no, cobrar la recompensa de lo del monstruo del lago capturándolo y así lograr una mayor aceptación en casa de Gonzalo. En Palacio, cuando la Marquesa se entera de la boda, a sus espaldas, Hernán le echa todas las culpa. Nuño se quiere ir, para alejarse de ella. A Irene tampoco parece gustarle la idea, pero guapa, tú también estás casada. Aunque tampoco lo tienes mucho en cuenta.
Después de pedirle Margarita a Gonzalo uno de sus caballos, a ésta se le cae la carta del Monseñor, y la lee. Vamos, que le ha mentido en toda la cara y donde va es a ver al Monseñor. No sabemos si Águila Roja ahora está sospechando, celoso o ambas cosas. Una vez que la chica llega al Palacio del Cardenal, se presenta con la excusa de hacerle una camisa al Monseñor, por aquello de salvarla del manicomio y eso. No sabemos, tampoco, si Margarita está nerviosa por su supuesta misión espía o por estar magreando al hombre allí con las medidas.
A punto de disparar el tirador contratado por el Cardenal, aparece en plan La despechada Gonzalo, ahora el Águila Coja. Empieza entonces un duelo entre cuñado y cura a ver quién la lleva de vuelta a casa, a lo telenovela venezolana. El francotirador dispara, pero Gonzalo logra tirarse sobre Margarita y salvarla. Esta mujer, sin su cuñado, no hubiese durado ni media temporada. "Esta familia tiene un imán para los peligros", dice Satur.
El plan de Águila Roja para capturar a lo del lago es mediante una jaula de madera, metiéndose él dentro y sumergiéndola. No tienen dinero pero sí que mandan hacer una jaula, marca España. Sabiendo que está débil por el tiro en la pierna, Satur "lo siente" pero le deja inconsciente. El Águila se queda en el nido. En el lago, Cipri (que se presenta allí armado con un rastrillo) descubre a Lucrecia subida a una barca, a punto de tirarse. Con el peso extra, acabaría ahogada. A ver, si se la come el bicho y se atraganta con el cinturón de castidad, se acabó el problema.
Aparece Hernán, y mientras le grita a Lucrecia, vemos como -fuera del agua- el monstruo (que es un cocodrilo) se le aparece a Satur. Porque menuda suerte tiene Satur. El día anterior estaba nevando, ¿hay cocodrilos de agua fría? Menos mal que el Águila aparece a tiempo y mata al cocodrilo. Menos mal que Hernán consigue también salvar a la Marquesa, que llega a Palacio a tiempo para escuchar la determinación de Nuño de irse de allí.
¿Pero cómo llegó un cocodrilo a Madrid? Pues un conde se lo trajo como souvenir y, cuando se cansó, lo dejó en el lago. Lo más normal del mundo. Eso sí, la medalla de capturarlo se la pone Satur, que obviamente reclama el dinero, mejorando así la economía familiar. Pero tampoco mucho, porque Gonzalo decide repartir con la gente más necesitada.
Una vez más, otro capítulo de Águila Roja que nos deja con las mismas preguntas sin responder, pero con muchas, muchas exclamaciones. Una historia que, a los que hemos seguido la serie, tal vez nos recuerde a algo. ¿Os suena una pantera perdida en el bosque?
20,5% y 3.837.000 espectadores ▼
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