jueves, 23 de octubre de 2014

The Knick 1x02: Zapatos de París.


Tras el impactante capítulo piloto, este segundo episodio de The Knick no se baja del carro conducido por Steven Soderbergh y se mantiene fiel a lo prometido. Vemos más operaciones quirúrgicas explícitas tan bien dirigidas y se empieza a comprender a los personajes, sus ambiciones y sus problemas.

Cornelia quiere hacerse respetar y vemos que cuenta con la plena confianza de su padre para tomar o comunicar las decisiones en el consejo del hospital. Gallinger y Bertie van a lo suyo y pueden ser dos secundarios que den mucho juego, porque tienen personalidades bastante diferentes. Y Lucy también está en un segundo plano y todavía tiene presente el incidente que protagonizó con Thackery en el capítulo anterior. Esto nos deja con los tres personajes que parecen los más interesantes por ahora en cuanto a la importancia que les han dado: Thackery, Edwards y Burrow. ¡¡Alerta de spoilers!!

El superintendente Burrow refleja lo podridas que están las entrañas del Knick, con los negocios turbios que mantiene tanto en el interior como en el exterior del hospital. Dentro del hospital se nos deja ver el mercadeo que tiene establecido Burrow con el conductor de la ambulancia en cuanto a los pacientes y cadáveres que llegan al hospital, convirtiendo la llegada de los pacientes en un negocio. Y respecto a los problemas externos, el superintendente utilizó parte del dinero que había sido invertido en el hospital para instalar la red eléctrica en pagar una deuda con la que lleva un retraso que puede causar su muerte. Esa instalación de la red eléctrica marca el capítulo, dejándonos el momento más memorable durante la primera operación, cuando una enfermera muere electrocutada en el quirófano al saltar la instalación eléctrica defectuosa. Esto demuestra que hay más interés por parte de los gestores del hospital en aparentar innovaciones que no son tales, en vez de en invertir realmente en recursos necesarios como los cadáveres exigidos por Thackery para practicar las cirugías.


En cuanto a Thackery, se nos muestra su fuerte unión a su mentor, que se suicidó en el capítulo anterior. Este lazo se resalta con el flashback que nos lleva a la llegada de Thackery al hospital y la amable recepción del hombre que le enseñaría nuevos métodos médicos. Este flashback demuestra que Thackery se parece mucho a su recientemente fallecido compañero, con frustraciones similares que han hecho que se refugie en las drogas para poder evadirse de esa realidad tan oscura que tiene que vivir día a día en el hospital. Acaba sumiéndose en un bucle entre el hospital y el local al que va a drogarse, una mezcla explosiva que sirve de desahogo para el doctor.  

Por último Edwards, que es el personaje que más contrasta con el resto. Desde el comienzo del capítulo ya queda clara esa diferencia al mostrar dónde vive Edwards y dónde vive la familia Robertson, reflejando la segregación racial por distritos que tenía lugar en la Nueva York de la época. A pesar de sus estudios y de su reputado empleo, Edwards tiene que soportar unos desprecios por parte de los compañeros y pacientes a los que parece estar acostumbrado, entre ellos destacan el hecho de que le hayan casi escondido en el sótano del hospital emplazando ahí su despacho y que no se respete para nada su opinión a pesar de que está claro que tiene la formación necesaria como para tenerle en cuenta. En vez de rendirse ante ese despreciable trato, Edwards se muestra fuerte y tras enterarse de que el hospital no trata a gente de color decide abrir una clínica paralela en su despacho-sótano, en la que atenderá a pacientes rechazados.

Por las prácticas llevadas a cabo en el hospital puede parecer que está marcado por un ambiente inmoral, pero no hay nada más moral que la pasión de Edwards y Thackery por salvar a sus pacientes. Thackery luchará por aplacar la frustración asentada por la alta tasa de mortalidad sobre la mesa de operaciones y Edwards no se detiene ante las adversidades y jugará un papel esencial en el desarrollo del hospital, todo esto bajo las nuevas bombillas del Knick. 

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