No
está habitualmente considerada como una de las grandes, como una de las que
iniciaron el boom seriéfilo actual. En ese Olimpo formado por un selecto número
de títulos, muchas veces se les abre muy rápido la puerta a productos menores
que están saliendo ahora mismo pero se olvidan de los que pusieron la primera
piedra, los que trajeron algo a donde nada había. Justicia de sobra se le ha
hecho series como Los Soprano y The Wire; ya es hora de poner en su lugar a la
alabada y olvidada a partes iguales, “The Shield: Al margen de la ley” e
intentar expresar en breves palabras porqué es una de las ficciones más grandes
que ha tenido la televisión.
Aviso
que no vamos a hablar de puntos específicos de la trama, por lo que no va a
haber spoilers, sin embargo es evidente que leer esto afectará de algún modo u
otro la virginidad con la que llegues a la serie. Así que es tu decisión: si
necesitas un empujón para ver esta serie, te invito a leer lo que viene; si no
te hace falta para darle una oportunidad de aquí en breve, es posible que
prefieras no leerla. Queda a tu criterio.
Farmington e Irak, ¿alguna
diferencia?
La
cámara tiembla nerviosamente, pasea entre las caras, los cuerpos y los
espacios; corre si es necesario y cuando no lo es, nunca se queda quieta con
sus insistentes zoom y sus bruscos enfoques y desenfoques, y se preocupa
siempre por registrar cada momento doloroso de esa dura realidad, sin censura
ni concesión. Parece un documental de guerra pero no lo es, aunque Farmington
lleve tiempo siendo una zona de guerra. Ese es el primer reclamo para ver The Shield,
el hecho de estar frente a una serie cuyo estilo es reconocible y necesario
para mostrarnos la visión de autor de sus creadores, pues en The Shield la
opción estética no es al azar: podría pensarse que se toma prestado del cine
callejero de tipos como Spike Lee para expresar con precisión la fragilidad y violencia
de la vida en las calles, sin embargo la cámara nerviosa se traslada a todos
los aspectos de la vida de los protagonistas, trasladando la ferocidad y la
fragilidad a los mismos hogares de los agentes de la ley. Farmington es un
infierno y no sólo por lo que ocurre en la calle, ¿por qué, entonces, nuestro
documental de guerra apagaría una vez acabada la acción?
Los Avatares del Equipo de
Asalto
La
Fuerza de Asalto de Farmington es un cuerpo de choque construido por la policía
debido a la irremediable sumisión del distrito en el caos. Lugar de
convergencia de todo tipo de etnias, Farmington se ha convertido en el
escenario de guerra de bandas de corte racial, además de los crímenes de
carácter más organizado que vienen de parte armenios y mexicanos. A eso le
sumamos la violencia cotidiana de no-criminales sumados a esa espiral de
violencia discriminatoria y de género que nos revela el cóctel explosivo en que
ha nacido un cuerpo, cuya eficiencia ayuda a tapar sus cuestionables métodos.
El
cuerpo dirigido por Vic Mackey ha gozado de una omnipotencia ante sus jefes y
ante cualquier cuestionamiento legal, sin embargo las pesquisas del Capitán
David Aceveda movido por intereses políticos, pondrán la primera piedra en la
lenta destrucción de este equipo y de todo lo que representa.
Alneación tardía de la Fuerza de Asalto |
El
punto fuerte de la historia es sin dudas su negativa a una visión moralista,
pues fiel a su estilo documental, los personajes deambulan por un mundo que ha
tratado por todos los medios de ser una representación del mundo real. Ningún
personaje es realmente malvado y mucho se explora en esta serie acerca de la
capacidad humana para justificar los actos más horrendos, de tal forma que al
final del día se pueda seguir diciendo que se es un buen hombre.
El
Equipo en su fuero interno se ha mantenido firme en base a vagas nociones de
compañerismo y de moralidad, creyendo siempre que hay una línea entre el bien y
el mal que no se puede cruzar, aunque a la larga esa línea es borrosa y móvil a
conveniencia. Pequeña y nada convincente ficción que permite a nuestros protagonistas
creer que están del lado de los buenos. En el magistral episodio piloto
asistimos a como todo esto se va al traste; sí, ya nada más en el piloto. Y a
partir de allí, comienza la espiral de autodestrucción que abordará la serie en
sus siete temporadas.
El
pecado original del piloto inicia la primera de las tres partes en que podemos
dividir la historia de la serie: tres temporadas que nos hablarán de los
avatares de una Fuerza de Asalto que se cree en su mejor momento, mientras el
veneno de la manzana prohibida va corroyéndolo todo. Aquí siempre vamos hacia
adelante en el tiempo, pero funciona también como una mirada retroactiva a lo
que el Equipo había sido y pretende seguir siendo tras los sucesos del piloto.
La
segunda parte la ocuparía ese pequeño agujero negro que es la temporada 4, casi
un pequeño descanso entre una y otra, propiciada por una temporada que parecía
pensada para intentar alargar la serie hasta donde diera. Muy mal recibida por
la audiencia (basta con mirar IMDB), los creadores retomaron la trama principal
después de esto y la cuarta temporada quedó en la memoria como relleno. Sin
embargo fue un delicioso relleno pues, si bien es una temporada suelta y con
demasiada independencia de todo lo demás, es la temporada en que la detective
Claudette Wyms comienza a hacerse enorme, la participación fenomenal de Glenn
Close y el fenomenal villano interpretado por Antonhy Anderson. En mi humilde
opinión, la temporada más redonda hasta el momento.
Chiklis y Withaker. Protagonistas exclusivos de la explosión final |
Lo
que vendría después sería la explosión definitiva y también una forma distinta
de llevar la serie hasta el momento. Si antes la serie tenía su parte
procedimental, donde el caso del día servía para explorar los distintos tipos
de violencia callejera y domestica que podemos encontrar en estos barrios, a
partir de la temporada 5 el pecado original volvería para contaminar las almas
de los personajes, aparecería el genial personaje de Forest Whitaker y la serie
se volvería mucho más íntima, con un manejo de la tensión tan bueno que el
maravilloso último capítulo se siente como la primera bocanada de aire del que
estuvo a punto a ahogarse. Pero sólo eso, un desahogo final, pues nadie puede
alegrarse al final de The Shield, porque al igual que en la realidad el “todos
pagan” puede no cumplirse y los ganadores no siempre son los buenos.
Los personajes
Ya
seas un policía gay que pretende aferrarse a su catolicismo a toda costa, una
agente de policía tratando de sobrevivir en un mundo de hombres, seas el
policía obsesionado con la ley, el atormentado por tus propios fantasmas o el policía obsesionado con la eficiencia;
seas uno u otro, The Shield no te pone un camino fácil. Ni tampoco un camino
trillado.
La
forma en que la serie aborda los personajes secundarios es muy particular: se
acerca a ellos íntimamente, se compromete en mostrarte su realidad crudamente y
sin atisbo de dirigir tu pensamiento hacia un lado u otro; y una vez que el
personaje entra en un momento de su vida en que deben tomarse las más
importantes decisiones y en la cual no puede tratarse el tema sin recurrir a lo
ideológico, la serie abandona su seguimiento y su vida personal se convierte en
un misterio. Esto puede ser malinterpretado como una intención por parte de la
serie de no mojarse, por no entrar en conflicto, sin embargo forma parte de
otro de los recursos de los que The Shield puede hacer gala: los personajes no
son marionetas que sirven para expresar la ideología del autor, sino que son
personas prácticamente reales cuyas decisiones son impredecibles como la vida
misma. Cada quien tendrá su teoría sociológica favorita, The Shield sólo te ha
mostrado la realidad particular en la que debe basarse
Julien intentando encerrar sus instintos más bajos |
Esto
se hace muy patente en la persona de Julien, el agente de policía gay cuyo
sincero abandono a Dios y a la Iglesia Católica lo lleva a un camino de
autonegación y destrucción de la propia personalidad. Por muy malo que pueda
sonar, la serie presenta esto de manera muy neutral, enfocándose íntimamente en
la mirada de Julien sobre el asunto y haciendo difícil juzgar el tema desde una
perspectiva moral debido a la inexistencia de una figura villanesca en la
ecuación (no, no hay curas pedófilos haciendo un triple subrayado sobre el
mensaje, afortunadamente). Cuando sea imposible hablar sobre Julien sin dirigir
el pensamiento del espectador, la serie simplemente lo dejará andar solo. Fuera
de nuestra vista imaginaremos el periplo de Julien como si fuera una persona
real, pues como todo personaje bien escrito parece tener vida propia en aquél
mundo de The Shield.
Muy
parecido es el trato al personaje del detective Wagenbach, Dutchman para los
amigos, quien en su obsesión por entender la mente criminal y por dejar huella
acabará en la cuerda floja, a las puertas de convertirse en un psicopáta. El
típico personaje que se convierte en villano en serie de corte más efectista,
pero The Shield no tiene nada que ver con eso y sólo te dejará mirar ese
comportamiento patológico sin dejarte ir más allá.
La voz de la justicia y la conciencia |
En
el elenco de secundarios de lujo, no quiero irme sin mencionar la maravillosa
actuación de CCH Pounder en el papel de la detective Claudette Wyms, que siendo
un personaje muy celebrado por los seguidores de la serie, puede ser quizá el
más calculado. La detective arranca su periplo en la misma posición de todos,
es decir mirando hacia un costado en un momento en que la eficiencia del Equipo
de Asalto era necesaria, sin embargo sufrirá un viraje rotundo en su forma de
ver las cosas hasta el punto de convertirse en el principal escollo de Vic
Mackey. Su lucha contra la enfermedad, su derrotado semblante cuando todo
parece estar perdido, su andar desinteresado de súper-heroína, la han
convertido en favorita del público a pesar de parecer el único personaje que
está ahí con la función de suavizar la serie para el espectador más moralista.
Salgamos
de secundarios, pues son los personajes principales quienes nos interesan al
fin y al cabo. ¿Qué sería esta serie sin Michael Chiklis y Walton Goggins? ¿Sin
la dupla Vic Mackey-Shane Vendrell? Difícilmente habríamos llegado a algo si
esta dupla no hubiese desarrollado tan abismal trabajo en presentarnos a ese
Equipo de Asalto con todas sus contradicciones y formas de evadirse de las
responsabilidades. Chiklis en particular, aunque está muy bien en su papel,
resalta menos que el odiable personaje de Goggins, sobre todo porque es a éste
a quien veremos en más facetas a lo largo de la serie, siendo un completo
idiota al principio y encontrando una gran forma de redimirse ante el público
en la última temporada. Sin embargo el alma de la función es Mackey y hay mucho
que decir de él.
Vic Mackey: "El policía bueno y el malo se acabó. Soy otro tipo de policía," |
El
sentido de la justicia de Vic Mackey se resume a apaliar y encarcelar al
criminal, hacerlo pagar porque es una persona individual que ha tomado una
decisión libre. No parece haber consideraciones más profundas en su filosofía,
ya que nuestro hombre es hombre de acción. Un sentido de justicia limitado pero
sincero hace muchas veces de él un personaje desesperado al ver que no importa
cuando actúe y cuanto se llenen las cárceles, las cosas no mejoran, y no es
difícil sentir cierta empatía para con su búsqueda de soluciones que protejan a
su familia. Sin embargo, Mackey ha ido descubriendo en su andar como policía
que si no rompe las leyes, no puede ser eficiente y si las mantiene puede
acabar muerto. De esta manera es que nuestro personaje ha tejido a lo largo de
su carrera una red en las calles que le permite tener el asunto controlado y
que le permite hacer ascender sus cifras de arrestos, claro que en el medio no
ha atentado sólo contra los derechos de sus arrestados, y los beneficios que ha
acarreado no son sólo el de mantener a su familia segura. La dualidad entre el
anti-héroe de ficción que hace lo necesario por la sociedad y el ambicioso de
poder que toma una importante tajada de todo, estará constantemente en la
serie.
En
ese punto, conocemos a Mackey en el episodio piloto. Ya es una institución en
el departamento de policía y se cree lo suficientemente fuerte para evitar
convertirse en el malo. El mismo piloto dejará patente hasta que punto esto último
es cierto y cuestionará seriamente el título de anti-héroe que el propio Mackey
se ha ate-impuesto.
La seguridad sobre el bien
y el mal
Si
bien no estamos ante una serie de corte moralista, ya que inteligentemente no
juzga a Mackey ni a ningún otro personaje por las cosas particulares que hace
(o al menos no las presenta con un prisma viciado por una posición ética), sí
es una serie muy crítica hacia la necesidad que la sociedad tiene de estos
monstruos y el silencio indignante de la clase burguesa ante ella.
Resulta
muy significativo el discurso del Capitán Aceveda en el piloto, cuando lanza su
campaña política. Se muestra al político enumerar el crecimiento de la
seguridad y la calidad de vida de las familias de clase media en el distrito de
Farmington a través de un montaje paralelo que muestra a Mackey ejercer su
habitual brutalidad sobre un traficante menor. Las primeras imágenes dejan
claro cuál es el precio de la seguridad y Aceveda y la policía son plenamente
conscientes de esto y han aprendido a vivir con ello. La seguridad como
mercancía de valor político es la primera imagen que se desprende de la serie y
eso sin haber una sola línea de diálogo que lo marque a lo largo de las siete
temporadas.
Sin
embargo, no sólo de políticos va la cosa, pues el personaje de Corrine, esposa
de Mackey, es el fiel de reflejo de una sociedad dedicada a mirar hacia otro
lado. Mucho se puede decir al respecto, desde lo más obvio como el hecho de que
Corrine nunca parece interesada en el origen del dinero extra que su marido
trae para sus hijos, hasta otros más escondidos, como esa sensación de realidad
virtual que parece ser el Hogar, en diferenciación a todo lo demás que vemos en
la serie. Podemos escandalizarnos y juzgar a esta mujer y tildar de hipócrita
(sobre todo al final cuando la relación con su esposo se quiebra), pero no
podríamos decir exactamente si haríamos lo mismo en su lugar, ya que los
guionistas llevan la vida familiar de Corrine tan al límite y la imposibilidad
de mantener a sus hijos es tan patente, que juzgarla resulta demasiado altivo
para quien la ve. La serie, entonces, cuestiona a la clase burguesa, pero no se
olvida que la visión moralista de afuera no proporciona un panorama completo,
ni un paradigma de acción válido.
Shane Vendrell se lleva los más macabros giros de la trama |
El
tercer detalle que quiero resaltar se relaciona con el segundo. La serie no
pretende ser la queja de una anciana derrotada rememorando tiempos mejores, no
pretende bajar un mensaje sensacionalista. Busca constantemente ser un espejo
para quien la ve: Shane y Vic, eternos cómplices que siempre experimentarán cortocircuitos, tienen un cara a cara desde sus autos en aquél inolvidable episodio
dirigido por Frank Darabont: “¿Crees que me ves a través de una ventana?”, le
dice Shane a Vic; “lo que ves es un espejo”.
The
Shield no pretende ser la conversación de un almuerzo familiar de domingo, va
mucho más allá. Si la sociedad al final de sus siete temporadas, ha visto
Farmington como si viera Irak, es posible que el objetivo no se haya cumplido.
Conclusión
The
Shield es un drama potente con un manejo de la tensión exquisita, y aderezado
por grandes momentos de acción policial y con algunos mafiosos que serán
recordados por la eternidad. Todo ello en un ambiente realista que la separa de
propuestas igual de buenas pero más efectistas como Breaking Bad, la cual sin
embargo ha tomado de ésta su concepto de la “olla a presión”.
Si
al final de cuentas no te he convencido que The Shield es una de las grandes
series de la historia de la televisión, es bueno que lo compruebes por ti
mismo. No seré yo el único que la esté defendiendo en la web. A lo mejor, al
final del día acabas uniéndote al grupo de los que pretenden a toda costa que
esta maravillosa serie no quede en el recuerdo como una obra menor.
hola donde la la puedo ver??
ResponderEliminarHe disfrutado casi tanto con tu critica como con la serie..brutal realista y amoral como la vida misma..para mi, lejos de ser una serie menor es la mejor serie de television que he visto nunca. Por todos los detalles que has dado y por mil mas que que podriamos sacar. OBRA MAESTRA
ResponderEliminarEn verdad excelente crítica de una interesante serie que dan ganas de volver a mirarla. Me parece que la versatilidad de un actor puede llevarlo al éxito, en esta ocasión Walton Goggins encarna en la serie Vice Principals a un Vicepresidente ambicioso por el poder que se encuentra con Neal Gamby (Danny McBride) y ambos desean ser el Director de la escuela, así que harán todo lo posible por conseguirlo. Dejamos atrás al personajes de Walton en The Shield como Detective o en peliculas como Los 8 más odiados, así nos muestra que puede ir desde lo dramatico y de suspenso hasta lo cómico como en esta serie.
ResponderEliminarLa mejor serie que vi hasta el momento. Excelente critica. Goggins extraordinario. Desde el primer al último capítulo es un círculo de historias que van cerrando.
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