Título original:
Hippocrate
Año:
2014
Fecha de estreno:
08 de Mayo de 2015
Duración:
102 min
País:
Francia
Director:
Thomas Lilti
Reparto:
Vincent Lacoste, Reda Kateb, Jacques Gamblin, Marianne Denicourt, Félix Moati, Carole Franck, Philippe Rebbot
Distribuidora:
Caramel Films
“Hipócrates.
Una comedia social, inteligente y divertida”, reza la frase
promocional de su cartel. Olvídenla
cuanto antes, será autoengañarse. No precisamente por lo de social
o inteligente, pero de comedia, a mi entender, tiene poco, e ir con
estas expectativas al cine puede ser contraproducente para el
visionado y defraudar a quien busca evasión y pasar un rato
agradable.
El
título de la película tiene relación directa (aunque nunca se
comente en la película) con Hipócrates, médico griego de gran
importancia en la historia de la medicina, comúnmente conocido con
el sobrenombre de “padre de la medicina” de hecho, y del que
deriva precisamente el popular juramento hipocrático. Y esta
referencia tiene mucho que ver con la idea que su director, Thomas
Lilti, tiene sobre su segunda película, promoviendo el ideal clásico
de la medicina y el médico, enfocado completamente al paciente y no
a otros intereses intermedios.
De
hecho, Thomas Lilti es médico generalista, aparte de cineasta, con
lo que otorga a su relato sabiduría y veracidad, convirtiéndose en
el alter ego de Benjamin (Vincent Lacoste), ese joven inexperto que
acaba de aterrizar en el hospital de su padre (Jacques Gamblin) como
médico residente.
El
director no escatima al contar las historias que rodean a los médicos
de un hospital público de Francia, y bromea incluyendo un episodio
de la serie House, para contrastar la idealización de estas
series con la realidad del oficio. Aunque no quiera hacer del tema el
epicentro de la historia, es innegable que la crítica social que
impera sobre la precariedad de la salud pública es el gran atractivo
de Hipócrates, y quizás por ello los leves toques de humor que hay
para suavizar el relato acaban quedando en un segundo plano y
hablemos más de la película como un drama social que, eso sí, no
promueve la lágrima fácil.
De
la falta de medios en los hospitales y los turnos extralargos, otro
tema fundamental en la película es la ética de una profesión tan
humana y en relación tan directa son la vida y la muerte, donde un
error puede ser fatal o, precisamente, un miramiento humanitario
hacia el paciente puede ser duramente criticado por las instituciones
médicas. Una paradoja que se va apiadando cada vez más de la
medicina hasta convertirla en un oficio desalmado, puro trámite.
Para
llevar este mensaje al espectador, los personajes de Benjamin (en
médico inexperto) y Abdel (médico extranjero más experimentado)
son claves, y su complicidad ayuda a que la película vuele más allá
del mero cine-denuncia y su historia de aprendizaje, homenaje al
médico extranjero (por su sabiduría y sacrificio) y a una profesión
maltratada ha llevado a hacer de Hipócrates un éxito en Francia,
con más de un millón de espectadores y haciendo de ella uno de los
sleppers del año. Y, la verdad, como drama social sobre la
sanidad, enfocado con seriedad y con un toque amable, sin por ello
restar la crudeza de la situación, la convierte en una película
interesante.
6,75/10
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