Una semana después de la vuelta de Águila Roja, la serie
ficción histórica de ninjas e intrigas palaciegas vuelve con otro capítulo
cargado de dramas y tensiones, misterios y luchas. En el episodio
anterior nos quedábamos con el –personalmente- mejor final del mundo:
Alonso secuestrado. Yo, que soy hater
del personaje, bien me quedaría si se
acabase ahí. ¿Conseguirá su padre rescatarle? ¡Alerta spoiler!
Alonso no está
Satur empieza fuerte. El criado no
está nada de acuerdo con las tradiciones rusas de secuestrar al hijo del novio:
“De
toda la vida, lo que se hace, es emborrachar al novio y plantarlo en el altar”.
Después de media hora de cháchara y preparación, cuando el héroe se dispone a
dejar la población rusa a la mitad para salvar a su vástago, resulta que el
campamento ya no está. Eso se comprueba antes, que son ya siete temporadas, Águila.
Lo único que encuentran es, muerto, al
capitán español, atravesado cual brocheta de chiringuito marbellí. Y tiene una nota que le indica a Gonzalo que no les
busque, ellos le dirán dónde se emplazará el altar. Estaba claro que no iba
a ser sencillo.
Satur recurre a Gandalf el Gris para
que, en un puñado de sal, averigüe dónde está Alonso. El señor lo que ve es un
velatorio, en esa misma casa. Pero
en el ataúd hay un hombre adulto, así que Alonso no es. Y Gandalf no puede
verle la cara, porque las visiones son un poco así de retorcidas de siempre.
Gonzalo no cree a Satur cuando le cuenta que alguien va a morir.
La Banda del Arrabal
Para más desgracia del criado, recibe
una sorprendente visita de unos viejos amigos. Van vestidos igual igual que los
de Alatriste, si fuiste tú una de esas
20 personas en España que vio la serie. Se trata de la temible Banda del Arrabal. Paco
Arrabal.
Todo apunta a que Satur tiene un
pasado oscuro como miembro de esa banda, que ahora va a asaltar a unos “niños
ricos” engañándoles con una cacería. Su misión en la banda, sin embargo, siempre ha sido la de vestirse de criado de
noble para repartir las invitaciones. Satur se niega, pero el señor parece
muy convencido.
El criado, visto lo visto, intenta convencer a Gonzalo para
que se case y así puedan salir de allí y huir
de su pasado. Total, no les retiene nada, menos una futura monja. Pero el
Águila no piensa hacer nada por obligación, así que se niega de pleno y vuelve
a partir en busca de Alonso. Que a lo
mejor, si tienen que avisar de dónde es la boda, sería buena idea quedarse en casa, que cuando busquen a Gonzalo no estará.
Morituri
Ante tal panorama, parece que Satur
tendrá que ser cómplice de la Banda del Arrabal una vez más. Y así lo hace. Y la peluca no le sienta demasiado bien,
pero la Banda del Arrabal quiere más de Satur y le pide que participe en el
robo. En cuanto al tema de Alonso, el criado va a contárselo a Hernán, que se
da cuenta de que el secuestrado no es otro que su sobrino secreto. Pero el Comisario es
bastante claro: si Gonzalo
no quería casarse, ¿para qué participó en las pruebas?
Aunque parezca que no le hizo caso, Hernán va a hablar con el Cardenal Mendoza para que le cuente al Rey lo que
han hecho con Gonzalo. Pero puede que ya sea
tarde porque, exhausto, Águila Roja se desploma en plena calle.
Cipri, que lo ve todo, asegura que está muerto, ¿pero
quién a estas alturas le hace caso a Cipri? Sin embargo, el asunto se pone serio cuando informan a Hernán de que ha fallecido, de muerte súbita. Y ahora en serio, ¿¡CÓMO QUE SE HA MUERTO GONZALO?! ¿¡ESTAMOS
LOCOS!?
Recortes
En Palacio, el ojo de Lucrecia no ha empeorado. Y
mejor, pues sigue pensando en embancarse en su aventura de cacao y africanos. Aunque el montante en gastos del negocio
parece insalvable, la Marquesa venderá el Palacio de Velarde (que se ve que
tiene más de uno) y unas tierras en Soria.
No tarda Hernán en dejarle claro, sin
embargo, que eso es de Nuño. Si se le ocurre tocar algo de eso, la
incapacitará. Irene, que esta vez la han
llamado para trabajar, se pone del lado de su hermano y marido. (El Juego
de Tronos español, ¿lo recordáis?).
Como medidas de ahorro, una Lucrecia
renovada con un parche en el ojo decide que 100 criados son muchos, le sobran. Y los que se queden, cobrarán
la mitad. Catalina intenta hacerla entrar en razón, pero la Marquesa es
inflexible.
Lucrecia Jones
Mientras Catalina y Marta, la criada
llorona, limpian la chimenea, descubren un cofre de metal con un plano de
Palacio y una X roja en una de las estancias. ¿Habrá algún tesoro? Y lo principal, ¿si escondes el mapa del
tesoro no corres el peligro de que se te olvide dónde está? Te quedas sin mapa
y sin tesoro. Ante las injusticias que viven en esa casa, Catalina decide que se callarán y el dinero, oro, o lo que sea, será suyo.
El problema es que, mientras cavan el
agujero (Catalina embarazada) y lo tapan, Lucrecia casi se les precipita dentro, y termina descubriendo el mapa. La
Marquesa no despide a Catalina porque le es útil, pero por su deslealtad
despedirá a otros dos. ERE en Palacio.
Ella se pone a cavar como una loca, en
su traje tan sencillo. Junto a Nuño, ambos empiezan a picar hasta que
encuentran un gran arcón. Dentro hay un
adorno con unas parejas bailando, que Lucrecia encuentra sin ninguna
utilidad.
Cuando Nuño va a regalarle aquello a
su amada y tía Irene (que ella rechaza), se da cuenta de una inscripción y que se trataba de un regalo del marqués a
Lucrecia. Menos mal que Irene se da cuenta de que aquello es una caja, que
lo importante está dentro y que hace falta una llave.
Por primera vez este año, aparece en
la serie el Monseñor. Recibe la visita de Margarita, cómo no, que o tiene mucha
suerte o espía a Adrián y siempre entra por la puerta cuando está a medio vestir. Con la tontería de
la herida en el corazón (nombre de telenovela, no me lo quitéis), Marga no
desaprovecha la oportunidad de acercarse y tratarlo con tacto. Sin embargo,
para su desazón, el Monseñor tiene que marchar ya. Necesita conseguir su sello para enviarle una carta al Papa.
Eso supone ir al Palacio del Cardenal
Mendoza, el señor que ha intentado matarle. Margarita, que se preocupa por él,
le droga con su medicina para el dolor: ese
no irá a ninguna parte. En su lugar, ella misma sale del convento y le lleva
al Cardenal unas hostias (de las de consagrar), como escusa.
Consigue colarse en sus
aposentos en busca del anillo, que encuentra cuando se sube en una silla, detrás del techo. El anillo lo guardó allí
el propio Adrián. En ese preciso momento es cazada por Mendoza, que
misteriosamente se cree que la novicia se había subido allí a limpiarle unas
telarañas. La Margacienta.
Confiésame
El filtreo Monseñor-novicia alcanza su
culmen cuando le devuelve su anillo-sello; él se está despertando de su siesta inducida y ella se quita la capa en plan sepsi a contraluz. Ahí falta una
escena que seguro incluirán en la versión
uncensored de Águila Roja.
Le ha devuelto el favor, él también le
ayudó cuando lo del manicomio. Con el anillo había otra cosa. Y mucho ojo, porque el Monseñor abre la libretita (como esas que vendían para apuntar números de teléfono que luego no
usaba nadie) y tiene un dibujo de Jesús;
debajo pone “SUCESOR DE CRISTO”. CHAN CHAN.
¿Y si Margarita lo ha abierto? ¿Y si
lo ha leído? ¿Y si ahora la tiene que matar, pero no puede, y se fugan juntos y
se casan y tienen muchos hijos? En ese preciso momento de duda, la tensión sexual pecaminosa no resuelta se frena en seco ante la
noticia de la muerte de Gonzalo que una llorosa Catalina le lleva. Y ella
también cae al suelo, más muertos no.
Fingimiento
Ajeno a la “muerte” de Gonzalo, Satur
se encuentra con su ex banda. Y pongo “muerte” porque sé que no se puede morir,
vamos. Quieren que les acompañe después del golpe, y es un “queremos” que suena a obligación. Además, le han engañado.
No van a robar a esos jóvenes, sino que alguien les ha pagado para matarles.
En su casa, vemos la visión de Gandalf
hecha realidad. El muerto resultó ser el protagonista y ya lo tienen en la caja y
todo. Y cuando llega Satur pues aparece
el drama, por supuesto. Imaginad que ahora tuviese que ser él Águila Roja.
O Gorrión Rojo. Margarita se dirige mientras hacia lo desconocido, muy triste, al trote, en
una escena muy pintoresca, toda de blanco, sin que se note mucho que es una
doble. Es interceptada por el Monseñor,
que asegura que no dejará que se mate.
Además, la otra última conquista de Gonzalo,
la Marquesa, hace acto de presencia en el velatorio visiblemente apenada. Incluso le da un montón de dinero a Satur
para que a Alonso no le falte de nada. Si al final tiene buen corazón y todo la
mujer. Eso sí, Satur está en shock y ni repara en que Alonso sigue
desaparecido. Cuando se quedan solos, Gonzalo descubre el pastel: ha fingido que está muerto disminuyendo los
latidos de su corazón porque es un héroe y saben hacer esas cosas.
No vuelvo a creerme una muerte
¿Y todo para qué? Todo el día ahí
tumbado sin ir al baño ni nada. Todo porque nadie le obligaría a casarse, y
nadie se casa con un muerto, creo. Satur
flipa, por supuesto. “No vuelvo a creerme una muerte en esta
casa. O veo gusanos o no derramo ni una lágrima”.
En Palacio, Lucrecia se da cuenta de que acaba de
ver muerto al único que le alegraba ya un poco el cuerpo, así que decide poner el
palacio en venta e irse a vivir a África. Así
se lo confiesa a Hernán, al que la “muerte” de su hermano también ha
afectado y va un poco tan agustito.
La Marquesa recibe la visita de un comprador, que
en un momento dado se queda solo y acciona la caja/tesoro (que es una caja de música).
De repente, un disparo. ¡La caja es una
trampa! ¡Una trampa que el marqués preparó para Lucrecia! Aunque eso solo
lo sabemos nosotros. De hecho la Marquesa piensa que Hernán le ha matado, para
que no se marche.
Apoteosis final
Al final, el plan de Gonzalo da
resultado y los rusos liberan a Alonso, pero claro, les queda un detalle. Ahora
se supone que está muerto. Tendrán que marcharse de allí. Antes, Gonzalo se expone a que le pillen y sale para contarle a
Margarita que sigue vivo. Al menos que la pobre no se quede con la pena. Y HAY
BESO. Ella de novicia, él de monje infiltrado. Está claro que a esta mujer las sotanas le achispan.
¿Y la Banda de los Arrabales? Pues con
todo lo del muerto y todo, a Satur parece que se le ha olvidado, pero ellos han
seguido a lo suyo decapitando nobles. Cuando
se acuerda el criado del plan de su banda ya es demasiado tarde para uno de
ellos. Menos mal que el Águila consigue rescatar al resto y terminar con la
banda.
Pero aquí no termina todo. Queda la
traca final. El Rey, el Rey en persona
va a casa de Gonzalo. Quiere verle antes de que le entierren. Eso solo
puede significar que sabe que es su hijo. OMG. Giro inesperado, exploto. Bueno,
o de verdad le importan sus súbditos. Imaginad su cara, y la de Cipri que es
quien le abre la puerta, cuando abren el
ataúd y lo encuentran lleno de piedras.
Además, llega a oídos del ruso que
Gonzalo sigue vivo, así que quiere volver a buscarle. Y le pide ayuda a Carlos
IV. Y él se la concede. Ese hombre se
casará con Irina. ¿Porque sabe que es su hijo?
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