Título original:
Mad Max: Fury Road
Año:
2015
Fecha de estreno:
15 de Mayo de 2015
Duración:
120 min
País:
Australia / Estados Unidos
Director:
George Miller
Reparto:
Tom Hardy, Charlize Theron, Nicholas Hoult, Hugh Keays-Byrne, Zoë Kravitz, Angus Sampson, Rosie Huntington-Whiteley, Nathan Jones, Josh Helman
Distribuidora:
Warner
Max
Rockatansky vuelve a la carretera. 30 años han pasado desde la
última entrega de esta saga, Más allá de la cúpula del trueno,
pero eso no ha evitado que, pese a haber sido un proyecto duro y que
ha costado 15 años de ver la luz, ha llegado con fuerza y ya lleva
recaudados 110 millones en todo el mundo, y eso que se estrenó el
pasado día 15 de Mayo, por lo que a las fechas de escribir esto, ni
lleva una semana completa de estreno. Lejos a lo mejor de cifras
astronómicas como las de Los
Vengadores: La era de Ultrón o Fast
& Furious 7, donde ambas ya han
pasado los 300 millones de recaudación y ahí siguen dando guerra,
en cambio Mad Max: Furia en la
carretera ha sabido ofrecer, pese a
su indiscutible status de blockbuster, el alma del proyecto de donde
surge: ese espíritu de serie B que hizo de Mad
Max una trilogía de culto y
referente para otras películas post apocalípticas. Y tampoco dudo
de que esta Fury Road
tiene elementos más que suficientes para conquistar a espectadores
de todo el mundo y congregarles en gran admiración hacia el trabajo
de George Miller.
Entre
Mad Max: Salvajes de autopista
y Mad Max: Furia en la carretera
hay una diferencia abismal de presupuesto. De los 350.000 dólares de
la primera a los 150 millones de la segunda. Y, la verdad, pocas
veces se entrega en Hollywood esta cantidad a alguien tan mad
y a
la vez tan cuerdo
como George Miller. Entre esto y los evidentes avances tecnológicos,
más la experiencia adquirida tras 30 años, este último trabajo
supone una gran redefinición a esta saga de acción, alejándose de
la típica película palomitera en modo random. Aquí hay furia,
nervio, tensión y gran sentido del ritmo escénico, tanto delante
como detrás de las cámaras. Así, esta cuarta película sobre Mad
Max trasciende la Ozploitation de donde procede, aunque contenga sus
elementos en esencia. Este subgénero australiano de películas de
bajo presupuesto marcaron la nueva ola australiana en el
cine con títulos como Walkabout,
Razorback,
Despertar en el infierno,
Los coches que devoraron París,
Turkey shoot
o la mencionada saga Mad Max,
títulos sin los que no se concebirían posteriores éxitos en el
cine australiano como Wolf Creek,
El territorio de la bestia,
Triangle
o The loved ones.
Si
bien ya os hablamos de la
trilogía original de Mad Max antes del estreno de esta cuarta,
tampoco está de más mirar aún más allá, al origen de la idea del
primer Mad Max.
Antes de ser director, George Miller estudió medicina (de hecho,
reunió el dinero para Mad Max
trabajando como doctor en emergencias), y como en Australia la
cultura del motor es muy popular, veía a mucho joven heridos en
accidentes de tráfico y que, lejos de lamentarse, muchas veces se
vanagloriaban de hazañas hechas en la carretera. Esto dio a Miller
en qué pensar, y así su debut en el largometraje, con un joven Mel
Gibson recién salido de la escuela de interpretación, se
convertiría en un mundo distópico donde salvajes se disputan la
vida en las carreteras como si fueran bandoleros de un western sobre
ruedas.
Ahora,
Mad Max: Furia en la carretera
llega como un reboot de aquella franquicia, sin asemejarse del todo a
ninguna de las tres pero consiguiendo conservar la esencia de su
carismático antihéroe y aquel devastado mundo como para merecer
conservar su nombre. Miller quiene transportarnos a su particular
concierto de ópera-rock. Para explicar esta idea, el propio Miller
nos remite a la idea de hacer cine de Alfred Hitchcock de hacer
películas que, en su concepto, se pudieran ver en cualquier parte
del mundo sin necesidad de subtítulos. Esto lo compara George Miller
con las grandes canciones, pues te transmiten sensaciones y
vivencias sin necesidad de entender la letra en la mayoría de casos.
Esta es su idea tanto con el primer Mad
Max como con ésta y posiblemente la
adrenalina y tensión que transmiten muchas escenas de la película
sea universal para cualquier espectador del mundo. Con esto quizás
se entienda que antes que el guión, Miller tuviera un storyboard de
todo el proyecto. Y es que el enfoque del director se centra sobre
todo en su fotografía y en ilustrar la historia mediante sus
imágenes e imaginería. De hecho, los protagonistas no son muy
elocuentes en discursos, sino más bien parcos en palabras.
Esta
parquedad también afecta a la historia en sí, pues, al igual que en
la cinta de 1979, aquí tampoco se nos inunda precisamente a
información sobre el por qué de la situación en la que viven, de
cómo llegó al poder Inmortan Joe o demás detalles sobre la
Ciudadela, Miller no está preocupado en explicaciones innecesarias,
sino que prefiere que sea el espectador el que vea y deduzca su
funcionamiento, interprete e interactúe con lo visto. Pero ojo, esto
no es despreocupación de su autor, de hecho George Miller tiene una
“biblia” sobre el universo Mad
Max con todos los detalles habidos y
por haber para que todo tenga su sentido, pero prefiere que las
imágenes hablen por sí mismas.
En
Furia en la carretera,
los depósitos de los coches se llenan con gasolina y los Hombres de
la Guerra se llenan con sangre. Es un detalle bastante simbólico en
este mundo delirante, un western-punk bizarro que asalta las retinas
sin piedad alguna. La forma en que su estética visual impacta al
espectador se me asemeja un tanto a lo que supuso en su día el 300
de Zack Snyder, solo que Miller el 80% de los efectos especiales que
usa para la película son explosiones, decorado, especialistas y
maquillaje reales, no digitales. Esto, quieras que no, aporta una
viveza única a la película, y apuesto a que un aura más atemporal
que otras películas contemporáneas de cara al futuro, y que
compenetra muy bien con el concepto de un mundo donde todo se
recicla, toda chatarra sirve como arma, carrocería o brazo mecánico.
Este toque “rústico” y austero que caracteriza este mundo
post-apocalíptico, juntado a la pasión por el motor hace que los
coches de Fast & Furious
parezcan para “nenazas”, esos coches pintorescos y nitros más de
cara a la galería que a otra cosa, frente al metal, acero, arena y
suciedad por todos lados.
Ahora
bien, si por todo esto pudiera parecer un clima propio de hombres, la
película ya se encarga de salirse de tal etiqueta gratuita
ensalzando y poniendo de relieve la importancia de la figura femenina
en su historia. Encabezada por esa Imperator Furiosa, la magna
Charlize Theron que da tanta réplica a Max que acaba siendo la reina
de la función por derecho propio. En contrapunto a la dureza y
ferocidad de su personaje, tenemos a las Cinco Esposas, de belleza
inmaculada y pureza impropia de tal mundo, a merced del podesoro
Inmortan Joe que buscarán mejor fortuna al lado de Furiosa. Y, para
poner la guinda a este festín de feminidad, están las Vuvalini,
clan en el que la situación y el tiempo ha hecho mella, con mujeres
de 60, 70 e incluso 80 años, pero que lejos de parecer desvalidas,
darán guerra a lomos de sus motos. Quizás menos llamativo pero en
absoluto desapercibido se encuentra Tom Hardy en su rol de Max
Rockatansky, que tiene tanto la bendición de Mel Gibson como la
nuestra. Sale victorioso del reto, y para la mente nos quedará cómo
habría podido ser el Max de Heath Legder, quien rondó bastante el
proyecto antes de su muerte. Nicholas Hoult (quien ultimamente se
está haciendo bastante hueco en la industria) como Nux y Hugh
Keays-Byrne como Inmortan Joe dejan también papeles para el
recuerdo. También habría que sumar en el catálogo de personajes
icónicos a Rictus Erectus y Corpus Colossus como hijos de Inmortan
Joe, El comepersonas y el Recolectos de balas o uno de mis
preferidos, The Doof Warrior (interpretado por iOTA), ese tío que
toca la guitarra de doble mástil en el camión con bafles enormes y
que le salen llamas de la misma (y ojo que esto tampoco es digital!).
Y
si pintorescos son sus personajes, la salsa de Mad
Max: Fury Road son sus escenas de
acción, sus persecuciones extremas, que lucen tan espectaculares por
los desiertos de Namibia gracias al sistema de Edge Arm, que ofrece
la posibilidad de poner una cámara de forma segura en cualquier
lugar, y permite obtener tomas realmente sorprendentes. Esto rompe
con las limitaciones que había tenido Miller en las anteriores
entregas de la saga y le da rienda suelta para retratar este viaje de
ida y vuelta con esa locura que debe tener. Las numerosas escenas de
acción están muy coreografiadas y estudiadas para su seguridad,
hasta el punto que los 65 hombres que configuran el ejercito de
Inmortan Joe son todos especialistas de acción que, en vez de
suplantar a un actor en las escenas de riesgo, interpretan en todo
momento a los Hombres de la Guerra. Las escenas que tanto quitaban el
sueño a Miller con los hombres-pértiga muy al estilo de los viejos
piratas saqueando barcos han acabado siendo un gran atractivo en la
película, sin resultar un riesgo alguno para la seguridad de los
hombres que las actúan, y no por ser precisamente efectos digitales,
sino por un trabajoso sistema formado por una plataforma con forma
de metrónomo invertido capaz de trabajar de forma fluida, suave y
consistente; y una pértiga, que alcanzaba más de 9 metros de
altura, que utilizaba como contrapeso un bloque motor situado en la
base y colocado en el punto de apoyo, que podía adaptarse a
diferentes artistas y
movimientos. Un ejemplo más del gran trabajo tanto artístico como
técnico que hay detrás de Mad Max:
Furia en la carretera.
Y
a todo este conjunto ya sólo le faltan dos elementos para conformar
la gran ópera-rock del cine de acción de este 2015. Una es la banda
sonora de Junkie XL, en perfecta sintonía con la película y sus
escenas. Impactante y embelesadora. Y el otro elemento es lo que
recogen estas palabras de Charlize Theron: “La película tiene
pequeñas joyas para aquellos que hayan visto las películas
anteriores y, a la vez, creo que Miller ha creado algo que tendrá
una gran repercusión en una generación nueva que no creció viendo
Mad Max.
Eso es lo bonito de Furia en la
carretera",
que recoge la idea que adelantaba en el primer párrafo. Y es que si
Mad Max
de 1979 fue de culto, esta Furia en la carretera contiene elementos
tan icónicos como aquella y que seguramente acabará siendo tan de
culto con el tiempo como su predecesora.
Además,
como colofón final, tampoco se olvida de los fans, y esconde
pequeños guiños y/o detalles la anterior saga de Mad
max,
como son los V8, caja de música, los ojos saltones antes de la
colisión (de hecho, es la misma escena de Mad
max: salvajes de autopista),
o el mismísimo Hugh Keays-Byrne (Cortaúñas en Mad
max
original y aquí Inmortan Joe). Todo un espectáculo, de los buenos,
tanto para viejos como nuevos espectadores, y eso hoy en día no lo
consigue cualquiera.
7,75/10
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