lunes, 10 de octubre de 2016

Narcos Temporada 2. El fin de un capítulo




Ha pasado poco tiempo pero en los términos del “tiempo-netflix” parece que fuera mucho más: con Narcos parece que la reseña llega tarde pese a hacer poco más de un mes apenas que se estrenó. Aceptamos la regla del juego; aceptamos que mi incapacidad de seguir el frenético ritmo de las producciones televisivas provoca que llegue siempre tarde a la fiesta, y eso es lo que ha hecho que normalmente reniegue de comentar las producciones de esta plataforma que están destinadas a una explosión comercial más visible. Sin embargo, y más allá de que el nuevo juguete mediático de la plataforma “Luke Cage” parece indicar que el tiempo de hablar de Narcos ha expirado, haber reseñado aquella primera temporada me deja con la responsabilidad de reseñar el cierre de este díptico sobre la vida de Pablo Escobar englobado en esta serie que parece haber aceptado el complejo reto de abarcar la vida de los Narcos colombianos en su totalidad.


En su día dijimos de la serie de José Padilha y compañía había buscado el equilibrio entre el entretenimiento al más puro estilo norteamericano, (aprovechando la popularidad ascendente de los malos carismáticos en las series de televisión) y la mirada crítica de un latino a la invasión extranjera que resultó de la funesta caza de Escobar. La primera nota que destaca en esta segunda temporada es que ese equilibrio parece perderse en función de los fuegos artificiales, de los golpes de efecto y de la manipulación de los hechos en favor del dramatismo. No hay que equivocarse y pensar que eso no estaba en la primera temporada, sin embargo la profundidad de la crítica política en esta segunda parte queda enterrada bajo kilos y kilos de momentos top de tensión y acción terrorista que ha “reducido” (lo pongo entre comillas porque esto no es nada malo) el espectáculo al puro entretenimiento intrascendente con toques que rozan la fantasía (el agente de la CIA presentado casi como un fantasma conspirador es el corolario). No hay mucha diferencia entre la propuesta de Narcos y las grandes obras de gánsteres o de espías clásicas americanas, que eran tan maravillosamente entretenidas (algunas hasta obras maestras) como inútiles para entender la realidad social en las que sucedían los acontecimientos, o a los países que se involucraban los personajes. No puedo dejar de pensar en “Con la muerte en los talones” (salvando las enormes distancias de calidad) como la mejor manera de explicar con qué tipo de entretenimiento estamos tratando. Y este es el primer mandamiento que todo el que se acerque a Narcos no puede dejar de cumplir: Por mucho que la serie se vista de un traje de trascendencia no puedes esperar entender la compleja realidad del narcotráfico en la región ni mucho menos lo que significó para Colombia la invasión norteamericana; la serie es pura explosión “palomitera” de la buena. Una forma de resumirlo mejor sería decir que esto es probablemente lo más cercano que tenemos a lo que Padilha quería hacer con Robocop, y que no le hayan permitido experimentarlo demuestra lo mal que está ese sector más rancio del Hollywood actual a la hora de reconocer un buen negocio.


Quizá lo peor de esta segunda temporada de Narcos es que se acaba el gas para explorar en los personajes principales, hasta el punto de que el propio Escobar queda un tanto desdibujado. Ciertamente, aunque la serie no se siente estirada para nada, esta segunda temporada bien pudo estar anexada a la primera como clímax dramático de la persecución de Escobar. Realmente no había nada que mostrar más allá del festival de luces de una persecución agobiante y maravillosamente llevada que nos tiene pegados a los asientos durante 10 episodios. Y se podrá decir que es suficiente, pero la carencia se nota mucho cuando estos personajes (especialmente los del “lado bueno” que ya eran lo peor de la primera temporada) aparecen por momentos desfilando ante la cámara sin mucha más motivación que los caprichos de titiritero. Ni Peña saltándose los procedimientos legales, ni Murphy cayendo lentamente en la espiral de violencia del país, ni el pobre intento de acercar humanidad al personaje de Pablo en los últimos episodios, son tramas que dejen pozo porque a la serie apenas le importan. Son meros trámites a cumplir para recordarnos lo que ya se contó en la primera temporada.


Otro detalle son las serias dudas que deja este final de cara al futuro de la ficción. ¿No es una contradicción acaso haber tomado este explosivo camino durante la segunda temporada sabiendo que la salida de Escobar del primer plano deja huérfana a la serie de su figura emblemática y su principal reclamo comercial? ¿Acaso no es el cartel de Cali, tal y como nos lo han mostrado, todo lo contrario a lo que la serie nos ha definido como entretenido? ¿Podrá sobrevivir la serie al final del capítulo más llamativo y abordar aquellos que tuvieron menos repercusión mediática con la misma efectividad? ¿O es que el cambio de status quo al final de la temporada provocará cambios radicales en la forma en que la ficción se entiende a sí misma?


Pero al César lo que es del César. En su momento, el final de la primera temporada había dejado serias dudas sobre qué camino iban a tomar y sin embargo Narcos cerró el capítulo Escobar con uno de los espectáculos más inolvidables de los que tenga memoria este año. Wagner Moura ha vuelto a la piel del líder criminal con el mismo acierto que antes y con mejor castellano, mientras que Damián Alcázar pone todo su potencial en el personaje de Gilberto Orejuela, el hombre que está llamado a ser el malo de las próximas entregas. Aunque no ha dirigido ningún episodio este año, el estilo de Padilha y su amor por los tensos planos secuencias está muy presente para dotar a la serie de un virtuosismo único.


Podemos confiar en que se encontrará la forma de abordar a los nuevos personajes de una forma adecuada pues al fin y al cabo Netflix sigue demostrando que es una máquina de fabricar éxitos. Aunque cada vez queda más en evidencia que sus series están pasando por las manos de asesores de marketing más de lo debido, diría con toda seguridad que la serie continuará su éxito el próximo año y que seguramente estaremos hablando de ella.

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