Stefan Ruzowitzky tiene
una filmografía cuanto menos singular. Combinando obras interesantes
como Los herederos o la
ganadora del Oscar a mejor película de habla no inglesa,
Los falsificadores; con
películas de carne de videoclub como Anatonía y
Anatomía 2 o la película
infantil sobre Kika Superbruja.
Y
ahora con el salto a Estados Unidos, donde se ha realizado su última
película, no parece que su carrera vaya a despuntar tampoco. Y es
que La huida (Deadfall) ya
fue sinónimo de problemas desde su rodaje a diez bajo cero en
Canadá. Digamos que no era el entorno de ensueño para sus actores,
especialmente para Olivia Wilde que se pasa unas cuantas escenas con
mini falda... Luego vino la muerte de Catherine Colvey, que hace el
papel de Vicky Wienrick. Diez meses después se estrenó en el
festival de Tribeca, pero no cosechó buenas críticas en general y
la película se estrenó en VOD un mes antes de su limitado estrenos
en salas estadounidenses. Evidentemente su recaudación fue muy
pobre, apenas unos 19.000 dólares (de once salas) cuando se calcula
que su presupuesto fue de unos 12 millones. Por ello no es de
extrañar que su estreno en España venga tan tarde y más por
compromiso que por otra cosa.
Realmente
ante tantos apuntes en contra uno se espera una película mediocre, y
aunque el resultado no se aleje en demasía, al menos hay ciertos
detalles que pueden hacer que su visionado no sea del todo una
pérdida de tiempo.
Por
un lado tenemos un reparto cuanto menos interesante en cuanto a
nombres: Eric Bana (del cual hablaremos más adelante), Olivia Wilde
(que hace poco vinos en Rush),
el hijo de la anarquía Charlie Hunnam (también visto hace poco en
Pacific Rim) y los
veteranos Sissy Spacek y Kris Kristofferson (a los cuales siempre es
un gustazo ver).
La
ambientación, que apunta al concepto del western pero modernizado,
tiene presencia. Ese paisaje alejado de todo, la frialdad de sus
personajes representada por la nieve siempre presente que
inevitablemente evoca a Fargo
de los Coen (siempre salvando las distancias) sería otro de sus
puntos a favor.
Y,
desde luego, la escena de Acción de Gracias, hacia el final de la
película, logra la tensión necesaria para levantar en parte la
película y dejar mejor sabor de boca.
Lo
malo viene cuando justo dicha tensión no aparece en la película
nada más que en las escenas iniciales y en la nombrada del final, el
resto del metraje sufre una fuerte falta de garra a causa de un guión
flojo del desconocido Zach Dean (en IMDB sólo le figura este
trabajo) llenando el metraje de diálogos vacuos y refritos de
thrillers ya vistos, lo que hace previsible la historia y aletarga al
espectador en la espera de la ansiada escena de marras.
Lo
que empieza con un robo a un casino, prontamente se vuelve un
mcguffin para hacer un planteamiento sobre las familias
disfuncionales haciendo que el thriller pierda fuerza en pos de un
drama familiar que tampoco llega a explotarse como debiera.
Aparte,
como trama secundaria encontramos la historia de Treat Williams y
Kate Mara como Sheriff e hija del mismo respectivamente, que se nota
menos trabajada poco aporta a la trama general, lastrando más aún
el ritmo del metraje.
Pese
a todo se deja ver aunque no aporte nada al género, y según la
paciencia del espectador y de las fuerzas que llegue al final de la
cinta, determinará si la película se queda con la etiqueta de
regulera o ligeramente interesante. En cualquier caso, al menos nos
sirve para recuperar a Eric Bana, que aunque no ha llegado nunca a
desaparecer, del futuro prometedor que se le auguraba desde
principios del 2000 con Chopper
y las superproducciones que le siguieron, desde Munich
no ha vuelto a tener un papel verdaderamente destacable. Quizás el
fallo de Hulk y Troya
en taquilla hizo que las productoras se pensasen dos veces la
rentabilidad de Eric Bana en películas de alto presupuesto. Lo que
no se le puede negar es que el australiano tiene porte y presencia, y
suele llenar la pantalla en los variados géneros y papeles en los
que ha trabajado. De hecho, si el proyecto sigue adelante, es
probable que en el futuro le veamos en la piel del mismísimo rey del
rock, Elvis, en Elvis & Nixon.
Mientras
Eric espera ese papel que le devuelva al candelero en Hollywood,
habrá que medio conformarse con películas como La huida,
que sin ser destacables, contienen leves chispas de ingenio.
5,5/10
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