Los
futuros distópicos dan mucho juego en la literatura y en el cine. Y
si lo mezclamos con algo del estilo Gran
hermano más una
crítica al poder, tenemos un potencial éxito entre manos. Suzanne
Collins alcanzó la fama gracias a su saga literaria de ciencia
ficción Los juegos
del hambre.
Ambientada en el futuro, los ricos representados por el Capitolio,
quienes dominan el país, se divierten haciendo sufrir a los pobres
de manera extremadamente cruel. Cada año, los doce distritos que
rodean el Capitolio están obligados a ofrecer un tributo masculino y
otro femenino para participar en los Juegos del Hambre, donde
lucharán a muerte ya que sólo puede sobrevivir uno. Además, estos
juegos son emitidos en directo por la televisión para disfrute de
las clases altas.
La
primera entrega cinematográfica de Los
juegos del hambre consistía
básicamente en lo que hemos contado en el primer párrafo. En ella,
Katniss Everdeen se ofrecía voluntaria como tributo en lugar de su
hermana pequeña. Lograba sobrevivir a la encarnizante lucha junto a
su compañero de distrito, Peeta Mellark. En Los
juegos del hambre: En llamas,
el Capitolio está explotando la historia de amor de Katniss y Peeta
quienes viajan por todos los distritos haciendo el Tour de la
Victoria. Katniss nota en esos viajes indicios de una rebelión
naciente pero el presidente Snow anuncia la llegada de los 75 Juegos
del Hambre (El Vasallaje de los 25, juego especial que se realiza
cada 25 años) en el que tendrán que competir por la supervivencia
los tributos ganadores de otras ediciones de los juegos.
Esta
secuela supone una evolución madurativa en varios niveles respecto a
la primera parte. En el apartado de dirección, es más nítido y
podemos ver con mayor claridad los avatares en la lucha. Francis
Lawrence ha sabido imprimir su huella en este ambicioso proyecto
donde el estilo visual (y la calidad en general de todo el apartado
técnico) es más llamativo que en la primera entrega. Ahí queda el
ejemplo de la fiesta en el Capitolio con todos esos vestidos y looks
imposibles o la isla de la arena, tan camaleónica y todos los
efectos especiales empleados en ella. En cuanto a la historia en sí,
se le nota más madurez en general. Los personajes han crecido
emocionalmente y lo demuestran con sus comportamientos más
estudiados. Lo importante aquí va a ser ver cómo colaboran y hasta
qué punto van a confiar Katniss y Peeta en el resto. Lo peor (y en
cierto modo también lo mejor) de En
llamas es su
carácter de película transitoria. Todo queda preparado de cara a la
última y conclusiva entrega dejándote al final con la sensación de
'No puede acabar ahora... ¡¡¡necesito saber más!!!'. Esta
sensación se ve acrecentada, además, porque a pesar de durar casi
dos horas y media y sin tener un ritmo frenético en ningún momento,
En llamas
es tan sumamente entretenida, inteligente y disfrutable que el
espectador no mirará el reloj ni una sola vez.
Además,
también supone una evolución en datos de taquilla y rentabilidad.
Los juegos del
hambre: En llamas ha
conseguido ser la mejor apertura en lo que va de año en España y se
ha posicionado número uno en taquilla recaudando más de 4 millones
de euros y siendo vista por más de 600.000 espectadores en tan sólo
su primer fin de semana, doblando los datos de su predecesora. Un
gran éxito para un gran blockbuster.
7/10
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