Si en abril nos llegaba
Tipos
legales, una película sobre el último trabajo de tres
ex-mafiosos ya entrados en años protagonizada por tres viejas
glorias (Pacino, Walken y Arkin), ahora aterriza en las carteleras
españolas Plan en Las Vegas, otra película de similar
estructura, esta vez cambiando a los tres gángsters por cuatro
amigos sexagenarios cuyo “último trabajo” es la despedida de
soltero de uno de ellos. Como ocurría en la primera, también está
protagonizada por actores de renombre con una larga y gran
trayectoria a sus espaldas: Morgan Freeman, Kevin Kline, Michael
Douglas y Robert De Niro (que, como curiosidad, es la primera vez que
coinciden los cuatro en una misma película). Todos ellos han ganado
en alguna ocasión el máximo galardón de la Academia de Hollywood y
entre los cuatro cuentan en su haber unas catorce nominaciones.
Además, al igual que en
Tipos Legales, aquí
también se apela a cierto aire nostálgico y entrañable durante
toda la película.
Como si se tratase un
híbrido entre Resacón en las Vegas y Cuenta Conmigo,
cuatro amigos inseparables que se conocen desde los seis años
reciben la noticia de que uno de ellos va a casarse (a estas alturas)
y no se lo pensarán dos veces para reunirse como en los viejos
tiempos y montar por todo lo alto una juerga en Las Vegas. El
director Jon Turteltaub (Phenomenon,
La búsqueda, El
Chico, 3 pequeños
ninjas...) enfoca la película
con cierto tono maduro, pese a que la asociación “despedida de
soltero” y “Las Vegas” suenen a todo lo contrario. Nos presenta
la historia tratando la amistad y la vejez como temas principales, lo
que hace que la comedia adquiera cierto cariz dramático en algunos
tramos. Esto significa que los que esperan un Resacón en
las Vegas en versión 3ª edad
se vayan olvidando. Porque sí, hay puntos cómicos y escenas de
risas, pero la dirección y ritmo empleados no es tan alocada,
sacrificando comicidad por entrañabilidad. Esto hace también que el
público potencial aumente de rango, desde jóvenes hasta gente
cercana a la edad de los protagonistas.
Por
contra, la historia no ofrece nada nuevo para considerarla atractiva.
Morgan Freeman es un abuelo que, tras haber sufrido un ataque
cardíaco, su hijo lo cuida como si fuera un niño más y se siente
encerrado en su propia casa; Kevin Kline es un marido aburrido de su
vida y falto de chispa en su matrimonio y Douglas y De Niro comparten
historia sentimental al haber estado enamorados de la misma mujer.
Estos tres conflictos que arrastran los protagonistas, que ya de por
sí suenan poco atractivos, se resuelven de forma previsible y
convencional.
Si
bien se le puede achacar que la historia no arriesga, amarrada a un
guión de manual, de personajes y situaciones esquematizadas y
arquetípicas, contar con cuatro monstruos de la interpretación es
sinónimo de garantía, ya que por sí solos levantan prácticamente
cualquier película, sobre todo si ruedas con los cuatro a la vez y
haces que se lo pasen genial (pues eso se traslada a la gran
pantalla)
Una
vez aceptado este hecho, el quid está en simplemente dejarse llevar
y disfrutar con el carisma que desprenden los cuatro y sus dos o tres
gags de carcajadas. Si eres capaz de pasar por alto la floja
historia, entonces podrás ver que su duración es la adecuada, no
hay repetición de chistes y la sonrisilla complaciente en el
espectador es una constante a lo largo de la película.
Y
es que si la pretensión es la de hacer pasar un rato ameno y lo
consigue, no hay nada más que decir. Objetivo cumplido.
6/10
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