A mediados de los noventa
Vince Vaughn empezó a asomar su cabecita por los circuitos
independientes. Se empezó a hablar de él gracias a la comedia
dramática Swingers pero se
hizo famoso por interpretar insulsamente el papel de Norman Bates en
el remake de Psicosis pergeñado
por Gus Van Sant. Aunque ha participado en unos cuantos dramas
-psicológicos-, en la última década Vaughn se ha especializado
sobre todo en las comedias tontainas protagonizadas por hombres de
carácter inmaduro. Está encasillado en ese tipo de roles y, lo que
es aún peor, muy pocas veces resulta gracioso y creíble (y mucho
menos entrañable, debido a su cara con facciones de psicópata).
¡Menudo fenómeno! es
una comedia romántica más dentro de su lineal carrera. Su personaje
aquí es un patético cuarentón que ha decepcionado siempre a todos
sus seres queridos. Trabaja en el negocio familiar de su padre como
repartidor de carne y debe 80.000 dólares por los chanchullos varios
a los que se dedica. Su novia le ha dado un ultimátum cuando se
entera de que está embarazada y piensa que él no está capacitado
para ejercer como padre. La cosa empeora cuando un abogado se
presenta en su casa y le explica que, por sus donaciones de semen
hechas hace veinte años bajo el nombre de Starbuck, ha engendrado 533 hijos. De esos, 142 van a
ir a juicio para intentar derribar las leyes que avalan el anonimato
de los donantes de esperma y así conocer la identidad de su padre
biológico.
El vuelco que le ha dado este notición al personaje de Vaughn le servirá para plantearse cómo reorganizar su vida pues puede ser su última oportunidad. Como no puede ejercer de padre de más de 100 hijos, decide hacerles de ángel guardián y velar por cada uno de ellos, en la medida de lo posible. La película se balancea entre un humor simplón, inmaduro y de brocha gorda, digno del personaje principal, y el dramatismo fácil. La insipidez de un relato previsible y de manual, no explota las ridículas posibilidades de ser padre de una familia excesivamente numerosa. Se intenta apelar a la emotividad del espectador para hacerse cómplice de la redención de Vaughn en su lucha por crecer, madurar y tratar de reconducir su vida pero no lo consigue en ningún momento debido a la falta de salero de éste. Tampoco ayuda la poca química que demuestra junto a su compañera Cobie Smulders, más perdida que un belieber en un concierto de Los Rolling Stones.
El vuelco que le ha dado este notición al personaje de Vaughn le servirá para plantearse cómo reorganizar su vida pues puede ser su última oportunidad. Como no puede ejercer de padre de más de 100 hijos, decide hacerles de ángel guardián y velar por cada uno de ellos, en la medida de lo posible. La película se balancea entre un humor simplón, inmaduro y de brocha gorda, digno del personaje principal, y el dramatismo fácil. La insipidez de un relato previsible y de manual, no explota las ridículas posibilidades de ser padre de una familia excesivamente numerosa. Se intenta apelar a la emotividad del espectador para hacerse cómplice de la redención de Vaughn en su lucha por crecer, madurar y tratar de reconducir su vida pero no lo consigue en ningún momento debido a la falta de salero de éste. Tampoco ayuda la poca química que demuestra junto a su compañera Cobie Smulders, más perdida que un belieber en un concierto de Los Rolling Stones.
No todo es negativo. Las
pocas risas que soltaremos a lo largo de ¡Menudo fenómeno!
llegan de la mano del genial
Chris Pratt quien, cada vez que comparte una escena con Vaughn se lo
merienda, y no porque haya querido tenido que engordar para su papel
de abogado fracasado y padre de cuatro niños en su caótica familia,
si no porque resulta entrañable, tierno, cercano y simpático.
Poco hay rescatable para nosotros, pues, en esta ¡Menudo fenómeno!. Y más si tenemos en cuenta que es un remake de la reciente y exitosa comedia canadiense Starbuck (2011). Es el propio director y guionista de la versión francófona quien ha adaptado y dirigido su película al inglés. El resultado es similar a otras innecesarias producciones del estilo (13 Tzameti, Funny Games U.S. …) pues, aparte de no aportar nada nuevo y más habiéndose hecho con tan poco espacio de tiempo, pierde el carácter único, el carisma de sus personajes y no innova ni añade matices. Sólo les sirve a los directores para llenarse más los bolsillos con un copia y pega de sus obras aunque, al menos, conserven la dignidad de no dejar que otros metan mano en sus productos.
Poco hay rescatable para nosotros, pues, en esta ¡Menudo fenómeno!. Y más si tenemos en cuenta que es un remake de la reciente y exitosa comedia canadiense Starbuck (2011). Es el propio director y guionista de la versión francófona quien ha adaptado y dirigido su película al inglés. El resultado es similar a otras innecesarias producciones del estilo (13 Tzameti, Funny Games U.S. …) pues, aparte de no aportar nada nuevo y más habiéndose hecho con tan poco espacio de tiempo, pierde el carácter único, el carisma de sus personajes y no innova ni añade matices. Sólo les sirve a los directores para llenarse más los bolsillos con un copia y pega de sus obras aunque, al menos, conserven la dignidad de no dejar que otros metan mano en sus productos.
3,5/10
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