La expresión “si los cerdos
volasen” es comúnmente usada para hablar al respecto de una situación de carácter
casi extraordinario y buena para todos en el improbable caso de que ocurriera. Bajo
esta premisa de cuento casi extraordinario nos llega esta agradable comedia
francesa dirigida por Sylvain Estibal y ganadora del Premio Cesar a mejor ópera prima en 2011.
Jafar es un humilde pescador en la franja de gaza con demasiados problemas. Su casa está ocupada por soldados para controlar una carretera, debe dinero y apenas consigue pescar nada para alimentarse. Vive con su mujer como buenamente pueden hasta que un día cae en sus redes un cerdo. Aquel suceso, tan improbable y disparatado, hace que su vida cambie completamente. El argumento está algo cogido con pinzas. Evidentemente, si la premisa que da inicio al resto de la trama se sustenta en este improbable hecho, es difícil creer el resto, pero lo cierto es que el desarrollo de los acontecimientos inmediatos y la pericia de Estibal hace que no te salgas de la película de a las primeras de cambio, es más, consigue atraparte dado lo inverosímil de la situación, te envuelve ante la incertidumbre de saber qué va a hacer el pobre Jafar con el cerdo. Además, hay que tener en cuenta que para los musulmanes el cerdo es un animal impuro, por lo que no será especialmente fácil para Jafar librarse del animal.
Tras el arranque, en la que la
comedia sin adornos y las situaciones cómicas bien llevadas por el gran trabajo
de Sasson Gabai, hacen que sea la mejor parte de toda la película, el desarrollo se
vuelve torpe y pasa de la comedia a la auto parodia sin mucho concierto. Es
realmente cuando se nota una preocupante falta de cohesión argumental en busca
de una solución que, aun manteniendo el
equilibrio entre la comedia de situación, el gag surrealista y la reivindicación
política y social, no sea lo bastante
disparata como para echar a perder toda la película. Aun así, son varios los
momentos en los que la película avanza sin un ritmo, va y viene, únicamente
guiada por un Sasson Gabai de lo más inspirado. Hay situaciones de un humor
exquisito, pero hay otras que sencillamente no funcionan. Quizá sea yo, que
este tipo de comedias sobre un tema tan delicado a veces me resultan demasiado
distantes con la realidad.
En ningún momento la película
deja de ser entretenida, quizá ese sea el punto a favor que hace que la película
al final, aun dejando un regusto a mediocridad, pueda ser disfrutable en
general. Al margen de la comedia, los
intentos de Jafar por deshacerse del pobre animal nos muestran una realidad
bastante penosa a cerca de la vida en la franja de Gaza. El tono reivindicativo
es evidente en algunas partes, sobre todo al final, cuando el desenlace precisa
de esa conclusión a modo de mensaje directo al espectador. Funciona en parte,
al ser un tema conocido, en seguida podemos identificar la situación de los
personajes, pero el aislamiento y la reiteración de las formulas cómicas
propias de la comedia de situación, hacen que la visión no sea una visión
global y eso propicia que el factor político quede a un nivel por debajo de lo
esperado.
En definitiva, el loable intento
de Sylvain Estibal por hacer una comedia fresca y reivindicativa resulta
fallido en parte por la falta de profundidad reivindicativa y por el fallido
desarrollo de los acontecimientos. No obstante, no deja de ser una película
entretenida con algunos buenos momentos.
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