domingo, 10 de noviembre de 2013

Un cerdo en Gaza. No es país para cerdos.


La expresión “si los cerdos volasen” es comúnmente usada para hablar al respecto de una situación de carácter casi extraordinario y buena para todos en el improbable caso de que ocurriera. Bajo esta premisa de cuento casi extraordinario nos llega esta agradable comedia francesa dirigida por Sylvain Estibal y ganadora del  Premio Cesar a mejor ópera prima en 2011. 

Jafar es un humilde pescador en la franja de gaza con demasiados problemas. Su casa está ocupada por soldados para controlar una carretera, debe dinero y apenas consigue pescar nada para alimentarse. Vive con su mujer como buenamente pueden hasta que un día cae en sus redes un cerdo. Aquel suceso, tan improbable y disparatado, hace que su vida cambie completamente. El argumento está algo cogido con pinzas. Evidentemente, si la premisa que da inicio al resto de la trama se sustenta en este improbable hecho, es difícil creer el resto, pero lo cierto es que el desarrollo de los acontecimientos inmediatos y la pericia de Estibal hace que no te salgas de la película de a las primeras de cambio, es más, consigue atraparte dado lo inverosímil de la situación, te envuelve ante la incertidumbre de saber qué va a hacer el pobre Jafar con el cerdo. Además, hay que tener en cuenta que para los musulmanes el cerdo es un animal impuro,  por lo que no será especialmente fácil para Jafar librarse del animal. 

Tras el arranque, en la que la comedia sin adornos y las situaciones cómicas bien llevadas por el gran trabajo de Sasson Gabai, hacen que sea la mejor parte de toda la película, el desarrollo se vuelve torpe y pasa de la comedia a la auto parodia sin mucho concierto. Es realmente cuando se nota una preocupante falta de cohesión argumental en busca de una solución que, aun manteniendo el equilibrio entre la comedia de situación, el gag surrealista y la reivindicación política y social,  no sea lo bastante disparata como para echar a perder toda la película. Aun así, son varios los momentos en los que la película avanza sin un ritmo, va y viene, únicamente guiada por un Sasson Gabai de lo más inspirado. Hay situaciones de un humor exquisito, pero hay otras que sencillamente no funcionan. Quizá sea yo, que este tipo de comedias sobre un tema tan delicado a veces me resultan demasiado distantes con la realidad. 



En ningún momento la película deja de ser entretenida, quizá ese sea el punto a favor que hace que la película al final, aun dejando un regusto a mediocridad, pueda ser disfrutable en general. Al margen de la comedia,  los intentos de Jafar por deshacerse del pobre animal nos muestran una realidad bastante penosa a cerca de la vida en la franja de Gaza. El tono reivindicativo es evidente en algunas partes, sobre todo al final, cuando el desenlace precisa de esa conclusión a modo de mensaje directo al espectador. Funciona en parte, al ser un tema conocido, en seguida podemos identificar la situación de los personajes, pero el aislamiento y la reiteración de las formulas cómicas propias de la comedia de situación, hacen que la visión no sea una visión global y eso propicia que el factor político quede a un nivel por debajo de lo esperado. 

En definitiva, el loable intento de Sylvain Estibal por hacer una comedia fresca y reivindicativa resulta fallido en parte por la falta de profundidad reivindicativa y por el fallido desarrollo de los acontecimientos. No obstante, no deja de ser una película entretenida con algunos buenos momentos. 

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