“¿Cuándo
se convierte un padre en padre?
Como
padre, me hago esta pregunta apremiante a la que no encuentro
respuesta. Cuando mi hija nació hace seis años, mi esposa se
transformó en madre al instante. Supongo que no todas las mujeres
pasan por una metamorfosis semejante, pero al observarla amamantado a
la niña, me sentía algo distanciado, sin tener muy claro lo que era
ser padre, aunque me sentía feliz de serlo.
Seis
años después, me he acostumbrado a oír a mis amigos y conocidos
decir que mi hija se parece mucho a mí. Si comparo nuestros rasgos,
como la boca y los ojos, siento que mi ADN ha dejado su marca.
Y
en este caso, ¿un hombre se convierte en padre porque se da cuenta
de que comparte la misma sangre con su hijo? ¿O se debe al tiempo
que pasan juntos? Y si no acepto del todo ser padre, ¿se debe
entonces a no haber pasado bastante tiempo con mi hija? ¿Se es padre
por sangre o por el tiempo que se comparte? Empecé a pensar que este
dilema personal podía ser el tema de una película.
Así
es como nació De tal padre, tal
hijo. Dilemas, preguntas e incluso
tristezas que nunca había vertido con tanta candidez en el
protagonista de una película.
Ahora,
la película está terminada, acabada, pero tanto el protagonista
como yo seguimos planteándonos la misma pregunta.”
18
de abril de 2013
No
hay mejor introducción posible que las propias palabras de su
director para ilustrar la complejidad del relato y la explosión de
sentimientos y sensaciones que produce el visionado de De tal
padre, tal hijo.
Arrasando
allá por donde pasa, gustando tanto a la crítica (premio del jurado
en Cannes) como al público (premio del público en San Sebastián) y
recibiendo un sonoro aplauso en la inauguración de la Semana
Internacional
de Cine
de Madrid,
la película no merece menos elogios.
Kore-eda y Almodóvar posan juntos en la
|
La
película cuenta la historia de dos familias unidas por el avatar del
destino y la negligencia de un hospital, que intercambió a sus hijos
al nacer, hace ya seis años. Ahora se les presenta la importante
pregunta de ¿con qué hijo me quedo? ¿Mi hijo natural, sangre de mi
sangre, o el hijo que he criado durante seis años y al que he dado
todo mi amor?
El
cine de Kore-eda se centra muy a menudo en la familia y la
paternidad, y con el fallecimiento de su padre hace diez años y su
propia paternidad hace seis, el propio Kore-eda reconoce que es un
tema que le crea inquietud y que seguramente siga vigente en sus
próximas películas.
De
tal padre, tal hijo surca
este tema “adornado” con el tema del intercambio de niños
durante la época del boom de la natalidad en los años sesenta en
japón, pero utilizándolo solo como punto de partida hacia la
paternidad, tema que desea explorar en profundidad. El dilema moral
que supone esta situación a los padres (y a los niños, por
supuesto) se trata con pasmosa sencillez, incluso con toques de
humor, sin que esto reste reflexión al tema.
Presentando
y contraponiendo dos tipos distintos de familia, una de mejor status
social pero con un padre demasiado ocupado por su trabajo, y con la
otra todo lo contrario, un padre dedicado prácticamente por entero a
sus hijos pero que apenas se preocupa de todo lo demás.
Analizando a través de sus acciones, lo bueno y lo malo va aflorando y acompañados de Bach y Beethoven llega la catarsis emocional al interior del espectador.
Analizando a través de sus acciones, lo bueno y lo malo va aflorando y acompañados de Bach y Beethoven llega la catarsis emocional al interior del espectador.
Masaharu
Fukuyama, Yôko Maki, Jun Kunimura, Machiko Ono, dan vida a dos
familias plenamente reconocibles, siendo el reflejo de muchas de las
emociones que quiere transmitir el film de Kore-eda. Los niños, por
su parte, aportan el candor y la ternura que pone el contrapunto a
una historia compleja emocionalmente.
Si
la semana pasada llegaba Una familia de Tokio, De
tal padre, tal hijo supone el complemento ideal de la visión de la
familia de tierras niponas (pero con un mensaje universal). Mientras
una exploraba la vejez, ahora se explora los inicios de ésta, la
paternidad, el inicio real de la madurez y el compromiso que supone
formar una familia. Y, al igual que la de Yamada, supone una delicia
su visionado.
8/10
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