La primera
novela de la saga de Ender en forma de adaptación fílmica llega
esta semana a la cartelera nacional. El libro Orson Scott Card,
publicado por primera vez a mediados de los ochenta, consiguió una
pronta fama, incluido también el interés por hacerse con sus
derechos de explotación cinematográficos. Pero no ha sido hasta
ahora cuando el autor ha decidido dar el salto a la gran pantalla
produciendo él mismo la película. La primera entrega de esta más
que posible futura franquicia cinematográfica, ahora que está tan
de moda eso de adaptar saga literarias de corte juvenil y hacerlas
rentables, es más seria que sus primas-hermanas (ahí quedan
ejemplos como Los juegos del hambre, Crepúsculo o Cazadores
de sombras) y, aunque no ahonda en demasía en temas filosóficos,
sí que plantea los conflictos morales que supone una guerra y, por
qué no, la utilización de niños-soldado.
Pongámonos en
situación. Estamos en el futuro. Hace unos 50 años, unos
extraterrestres con forma de insecto atacaron la Tierra. Desde
entonces, los terrícolas se preparan para otro posible ataque, por
eso el Ejército Internacional se encarga de reclutar y formar a los
mejores adolescentes para la guerra, en una especie de entrenamiento
militar galáctico. Uno de esos jóvenes es Ender Wiggin quien
tiene todas las papeletas para convertirse en un líder nato y salvar
a la humanidad. Y será Ender quien encarne los dilemas morales antes
mencionados: qué está bien, qué está mal, si merece la pena una
guerra contra una raza alienígena que no ha mostrado signos de
violencia en las últimas décadas, si el fin justifica los medios...
Dejando a un
lado el trasfondo, El juego de Ender se
disfruta como un ejercicio bastante agradable y ameno. Haciendo un
símil con los videojuegos, esta película sería de nivel fácil. No
explota del todo la vertiente que le hubiera dado más juego – la filosófica
– y opta por hacer mayor hincapié en el espectáculo pirotécnico en miras de agradar a un número mayor de espectadores. Encontramos algunos
temas interesantes, sobre todo, para los adolescentes -no en vano son
el público objetivo- como la madurez emocional del protagonista y su
capacidad de empatía. Gavin Hood dirige esta película de forma
solvente y parece que ha encontrado su hueco en el cine de ciencia
ficción y/o acción, tras ponerse detrás de las cámaras
anteriormente en el spin-off de Lobezno. El reparto está plagado de
grandes nombres del cine actual quienes, sin destacar, cumplen con su
función: Harrison Ford, Viola Davis, Ben Kingsley o Abigail Breslin,
entre otros.
La
principal pega llega de la mano del joven protagonista Asa
Butterfield. Al personaje de Ender, con él, le falta empaque,
fuerza, para ser tomado en serio como un líder fuerte. Digamos que
nos resulta poco carismático para este tipo de papeles. Y a pesar de eso,
El juego de Ender es
lo suficientemente entretenida para que sus casi dos horas se pasen
volando. Incluso demasiado rápido si tenemos en cuenta su falso
clímax que a más de uno dejará con cara de “¿ya está?”.
6'5/10
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