Adieu au langage
Año:
2014
Fecha de estreno:
28 de Noviembre de 2014
Duración:
70 min
País:
Francia
Director:
Jean-Luc Godard
Reparto:
Héloise Godet, Zoé Bruneau, Richard Chevallier, Kamel Abdeli, Christian Gregori, Jessica Erickson, Jeremy Zampatti, Alexandre Païta
Distribuidora:
Vértigo Films
Para ponernos en situación,
cuando vas a ver una película de Jean-Luc Godard no vas a ver algo normal, eso
tienes que aceptarlo antes de entrar al cine. Una vez que empiece la película o
te dejas llevar o dile adiós a una o dos valiosas horas de tu vida. Así que
Godard es uno de esos directores que pueden crear enfrentamientos entre
ronquidos y fascinación en una sala de cine, o dejarte frío, como me ocurrió a
mí con Adiós al lenguaje. Godard a
sus casi 84 años sigue sin parar un momento, está claro que es un cineasta
inquieto y que quiere seguir mostrando cosas, pero si ya me resultaba
complicado abordar su etapa de los años sesenta de la Nouvelle Vague, en este
ejercicio totalmente experimental he sido incapaz de seguirle el juego. Al no
ser una película convencional no puede ser leída como cualquier otro film, por
lo que en este tipo de cine -como ocurriera con El árbol de la vida o La gran
belleza, salvando las kilométricas distancias- es donde surgen las
opiniones más enfrentadas, porque el cine compuesto a base de metáforas corre
el riesgo de no ser comprendido más allá de la mente de su realizador y de
algún genio iluminado que interpreta cada plano como si le fuera la vida en
ello.
Dejando a un lado la confusión
narrativa, que hace que estés más perdido en la historia que el perro que
aparece en ella, tiene que quedar constancia de que Godard tampoco parece tener
una intención narrativa expresa, por lo que no hay que buscarle demasiado
sentido a la película en esos términos. Aparte de las abundantes referencias
literarias y las citas de personajes célebres, poco más hay que comprender en
el texto. Y cuando una película te despoja de una línea narrativa comprensible
que seguir, ¿a qué te agarras? Lo normal es buscar el sentido en las imágenes,
que son las que contendrán la mirada del director, y por lo tanto su mensaje,
si es que lo hubiera, que siempre queda esa duda cuando ves este tipo de cine.
Entonces te quedan las imágenes para poder disfrutar algo de la película, pero
aquí Godard tampoco complace al espectador, ya que las imágenes no son lo
suficientemente atractivas como para compensar la orfandad de una narrativa
accesible.
Esa falta de atracción visual me
la transmitió sobre todo la posición de la cámara. Parecía que había sido
abandonada a su suerte, casi siempre en una posición rotada respecto al eje de
acción y con escasez de movimientos. Como si la cámara fuera un testigo
presencial de la acción que no tiene el interés suficiente en los eventos que
ocurren ante ella como para erguirse y observarla adecuadamente, lo que
irremediablemente se acaba transmitiendo al espectador. Lógicamente no toda la
película es así, Godard ya ha hecho suficiente cine como para saber mostrar
detalles interesantes, como los planos que divergen, superponiéndose
simultáneamente en la pantalla y muestran acciones paralelas que acaban
convergiendo de nuevo en la posición inicial. Además de planos compuestos de
forma realmente interesante, pero poco más positivo puedo sacar de Adiós al lenguaje, aparte de que sólo
dura setenta minutos que con el estrambótico montaje se dilatan y contraen
continuamente.
Respeto el cine como expresión
artística, pero no toda expresión artística aporta la misma satisfacción al
espectador que al autor. En mi opinión, el cine experimental debería suponer
una experiencia para quien lo ve, eso no depende sólo del director, sino también
de la predisposición del espectador a prescindir de los prejuicios durante un
rato y tratar de descubrir algo nuevo. Pero si el director, ya sea Jean-Luc
Godard o un chaval de veinte años que quiere hacer algo diferente, no consigue
aportarte lo suficiente como para mostrarte ese nuevo horizonte, poco más
podrá poner de su parte el espectador, que siempre parte en desventaja con respecto al autor experimental, que tratará de jugar con el pensamiento del público como si fuera un perro al que lanzarle la pelota.
3/10
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