Still Life
Año:
2013
Fecha de estreno:
21 de Noviembre de 2014
Duración:
92 min
País:
Reino Unido
Director:
Uberto Pasolini
Reparto:
Eddie Marsan, Joanne Froggatt, Karen Drury, Andrew Buchan, Neil D'Souza, David Shaw Parker, Michael Elkin
Distribuidora:
A Contracorriente
No os dejéis engañar
por tan poco atractivo título en español, que parece sacado de un
libro de autoayuda barata. Still Life ('Vida inmóvil',
literalmente) contiene mucho más cine y, además, lecciones de vida
más profundas que las cuatro palabras bienintencionadas (para el
bolsillo del autor, claro) que se plasman en esos libros banales.
Uberto Pasolini,
productor de Full Monty y Palookaville y director de
Machan, dirige con entusiasmo
y delicado tacto la historia de John May, un hombre solitario que
trabaja para el ayuntamiento organizando funerales y buscando a los
familiares de aquellas personas que han muerto solas.
Para
encarnar al complejo John May tenemos al buen actor Eddie Marshan,
quien hemos podido ver últimamente en Filth
y Bienvenidos al fin
del mundo. Nunca es
demasiado tarde supone su
primera película como protagonista absoluto y desde luego cumple
perfectamente con su papel, expresando sentimientos sin apenas
pronunciar palabra. Una vida rutinaria dedicada íntegramente a su
labor, un oficio que convierte en su motivo de vida y al que, por
supuesto, se vuelca para hacerlo de la mejor de las maneras posibles.
Nunca es demasiado
tarde nos habla de la soledad,
la muerte, la sociedad y cómo ésta ha ido dejando de lado a ciertos
individuos, que no sólo viven solos, sino que a veces también
perecen solos y no se les honra lo necesario. Con diferente temática
pero con algo de sintonía, la película de Pasolini me recordó a
Despedidas, de Yojiro
Takita, por la forma de dar voz y voto a las almas que ya nos han
abandonado. Y quizás guarden algo más en común, ya que su director
admite que tuvo en mente las últimas películas de Ozu a la hora de
planear su película. Esa quietud de la cámara mientras todo pasa
alrededor, es un poco como el personaje de John May, un “muerto
viviente” en cierta manera hasta que justamente le dicen que le van
a despedir. Ahí, en ese último trabajo, el inestable Billy Stoke
que vivía enfrente suyo, empezará a saltarse sus costumbres y, en
definitiva, a vivir de nuevo.
La
película sobre todo funciona porque Pasolini pone cuerpo y alma en
ella y en su personaje, porque sabe tratar el tema sin caer el
tópicos ni chabacanerías diversas. Se respira sutilidad, se deja
fluir la historia. Se juega con los contrastes (la vida que tuvo
Billy Stoke y la que lleva John May, por ejemplo) y se hace gala a
veces de un humor fino que casi parece no querer aparecer, pero que
se aprecia y ayuda a llevar una historia sin caer en cursilerías ni
moralinas. De hecho, huye bastante de juzgar a su personaje y le
dignifica por hacer de su trabajo una pasión (cosa que hoy en día
es más difícil de ver que un gamusino. Todo desembocando en un
final de hermosa poética que acaba por redondear un estupenda
película. Un film con encanto, único y de gran calado. De esas
gratas sorpresas que nos trae de vez en cuando la cinefilia.
8/10
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