viernes, 28 de octubre de 2016

Yo, Daniel Blake. La derrota humana.

Título original:
I, Daniel Blake
Año:
2016
Fecha de estreno:
28 de Octubre de 2016
Duración:
100 min
País:
Reino Unido, Francia, Bélgica
Director:
Ken Loach
Reparto:
Dave Johns, Hayley Squires, Briana Shann, Dylan McKiernan. Kema Sikazwe
Distribuidora:
Caramel Films




El grosor de la frontera entre realidad y ficción en una película es definido por el director de la misma. Algo obvio, pero necesario de comprender para aproximarnos a lo que se nos quiere mostrar. Algunos se sumergen en fantasías de ciencia ficción cuyo subtexto se acerca más a nuestra propia realidad que otros films supuestamente cercanos a lo auténtico, que en realidad no hacen más que tratar de imitarlo sin éxito. Por lo que depende del talento del director el alcanzar su meta de equilibrio realidad-ficción deseado, una balanza que Ken Loach domina con maestría, siendo uno de los cineastas que mejor sabe retratar aquello que tiene a su alrededor o al menos aquello a lo que se digna a prestar atención. En Yo, Daniel Blake vuelve a sintonizar con las clases bajas de la sociedad británica y global. En esta ocasión, junto al brillante Paul Laverty, se fija en esa burocracia kafkiana que ahoga a un colectivo de gente más abundante de lo que se piensa desde la deslumbrante torre de cristal.




Evidentemente el mensaje de Loach es político, ya que es imposible hacer una buena película social sin mencionar quién se piensa que coarta la libertad a las personas más damnificadas por un sistema repleto de gente con buenas intenciones, pero con escasas medidas para que se hagan realidad. También es evidente en qué parte del espectro político se posiciona el director inglés, pero eso no debe minar la credibilidad y la aceptación de una propuesta indispensable para los tiempos que estamos viviendo. La dupla formada por Laverty y Loach consigue de nuevo concentrar en palabra e imagen la vulnerabilidad y la resiliencia que caracterizan a un tipo de ser humano forzado a sobrevivir a las injusticias que le amenazan y atacan sin darle un respiro. Y como es habitual también en su cine, es el contacto entre los humanos más humanos (o con un cernícalo, como en la maravillosa Kes) lo que dignifica su vida ante el asfixio de la realidad.

Loach atestigua con la cámara lo que sucede sin grandes maniobras ni excentricidades, con la misma naturalidad que quiere conseguir en pantalla. Son los protagonistas, Dave Johns y Hayley Squires, los que ponen rostro al drama, y también al humor y al cariño que hacen que la película sea terrenal. Las privatizaciones de servicios y el difícil acceso a un funcionario capaz de empatizar son exhibidas en situaciones tan comunes como las que probablemente vivimos con frecuencia. Pero probablemente hemos llegado a un punto de insensibilización ante aquellos dramas que nos rodean y a los que prestamos una atención efímera, que el cine de Loach puede sonarle a alguno a ficción por sobredosis de realidad. No es nada sencillo alcanzar el nivel de credibilidad que consiguen Loach y Laverty, y una vez más lo han hecho, incluyendo cierta épica en un relato que apela a mirar más allá del cine. Daniel Blake bien podría ser el vecino del 4ºB, y estos dos artistas han sido capaces de mostrar su historia.

7,5/10

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