Título original:
Plemya (The Tribe)
Año:
2014
Atlántida Film Fest 2015:
Sección Atlas
Duración:
132 min
País:
Ucrania
Director:
Miroslav Slaboshpitsky
Reparto:
Grigoriy Fesenko, Yana Novikova, Rosa Babiy, Alexander Dsiadevich, Ivan Tishko
Un grito callado a la influencia del grupo sobre el
individuo. Y sus represalias. Esa podría bien ser la tesis de The Tribe, la
gran apuesta de Miroslav Slaboshpitsky al mundo. No estamos ante una película al
uso, desde luego. Aunque al principio parezca que los altavoces nos han
fallado, la realidad es bien distinta: nos encontramos frente a una película muda.
Y sorda.
Miroslav recurre a un casting de sordomudos para contar una
historia silenciosa, privándonos de música y subtítulos, pero explicándose estupendamente
bien a base de gestos y crueldad. Esta historia versa sobre Sergey, un chico
sordomudo que ingresa en un internado de semejantes, en el que existe una
auténtica mafia. Sergey ve en esta “tribu” una oportunidad para formar parte de
algo, aunque sus métodos sean altamente cuestionables. Y le conlleve muchos
problemas.
Palizas, robos y abusos quedan de lado cuando conoce a una
chica, con la que tendrá una serie de tórridos encuentros y desencuentros, y
que le hará romper parte de las normas del grupo, poniéndole en peligro.
Los silencios de Slaboshpitsky recrudecen la cinta, haciendo
la violencia más violenta y cada escena irrepetible. Dos horas de sonidos de
fondo y muchos planos de lejos que demuestran que cuando te privan de un
sentido agudizas los demás. No se tarda mucho en descubrir por qué es una de las
grandes favoritas del Atlántida Film Fest de este año.
Miroslav se apoya en el silencio para intentar explicar los
pensamientos de cada personaje, sus interacciones y sus actos. Y funciona. Pero
en un afán de expresión por parte de los actores, la interpretación queda
forzada, y lo que debería de dar miedo al final termina dando risa. Tiene que
ser complicado hacer de malo sin poder gritar, ¿pero hacen falta esas caras de
locura impetuosa?
La historia de Sergey es interesante, pero el personaje es
totalmente plano. Y, aunque lo que parecía más difícil -enterarse de algo sin
escuchar una sola palabra- se convierte en lo más sencillo, el actor principal
siempre lleva esa cara de preocupado, le estén pegando una paliza o esté en pleno
meneo prohibido.
La ausencia de música, o diálogo a voz, no conceden ningún margen
de distracción y la película termina eternizándose a empujones. Pero su limpieza
y la valentía del director, sin duda alguna, merecen la pena. El silencio, a
veces cruel a veces incómodo, termina pareciendo agradable, aunque te saque un
poco de escena.
7/10
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