Título original:
Buzzard
Año:
2014
Atlántida Film Fest:
Sección Atlas
Duración:
97 min
País:
Estados Unidos
Director:
David Cronenberg
Reparto:
Joshua Burge, Joel Potrykus, Jason Roth
De inadaptados sociales está lleno el
mundo. Y el cine se nutre de ellos para crear personajes pinturescos,
cuasi antihéroes. Si, además, se mezclan con un humor negro,
bizarro y abrupto, suelen bordear el estatus de película de culto.
Podríamos pensar en el Napoleon Dynamite de Jared Hess o el Kick-Ass
de Matthew Vaughn (aunque éste proceda de un cómic), por ejemplo.
Cogiendo la base de esos personajes pero aderezada con un grueso
manto de vaguería y conducta sociopática, nace Marty, el
protagonista de Buzzard, un
slacker en toda regla.
Marty
es un superviviente nato cuya filosofía vital es buitrear a los
demás (yo casi diría sanguijuelear),
sobre todo al sistema. Se alimenta de los agujeros y vacíos legales
de las empresas para beneficiarse, aunque sea, de unos pocos dólares
o de una hamburguesa gratis. Trabaja como empleado temporal de un
banco pero pronto se ve obligado a esconderse en el sótano de un
compañero de trabajo (del cual también se aprovecha, vaya) para más
tarde vivir en solitario de unos cheques "robados" que él
mismo pone a su nombre y no tiene problemas en cobrar.
De
estos errores burrocráticos
nuestro repulsivo y atractivo -porque Marty despierta esa
contradicción en el espectador- protagonista se aprovecha para
subsistir, sin ningún atisbo de vergüenza ni arrepentimiento. La
primera escena es ya una declaración de intenciones de un personaje
mezquino y ruin; un maestro de los timos a pequeña escala que, por
reincidencia, van derivando hacia delitos más graves de los que
siempre sale indemne. ¿Algún día tendrá para Marty consencuencias
su inevitable camino a la ruina personal? ¿Le atraparán las
autoridades pertinentes? Yo, como espectadora, no puedo evitar sentir
simpatía hacia su inexplicable forma de escaquearse.
Joel
Potrykus, el director, completa con Buzzard
su trilogía de los animales (comenzó con el corto Coyote,
le siguió su primer largo Ape),
todas protagonizadas por el hipnótico Joshua "Ojos de Sapo" Burge.
El propio Potrykus tiene un papel como el compañero de oficina que
le "invita" a dormir en su sofá y, de premio, protagoniza
una de las escenas más bizarras y divertidas de la película con ese
reto a comer conos de maíz desde una cinta transportadora.
Lo que Potrykus ha pretendido hacer con
su trilogía es una especie de estudio sociológico del
comportamiento humano cuando este tiene tendencias zoológicas. Marty
es un buitre, un aprovechado, un joven que vive al día y parece no
tener expectativas de futuro. Con esta rareza cinematográfica,
Potrykus radiografía una generación sin ambiciones mientras realiza
una cáustica sátira a la constricción laboral (y de paso a los
bancos; qué fácil es conseguir dinero en los Estados Unidos aunque
los cheques no estén a tu nombre) cuando su protagonista lucha por
una libertad subersiva contra el sistema y sus imposiciones.
La película mantiene un tono
cómico-patético durante todo el metraje, rayando (a menudo sobrepasando) el humor oscurro y
el bizarro. Su baza principal es el mismo Marty en tanto personaje
repugnante, por cómo buitrea a su alrededor, en tanto personaje fascinante, por cómo logra salirse con la suya. Los mejores
momentos son cuando se fabrica un guante a lo Freddy Krueger con un
mando-guante de una Nintendo, personaje a quien admira pues tiene su
casa llena de posters de Pesadilla en Elm Street. Este
artilugio acabará usándolo como arma para intimidar en sus
chanchullos. Y, también para enmarcar, su único momento de felicidad en el film:
una larguísima escena de cotidianeidad mientras come spaghettis en la cama de un hotel riendo
como un loco.
Y es que el mayor pero de Buzzard
son las numerosas tomas
interminables de escenas superfluas que dotan a la película de un
cariz repetitivo. Pero, en líneas generales, Buzzard es
cine independiente de poco presupuesto hecho con mucho amor y
criticismo; una película para simpatizar y odiar simultáneamnte a un protagonista
que infiere ese aura de terror terrenal con sus acciones impunes. Y
sin necesidad de usar el guante de Krueger, oye.
6,5/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario