The evil that men do
Año:
2015
Fecha de estreno:
19 de febrero de 2016
Duración:
94 min
País:
España
Director:
Ramón Térmens
Reparto:
Daniel Faraldo, Andrew Tarbet, Sergio Peris-Mencheta, Priscilla Delgado, José Sefami, Nikol Kollars
Distribuidora:
Barton
La tercera colaboración entre el
guionista Daniel Faraldo y el director Ramon Térmens (tras Negro
Buenos Aires y Catalunya
über alles!) se traduce en el
narco-thriller El mal que hacen los hombres,
un título extraído, como reza la frase de apertura de la película,
de una cita del Julio César de
Shakespeare. Los ecos shakespearianos
se diluyen ahí, en el título, para remarcar la presencia
omnisciente de la maldad, de la muerte y de la podredumbre (del alma)
de unos personajes de cualidades inhumanas cuya bondad - si creemos
en Rousseau – existe corrompida ante el entorno donde se
desenvuelven.
Los
protagonistas son dos sicarios: un mexicano (Daniel Faraldo) y un
americano (Andrew Tarbet), asesinos sin escrúpulos que no tienen
límite. O no lo conocen aún, al menos, aunque se han planteado con
anterioridad hasta dónde estarían dispuestos a llegar. El dilema se
les plantea cuando el patrón secuestra a una niña de diez años
(Priscilla Delgado) en venganza por el secuestro de su propio hijo.
Entra en materia, también, un tercer personaje eclosivo (Sergio
Peris-Mencheta), sobrino ambicioso del patrón, para materializar un
ambiente de conflicto, dudas y desconfianzas. En esta tesitura, El
mal que hacen los hombres
perfila a sus personajes con matices aparte de su brutalidad. El
gringo se desvela como un tío más recto, con más principios que el
mexicano; así la niña emplea su capacidad persuasiva, cuando ve ese
minúsculo hálito de esperanza, para evitar su asesinato. Pero, en
realidad, el personaje hilvanado hacia la redención será el de
Faraldo.
El
sino fatídico de los personajes, así como sus movimientos y
acciones, se pueden prever en todo momento. No radica, pues, en la
novedad de la historia (ni de cómo contarla) la fuerza de El
mal que hacen los hombres. Sus
puntos álgidos derivan de la ambientación pseudo-opresiva
construida al rodar en prácticamente un único espacio. Una nave
industrial en Barcelona simula la frontera entre México y Estados
Unidos, punto neurálgico para el desarrollo de una red de
narcotráfico. Faraldo y Térmens evocan, en esa fábrica abandonada
de tonos apagados, la crueldad del crimen mexicano -con escena gore
incluida. Su estilo e historia están americanizados además de
contar con los diálogos en inglés, para abrirse al mercado
internacional.
En
cuanto a las interpretaciones - y a la credibilidad aportada por
ellas-, nos transmiten un sinfín de disonancias ya que la
previsibilidad de la trama los avoca a clichés a pesar de los
esfuerzos, por ejemplo, de Peris-Mencheta para parecer un convincente
criminal mexicano. El desarrollo de la historia impide la fluidez de
los actores, constreñidos ante un evidente final – para todos, no
hay ningún camino que el espectador no pueda intuir- en una trama
que avanza a trompicones. El intento de Faraldo y Térmens por parir
un intenso narco-thriller psicológico de sicarios redimidos se queda
a medio fuelle, tomando un atajo para llegar a la meta. Aún así,
ese aire de película menor "americana" -un escenario, poco
presupuesto, historia truculenta, ambientación cobriza, un póster promocional horroroso-, favorece el
mensaje, que, al fin y al cabo, era el objetivo de sus ideadores.
5/10
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