Esta semana tenemos también (oh, novedad) nuevo capítulo de Modern Family. La serie avanza a buen ritmo y en este episodio sigue, como en el anterior, haciéndose eco de los grandes cambios que han ocurrido en la familia en su conjunto y en cada una de las parejas en detalle. ¡Alerta spoiler!
Gloria, cartón, piedra
La salsa de tomate de Gloria empieza a hacerse conocida y la mujer, junto con Jay, visita un supermercado donde dan cuenta del éxito del producto. Mientras ella se acerca a saludar a Auntie Alice (June Squibb), rival en el negocio y reconocida y admirada cocinera por Gloria, Jay se da cuenta del éxito también que está teniendo la campaña de promoción de la salsa, consistente en una figura de cartón a tamaño real de su esposa, que mueve el brazo y todo como mandando besos. A Jay le vuelve celoso la cantidad de señores que se acercan peligrosamente a su figura, para hacerse selfies o por mero gusto.
Con la ayuda de Manny, que recibe todo tipo de comentarios en el instituto sobre su madre de cartón, deciden deshacerse de la figura. Como ni atropellándola ni hundiéndola en el lago parece dar resultado, los dos terminan pasándola por la trituradora de papel, aunque son sorprendidos por Gloria, que termina encontrando la cabeza de su imagen en una caja en la puerta de casa.
La mujer se piensa entonces que aquello es cosa de su competidora Alice, a la que manda a un familiar a “asustarla”. Ante esto Jay termina confesando: ahora que tiene tanto tiempo se da cuenta más del éxito de su mujer entre los hombres y se siente celoso. Ambos terminan bien, y no podemos decir lo mismo de la pobre Auntie Alice, cuyo futuro más cercano queda un poco en el aire.
Satán
Cam y Mitchell son protagonistas de otra divertida historia concerniente a su apartamento escaleras arriba. Ahora lo han alquilado a una pareja con su hijo, pero resultan ser todos adultos, sin relación, y Cameron empieza a elucubrar sobre ellos. Muy preocupados por su rating en la web de alquiler, deciden no involucrarse y no espiar a sus inquilinos, aunque Cam está preocupado por si se trata de un grupo de satanistas o algo parecido, después de escuchar unos ruidos extraños.
Como siempre, ambos se prometen respetarles y ambos terminan husmeando por separado. Mitchell se cuela en su casa y descubre el apartamento repleto de figuras de porcelana y, aunque los tres vuelven a casa, Cam consigue que bajen a tomarse una copa. Ahí es cuando descubre que sus nuevos inquilinos coleccionan figuritas y van a presentarse a una exposición. Y que el ruido extraño se producía al pulir las piezas. Una lástima que Mitch, al salir de su apartamento, tire todas y cada una de ellas al suelo y terminen echas pedazos.
Marido florero
La nueva posición de Claire como jefa de su empresa hace resentir su relación con Phil. Relegado a un papel de ama de casa patente, su marido se siente apartado en la convivencia y se da cuenta de que Claire ya no le hace caso. Se da cuenta de todo en una cena con otros directivos, en la que se queda con sus esposas hablando sobre lo desatendidas que están por parte de sus respectivos, y lo que intentan hacer regalándoles joyas.
Precisamente, Claire le acaba de comprar a Phil un hoverboard, que ahora ve como un regalo sustitutivo a sus atenciones afectivas, así que decide devolvérselo. La verdad es todo lo contrario: Claire se encuentra abrumada y estresada por todo lo que ahora tiene que hacer, y confiesa que está imitando a su padre en un intento por salir adelante. Por suerte contará con el apoyo de Phil, que termina quedándose su regalo, por supuesto.
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