Ha regresado la serie
que demostró que un spin-off de un gran éxito no es sólo una estafa para
recaudar billetes, sino una nueva oportunidad para explorar y ampliar un
universo maravilloso. El lunes se estrenó la segunda temporada de Better Call
Saul y vibramos con una nueva demostración de que Vince Gilligan es uno de los
grandes de la televisión actual. Tras el salto, algunas notas del episodio sin
spoilers.
Arrollador
prólogo
Lo mejor del episodio
fue su prólogo en blanco y negro que, igual que había pasado en la temporada
anterior, toma un pequeño fragmento de la vida de nuestro abogado post Braking
Bad y nos muestra un mal día en su actual trabajo, con su nueva identidad. Los
cuidados para no llamar la atención, la frustración de uno de los grandes
estafadores modernos por estar varado en un empleo tan gris, así como esas
pequeñas tretas que le permiten sacar un poco de su viejo yo afuera y seguir
siendo el Saul que conocemos, aunque un nivel más mínimo. Todo expresado en
unos minutos y sin diálogos, en uno de los más grandes arranques de episodio
que nos ha dado la serie.
¿Conflicto
moral o necesidad de aprobación?
Sin dar muchos spoilers,
en la temporada pasada vimos lo poco natural que es nuestro Jimmy para ser el
bueno, pero también descubrimos que era la presunta confianza de su hermano en él,
lo que lo movía a intentar no ser el delincuente que era en su juventud. El
viaje a sus raíces, más las revelaciones alrededor de su hermano fueron los
detonantes para que Jimmy se encuentre en la situación en la que hoy está,
queriendo abandonar ese camino de la legalidad, que tan forzadamente había
abrazado. Aún no decidido a entrar de lleno en el mundo del crimen, nuestro
protagonista planea su futuro lejos de los empleos convencionales.
La psiquis del
abogado está lejos de lo que hubiésemos esperado. En la superficie hay un
continuo conflicto moral que estuvo muy presente la temporada pasada (el Jimmy
bajo la sombra de su hermano Chuck) y que de alguna forma vuelve en este inicio
de temporada cuando parecía que teníamos a un Jimmy más cerca que nunca de Saul.
En el fondo, lo de Jimmy parece más un intento de tener siempre contento a
alguien que espera algo de él, ¿O eso es lo que nos ha hecho creer el episodio
con su final? Ciertamente el episodio se guarda las respuestas, pero nos
adelanta no sólo que el conflicto moral seguirá existiendo, sino que tomará
matices más psicológicos.
A
lo Breaking Bad: entre la sutilidad y la bestialidad
El detalle “cómico”
lo ha aportado el personaje de Daniel Warmoldt que ya habíamos conocido en la
primera temporada y que aquí acabará presuntamente mal por sus malas
decisiones. Es el pequeño hueco que se le ha hecho a Mike en el episodio pero
ante todo para re-introducir al personaje de Nacho, quién parece que volverá al
primer plano. ¿Quién no esperaba no esperaba un desenlace bestial de las
negociaciones de Nacho y Warmoldt? Cualquiera que haya visto la serie de la que
esta se desprende, esperaba que el increíblemente tenso encuentro entre ambos,
una de las perlitas del episodio, se fuera de las manos tarde o temprano. Y así
ha sido, aunque si el camino tomado fue el de la sutilidad o el de la
bestialidad, no lo vamos a revelar aquí. Sólo diremos que es muy genial.
Confianza
renovada
Es difícil pensar que
este episodio contente a quienes ya estaban descontentos con la serie. Es más
un episodio de renovación de confianza, que abre algún que otro frente nuevo,
pero sobre todo pareciera ser el episodio 11 de la primera temporada. No ha
cambiado mucho y sigue avanzando sin prisa hacia lo que tiene planeado. Es una
gran virtud que se puede decir de esta serie, que pese al llevar sobre los
hombros la comparación con Breaking Bad, no le interesa mucho ser lo que todos
esperan de ella. El plan está trazado y estamos ávidos de saber a donde nos
llevan.
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