The Hobbit: the Battle of the Five Armies
Año:
2014
Fecha de estreno:
17 de diciembre de 2014
Duración:
144 minutos
País:
Estados Unidos, Nueva Zelanda
Director:
Peter Jackson
Reparto:
Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage, Luke Evans, Orlando Bloom, Evangeline Lilly, Cate Blanchett, Lee Pace, Christopher Lee, Ian Holm, Hugo Weaving.
Distribuidora:
Warner Bros Pictures España
Como amante incondicional de la Tierra Media y de las novelas de Tolkien, me gustaría haber escrito un artículo mostrando todos aquellos aspectos y detalles de lo que sería una película legendaria, digna para todos los fans y seguidores de El Hobbit y, de esta forma, echar el cierre a una de las mejores sagas que se hayan podido ver en la gran pantalla. No obstante, la situación es totalmente la contraria. Tras una notable y expectante primera parte, con La desolación de Smaug recibíamos un duro revés con graves fallos de adaptación y montaje, lo que provocó una mala crítica por los espectadores cinéfilos. En esta tercera parte se continúa con los mismos errores de la segunda y aparecen de nuevo ciertos fallos en la adaptación y en el montaje, que agravan aún más las consecuencias y el resultado del film.
Probablemente
la palabra que lo defina sea decepción. Decepcionado porque se ha dado
prioridad a introducir ciertos personajes con el fin de enlazar un final relativamente
distinto, en lugar de ceñirse al guión basado del relato de Tolkien. Decepcionado
porque se han eliminado determinadas escenas para encajar otras menos
importantes y que los seguidores de la Tierra Media no podremos olvidar.
Decepcionado porque se sustituye los sentimientos de lucha, honor, corazón, garra
y fuerza que sí apareciera en la primera parte y en la trilogía de El señor de los anillos, en lugar de
unas escenas de batalla donde predomina una falsa acción individual que no
acaba por funcionar. Por último desilusionado porque no se han mostrado
determinados detalles que habrían incrementado el valor de la película y que
considero que son de una importancia altísima e imperdonable.
Bajo
la perfecta sombra de El señor de los
anillos, uno de los mayores errores de la trilogía de El Hobbit reside en la equívoca división de la trama, lo que en mi
opinión ha llevado a tomar malas decisiones en las dos últimas entregas de la
saga. De esta manera comienza La batalla
de los cinco ejércitos con la irá de Smaug sobre la Ciudad del Lago, donde
se vislumbra un destello de esas gratas sensaciones que mencionaba antes y que
podemos disfrutar en la primera parte. Otro de los aspectos a analizar es el
peso de las escenas principales durante todo el largometraje, siendo éstas el propio
ataque de Smaug y la batalla de los cinco ejércitos. Aunque a priori se pudiera
pensar que el peso de Smaug en este último film fuera mayor, su duración es
prácticamente ínfima con el objetivo de ceder el mayor metraje posible a la
gran batalla entre enanos, elfos, humanos, orcos y bestias. Esta decisión, también
criticable, se puede interpretar desde varios puntos de vistas. Es decir, deseamos
ver una gran batalla donde se aprecien todos aquellos detalles que aparecen en
el libro de Tolkien pero, sin sacrificar otras partes importantes provocado por
el exceso metraje de dicha batalla.
Por
supuesto no todo son aspectos negativos. Cabe destacar la figura de Bardo que
se define fielmente tal y como se describe en la novela, convirtiéndose en una
de las figuras más significativas de la misma. También hay que
señalar el buen resultado que resulta ser la trama secundaria desarrollada en
Dol Guldur, que finaliza expulsándose de allí al espíritu de Sauron, la excelente interpretación de Martin Freeman como Bilbo Bolsón y de Ian McKellen como Gandalf (aunque en esta parte se muestra algo desdibujado) y el magnífico trabajo de Benedict Cumberbatch con la voz de Smaug. Además de todo lo anterior destacaría la visión que se muestra de Thorin respecto al egoísmo,
la avaricia y la obsesión por el tesoro. Entonces, ¿Cuáles son esos hechos y
acciones que deprecian el valor del film?
En
primer lugar y más importante, los errores de adaptación. Si por algo se
destaca a Peter Jackson, además de muchas más cosas, es por su fantástica y
leal adaptación de El señor de los
anillos al cine. De esta forma, uno de los aspectos que no han cuajado
debidamente ha sido la incorporación del personaje de Tauriel a la historia,
que ya tuvo una mala acogida en la segunda parte. La razón fundamental, además
de que no aparece en el relato original, es que forma un lazo amoroso con el
enano Kili, un factor que nadie esperaba en una película de este calibre y que realmente
era innecesario para el desarrollo de la historia. También señalar otras
aportaciones a la historia que no aparecen en la novela como Légolas, aunque se
incorpora aceptablemente.
Por
otra parte se suprimen determinados detalles a lo largo de la batalla difícilmente
de perdonar a Jackson. Es complejo, después de leer la novela, aceptar que
lo hacen de una forma
totalmente diferente. Aún así el aspecto que genera un mayor coraje o el error
más significante se encuentra en el tramo final de la película, cuando se
suprime una de las escenas que podría equivalerse a la coronación de Aragorn en
El señor de los anillos.
Este suceso no incorporado tiene
una relevancia suprema, suponiendo un enorme hándicap para el film.
Concluyendo,
La batalla de los cinco ejércitos
representa esa decepción que sentimos todos los seguidores en general por la
trilogía de El Hobbit. Lo que pudo
ser y no fue, algo inaudito y maravilloso que finaliza en una saga mediocre e
inferior a su predecesora. Finalmente podéis escuchar la canción que aparece en los créditos titulada "The last goodbye" de Billy Boyd.
6,5/10
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