Men, Women and Children
Año:
2014
Fecha de estreno:
12 de diciembre de 2014
Duración:
116 min
País:
Estados Unidos
Director:
Jason Reitman
Reparto:
Adam Sandler, Jennifer Garner, Rosemarie DeWitt, Emma Thompson, Judy Greer, Ansel Elgort, Kaitlyn Dever, J.K. Simmons
Distribuidora:
Paramount
Una extraña disonancia se manifiesta
en el último trabajo de Jason Reitman, Hombres, mujeres &
niños. Por un
lado, reconocemos ciertos trazos propios de su autor (algo del cínico
sarcasmo que acompañó sus primeras películas) en ciertos
personajes pero, por otro lado, el mensaje transmitido cae del lado
cursi, por su blandura. Hay quienes ya apuntaban a decepción con su
anterior largometraje Una
vida en tres días, también
estrenada este año en España, porque no sabía ahondar en los
sentimientos de sus protagonistas. Y esos mismos tachan su nueva
película de sentimentalismo barato. Quizá tengan razón y yo sea de
las pocas que vayan a defender Hombres, mujeres & niños
aún con sus muchos defectos.
Y la principal razón para defenderla
es que me ha conmovido. Reitman saca el lado más humano de sus
personajes en una historia cuyo componente crítico podría haber
sido más explotado. Esto es, al principio parecía una crítica a
cómo la tecnología- más extrapolado aún, las redes sociales- nos
consumen. Con Internet, las relaciones interpersonales se han vuelto
más complejas con un componente de distanciamiento corporal que un
aparato no puede suplir (o si, que se lo digan a Joaquin Phoenix). Sin embargo, este punto de partida pasa a un
nivel secundario para mostrar las verdaderas frustraciones y
adicciones, más allá de Internet, de las personas; temas
universales en la literatura y en el cine: amor, sexo, enfermedades como la anorexia,
sobreprotección paternal, etcétera.
Jason Reitman y Erin Cressida Wilson
adaptan una novela de Chat Kulgen a modo de película coral, con los
riesgos que eso implica. En este caso, han salido mal parados al no
saber dotar de la misma importancia a todas sus historias ni haberlas
sabido hacer converger con naturalidad. Todas conectan por algún personaje.
Tenemos a varias familias de clase media que, de un modo u otro,
están enganchados a Internet. Adam Sandler y Rosemarie DeWitt
encarnan a una pareja desencantada con el sexo que en Internet
hallará una salida. Sandler fue un adicto a la pornografía, igual
que su hijo adolescente, incapaz de mantener una relación real con
su compañera del instituto. Esta compañera está muy sexualizada en
parte por culpa de su madre, Judy Greer, quien regenta la página web
de su hija con fotos provocativas. Greer se enamorará del padre de
Ansel Elgort, un adolescente adicto a juegos de rol que se ve
convertido en un paria por abandonar el equipo de fútbol. Elgort se
verá atraído por una compañera, Kaitlyn Dever, también marginal ya que su madre,
Jennifer Garner, controla su mundo cibernético hasta límites
enfermizos. Y mientras tanto, hay por ahí otra adolescente, amiga de los anteriores, que sufre
anorexia y la acrecenta en foros sobre el tema.
El abanico de temas es muy amplio para
abarcarlos con contundencia. Por eso, el resultado final dista de ser
un compuesto homogéneo sustancial. Algunas historias prácticamente
quedan en la mera anécdota y ni se resuelven -la anoréxica, el hijo
pornoadicto-, otras se cocinan a medio gas -los padres libertinos- y,
con diferencia, la de Elgort y Dever sobresale de las demás.
Componen un drama romántico sobre dos inadaptados que suponen el eje
de la película. Reitman sabe de la magia de Elgort (lo demostró en
Bajo la misma estrella) y
explota esta historia erigida como la más emocionante, conmovedora y
profunda de la cinta. No nos olvidamos, por cierto, de
mencionar la horrenda caricatura perpetrada por Garner, una actriz
muy limitada que encima tiene que lidiar con un personaje exagerado.
Así se explica su esperpéntica aportación en esta película.
Al final, Hombres, mujeres &
niños olvida sus pretensiones
críticas hacia la esclavización de la tecnología -y mira que
empezó con ingenio con esos textos sobrepuestos sobre las cabezas-
para centrarse en el componente humano. Previsible, moñas y
sensiblera, con esa cargante narración en voz inicial a cargo de
Emma Thompson para tratar de componer una fábula; cuando el
espectador se olvida, como Reitman, de ese Internet omnipresente,
conecta a nivel emocional. La historia se tiñe de inmensidad
gracias, sobre todo, a la subtrama de Elgort y su alegoría con el
universo. Somos una mota de polvo (infinitos dentro de otros
infinitos, como decían también en Bajo la misma estrella)
e importa nuestro entorno, lo que podemos sentir, el amor y, por qué no, cómo
somos capaces de emocionarnos con esta película.
6,5/10
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