miércoles, 3 de diciembre de 2014

Exodus: Dioses y Reyes. La epopeya bíblica de Ridley Scott.

Título original:
Exodus: Gods and Kings.
Año:
2014
Fecha de estreno:
05 de Diciembre de 2014
Duración:
150 min
País:
Estados Unidos
Director:
Ridley Scott
Reparto:
Christian Bale, Joel Edgerton, Aaron Paul, Sigourney Weaver, Ben Kingsley, Emun Elliott, John Turturro, María Valverde
Distribuidora:
Fox


Seas o no creyente, una cosa hay que reconocerle a la Biblia: sus historias son muy cinematográficas. Desde las epopeyas de Ben-Hur de Wylliam Wyler o Los diez mandamientos de Cecil B. DeMille a las obras más personales como La última tentación de Cristo de Scorsese, El evangelio según San Mateo de Pasolini o la reciente Noé de Aronofsky. En Exodus, Ridley Scott, declarado agnóstico, nos ofrece una historia pura de aventuras con la historia de Moisés y la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud de los egipcios que funciona más allá de su vertiente religiosa.

La historia, quien más quien menos, todo el mundo la conoce, por tanto es de alabar que aun así consiga mantenerte enganchado a sus 150 minutos y que cuando acabe tengas hambre de más, al menos así fue en mi caso. Scott, que últimamente no ha cosechado demasiadas buenas críticas con sus proyectos, sigue sabiendo ofrecer cine épico a la altura de Gladiator o El reino de los cielos, ambas justamente con división de opiniones entre fervientes defensores y detractores que las tachan de superficiales, y que a través de estas podrás más o menos hacerte una idea de lo que te espera con Exodus, para bien o para mal, según tus gustos personales.


El reparto cumple a grandes rasgos, destacando por encima de todos Christian Bale como cabecilla de la función. Joel Edgerton con inevitables reminiscencias a Yul Brynner, está bien como el contrapunto de Bale, y el resto de caras conocidas como Sigourney Weaver, Aaron Paul, John Turturro, Ben Kingsley o la española María Valverde personalmente no los veo destacar ni para bien ni para mal, simplemente hacen su papel correctamente relegándose a un segundo plano en favor de la historia.

Esta magna obra de unos 140 millones de dólares destaca especialmente en su apartado visual, como es de prever, en su recreación del antiguo Egipto así como en las 12 plagas que tienen lugar, momento cumbre de la película. Se le ha achacado falta de ritmo, cosa con la que no estoy de acuerdo. La historia tiene su tempo y Scott lo desarrolla sin escenas gratuitas de acción, pero eso no la convierte en pesada o aburrida, tiene el suficiente gancho como para prescindir de ese tipo de escenas de relleno muy comunes en superproducciones de este tipo para los espectadores de culo inquieto.
Alberto Iglesias compone la música de esta epopeya, acorde al apabullante aspecto visual. Iglesias, que ya ha sido nominado tres veces a los Oscars por sus trabajos en El topo, Cometas en el cielo y El jardinero fiel, quizás consiga con Exodus su cuarta nominación. Desde luego que papeletas ha conseguido con su formidable trabajo.


El último trabajo de Ridley Scott reaviva el gusto por el cine épico, que justamente hace un año echábamos un poco en falta en la cartelera general con el estreno de El médico. Un cine para dejarse llevar en la butaca y viajar donde el director quiera transportarnos. Quizás no podámos vislumbrar la grandeza del Scott de Los duelistas, Alien o Blade Runner, pero como dice el refrán “quien tuvo, retuvo” y no es difícil ver detalles de genialidad en algunos pasajes de Exodus.

8/10

3 comentarios:

  1. Estupenda crítica, ya estoy deseando de ir a verla.

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  2. "Y Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y era un hombre poderoso en palabras y en hechos." (Hechos 7:22)

    La historia de cómo Moisés libero al pueblo Hebreo de la esclavitud de Egipto es uno de los pasajes del Antiguo Testamento más épicos que existe. Desde que Cecil B. DeMille realizo sus dos versiones – una en 1923 y un remake en 1956 con Charlton Heston – números directores han querido hacerla de diversas maneras, un caso fue su versión animada en “El Príncipe de Egipto”; pero manteniendo el mismo enfoque.
    Moisés, príncipe de Egipto es uno de los mejores generales al mando del rey Seti (un irreconocible John Turturro) y primo de Ramsés II (Joel Edgerton) próximo heredero al trono. Todo cambia cuando en una de las misiones que se le encomiendan a Moisés derivan en conocer a Nun (Ben Kingsley), un anciano hebreo que le dice a Moisés que es hijo de hebreos, entregado a la princesa Bithiah (Hiam Abbass) y así evitar si inminente muerte. Aunque se mantiene escéptico al principio, el exilio al que se le es impuesto; y al haber conocido a Séfora (María Valverde) lo convertiría en más que un general. Mas que un príncipe de Egipto o un hijo de hebreos. Sera un liberador.
    El director Ridley Scott (“Alien, el Octavo pasajero, “Thelma & Louise”) toma el mismo enfoque sobre el texto bíblico, pero le da una vuelta de tuerca interesante. No busca desmentir los hechos teológicos y mágicos que ya hemos visto (la división del mar rojo, las diez plagas) sino desdibujarlos. Pretende darle un enfoque realista, pero sin desmentir las creencias.

    Conforme las plagas van apareciendo, cada uno actúa como un efecto domino con la otra, con excepción de la decima plaga, que aparece sin algún motivo aparente. Muchos de los mas teológicos seguramente han esperado ver como Scott podría darle una mirada diferente a como Moisés abrió el Mar Rojo. Pero como era de esperar, logro darnos ese realismo que pergeñaba desde el comienzo.

    Scott es un confeso agnóstico, y en “Éxodo: Dioses y Reyes” le da un enfoque ambiguo a todo. Vemos – en realidad solo Moisés – a Dios, pero no al ser omnipresente que creemos. La figura pura de un niño es la presencia que el Todopoderoso ah adoptado (irónico al saber que la decima plaga es la muerte del primogénito). Aun asi, el resto de sus seguidores solo ven a Moisés hablando solo, incluso alguno se atreve a cuestionar hacia el final del film si tienen que seguirlo.

    El elenco se completa con un vaivén de extras de rasgos y nacionalidades hebreas (un interesante acierto) y con la musa de Scott, Sigourney Weaver en el papel de Tuya. Aunque muy poco utilizado en el film

    La utilización del 3D en el film no es de lo más avasallante. No hay grandes secuencias que ameriten esta técnica. Los efectos especiales funcionan sin ser pretensiosos como el resto de las olas que afectan a los films actuales. La fotografía de Dariusz Wolski es correcta y se contrasta el desfasaje saturado del principio con la falta lumínica del último tercio del metraje. Mientras que Alberto Iglesias compone una banda sonora que nos recuerda a esos Péplum de los años ’50.

    Aunque el film peca demasiado en el cambio de carácter de alguno de los personajes bíblico, subleva más los conflictos entre Moisés y Ramsés; y le falta potencia los personajes secundarios, Scott – quien dedico el film a su fallecido hermano Tony Scott – supo dar una acertada propuesta en un universo que no acepta respuestas mágicas y si físicas. En este universo de dioses y reyes, la ambigüedad y el libre albedrio prevalecen haciéndonos una sola pregunta: ¿Todo debe tener una respuesta realista o buscarle un sentido de creencia dogmatica?

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    1. El problema de la película de Scott es haberse quedado en tierra de nadie. Ni es una obra confesional, ni es una reconstrucción histórica, ni es puro entretenimiento. Los anacronismos en el lenguaje ("índice de natalidad" "problema de fondo económico"), o en la ambientación (Seti no pudo ser enterrado en el Templo de Abú Simbel entre otras cosas porque aún no había sido construido) desmienten el pretendido realismo en aras de una espectacularidad incompatible con él. Teológicamente hablando la profundización en los textos en los que se basa es nula: como muy bien expresa su elección de un niño cruel y vengativo para interpretar el papel de Dios, Scott, o sus guionistas, han tenido precisamente la óptica de los niños que se quedan en las imágenes narradas por la Biblia sin ver qué ideas se quisieron expresar con esas imágenes. Que la película quiere, y lo consigue, ser espectacular nadie lo duda, pero no se puede "nadar y guardar la ropa" a menos que te inspires en una obra sin ningún tipo de connotaciones, ni teológicas, ni históricas, ni filosóficas como por ejemplo "El señor de los anillos".

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