45 Years
Año:
2015
Fecha de estreno:
18 de Diciembre de 2015
Duración:
93 min
País:
Reino Unido
Director:
Andrew Haigh
Reparto:
Charlotte Rampling, Tom Courtenay, Geraldine James, Dolly Wells, David Sibley, Sam Alexander, Richard Cunningham
Distribuidora:
Golem
Las relaciones conyugales son un tema recurrente dentro del
séptimo arte. Desde una perspectiva cómica o dramática, los problemas que se
generan dentro de una pareja dan mucho de sí para ahondar en el lado amargo de
ese sentimiento voluble, arbitrario y universal conocido como amor. Las
representaciones pueden ser muy diversas, tantas como maneras de convivir en
pareja existen, pero pocas películas han ahondado en el paso del tiempo y la fragilidad
de este pacto interpersonal como ’45 años’, una obra que encumbra a Andrew
Haigh como uno de los mejores retratistas actuales de las relaciones humanas y
los débiles mimbres que las sustentan.
Apartándose por primera vez de la
temática homosexual y centrándose en un relato de David Constantine, el
director inglés recoge la historia de un matrimonio de edad avanzada que se
desmorona a pasos agigantados tras la revelación de un hecho trágico del
pasado. Al igual que la señora Dalloway, Kate Mercer (Charlotte Rampling) tiene
que hacer frente a los preparativos de una fiesta, en este caso la renovación entre
amigos de los votos matrimoniales, mientras que asume de manera violenta la
verdad, hasta ahora oculta, de su presente. La aparición de un cadáver, el primer
amor de su marido, despertará a un fantasma desconocido y omnipresente que hará
replantearse su larga relación y poner en duda cuanto le queda.
¿Es posible volver a empezar
cuando el paso del tiempo parece que tan solo exige vivir de recuerdos? Esta es
la pregunta que sobrevuela el metraje desde el primer momento y se va haciendo
cada vez más fuerte con cada nuevo y revelador descubrimiento. Todo desde la
más absoluta sutilidad, mediante un guion perfectamente dosificado y poco
reiterativo que permite al espectador ir construyendo este retrato de engaños
al mismo tiempo que la protagonista. Los diálogos juegan con la baza de la
simplicidad y la austeridad, aumentando la desazón oculta que se palpa en el
ambiente y dibujando con pequeñas pinceladas toda una vida en común.
El trabajo de cámara es frío y minucioso,
dando vida de manera contemplativa a la psicología interna de los personajes a
través de pequeñas acciones que se desarrollan paulatinamente en el transcurso
de pocos días. Como colofón final asistimos a la celebración de la fiesta, una
secuencia que estalla sin fuegos de artificio con una arrastrada carga emotiva macerada
a fuego lento, convirtiéndose en uno de los mejores finales de lo que llevamos
de año y engrandeciendo aún más el conjunto.
Aunque Charlotte Rampling lleve
más de medio siglo dedicada al mundo de la actuación, ha sido este personaje el
que le ha permitido reivindicar el lugar que se merece. La actriz se muestra
soberbia y especialmente creíble en un rol hecho a su medida, que gana a través
de la contención, repleto de matices que van mucho más allá del exceso generalizado
en la industria. Su trabajo deja constancia una vez más que una mirada, un
silencio, un llanto reprimido transmiten más dolor que cualquier reacción
histriónica que se pueda llevar a cabo. Por su parte, Tom Courtenay no se queda
a la zaga y se mimetiza con su particular Geoff Mercer, un hombre enfermo y
abatido que, pese a sus errores, genera un alto grado de compasión y empatía.
8/10
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