sábado, 5 de diciembre de 2015

Techo y comida. Los estragos reales de la crisis.



Título original:
Techo y comida
Año:
2015
Fecha de estreno:
04 de Diciembre de 2015
Duración:
90 min
País:
España
Director:
Juan Miguel del Castillo
Reparto:
Natalia de Molina, Mariana Cordero, Jaime López, Mercedes Hoyos, Gaspar Campuzano, Montse Torrent, Natalia Roig, Manuel Tallafé
Distribuidora:
A Contracorriente Films



La crisis económica de carácter mundial ha hecho proliferar la aparición de un buen puñado de obras que intentan analizar sus orígenes y palpables consecuencias. Lejos de menguar esta dinámica por la supuesta recuperación macroeconómica, cada poco tiempo asistimos al estreno de una película que pretende profundizar en el tema, ya sea desde una perspectiva social o didáctica, con el objetivo de denunciar los efectos devastadores que la avaricia de unos pocos ha provocado en las mal llamadas sociedades “desarrolladas”.  ‘Techo y comida’, el debut en la dirección de Juan Miguel del Castillo, retrata de forma austera y cercana al cine documental la vida de una joven que se ve sacudida por las circunstancias y que hace todo lo posible por seguir adelante, consiguiendo una estampa demoledora que va mucho más de cualquier análisis político que se pueda hacer de la problemática.


Rocío es un personaje concreto, una joven madre soltera sin recursos cuya precariedad económica le lleva a un punto vital de mera supervivencia. La vida se convierte en una gymkana repleta de obstáculos en las que las aspiraciones de mejora son prácticamente inexistentes y el objetivo último es llevar todos los días algo de comer a la mesa. La grandeza de la película radica en que su retrato es tan crudo y descarnado, tan veraz, que fuera de florituras y artificios se transforma rápidamente en una realidad cercana extrapolable a la difícil situación que atraviesan millones de hogares en nuestro país. 

Es casi imposible no empatizar, pese al tono aséptico del conjunto, con el largo calvario plasmado en la gran pantalla, donde el personaje en cuestión se encuentra completamente desamparado y perdido a la deriva. Lo acompañamos con gran angustia a rebuscar en la basura, a vender objetos usados, a mendigar la caridad de sus vecinos; mientras nos asalta constantemente la duda de qué hemos hecho mal. No hay nada como ver la cruda realidad para despertar y saber poner el foco sobre el drama de los verdaderamente perjudicados. Los jadeos iniciales de la protagonista nos ponen en preaviso del ordinario tormento que marcará el tono del filme, una angustia que se cocina a fuego lento y sin grandes aspavientos para culminar en un final precipitado y con una lectura enfatizada de una manera un tanto pueril.

Mientras que a lo largo de ‘Techo y comida’ el radical discurso ha ido posándose de forma relajada y natural, sin tan siquiera demonizar de forma directa a los ineficientes poderes del estado que debido a su excesiva burocracia no consiguen paliar el problema, en los últimos compases el director se vale de un vistoso pero innecesario subrayado de tintes futbolísticos para dejar constancia de su opinión y, al mismo tiempo, echar un poco por tierra la sutileza del conjunto. Por si esto no fuera suficiente, una vez terminado el metraje tenemos un texto sobreimpreso sobre los estragos generales de la crisis. Además, también desvirtúa un poco el conjunto la falta de un hilo conductor más potente que dé cierta unidad a la acumulación de las variopintas escenas aisladas.
Sin embargo, es justo destacar este más que correcto primer largometraje de Juan Miguel del Castillo, un director que demuestra gran pasión por lo que cuenta y quiere transmitir, con un eficaz dominio del tiempo y una apreciable capacidad narrativa. Eso sí, ‘Techo y comida’ no sería la experiencia cinematográfica que es sin la inestimable presencia de una descomunal Natalia de Molina, una actriz desaparecida en un personaje difícil que en sus manos se impregna de una naturalidad y fragilidad imposibles de describir.


7/10

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