La última película que he visto en esta octava edición del Festival de Cine Italiano de Madrid es Non Essere Cattivo. Se trata de la elección de Italia en este año de cara a los Oscar en la categoría de mejor película extranjera.
Años 90, en las afueras de Roma hacia Ostia, mismo lugar donde acontecían los films de Pasolini. Sus personajes, en esa década, parecen pertenecer a un mundo que gira alrededor del hedonismo. Un mundo donde el dinero, coches de lujo, clubes nocturnos, cocaína y drogas sintéticas son fáciles de encontrar. Un mundo donde Vittorio y Cesare, veinteañeros, van en busca de su propio éxito. El inicio de su existencia tendrá un alto precio para Vittorio: para salvarse a sí mismo, abandona a Cesare, que inexorablemente se hundirá. Pero el vínculo que los une es tan fuerte que en realidad Vittorio nunca le abandonará, siempre con la esperanza de afrontar el futuro con una nueva mirada. Juntos.
A lo largo de la película vemos como su pareja protagonista vive en un ambiente donde se entiende que las drogas sean su modo de vida, que no de consumo, que también, pero principalmente las utilizan para beneficios económicos.
Por ejemplo, Cesare se nos presenta al principio como un despojo social, una cabra loca que lo único que quiere es desfasar, y a pesar de ser una personalidad fácilmente alterable y conflictiva, el director también nos da muestras de humanidad a través de su relación con su familia, especialmente con su hermana pequeña, a la que llama con cariño "fea".
La historia no renuncia a ciertos momentos cómicos, a pesar del dramatismo de sus imágenes, para humanizar más a los personajes y que el espectador consiga sentir más afinidad con ellos.
Pero ante todo, la película trata de dos personalidades que intentan sobrevivir a ellos mismos, a su entorno y a su presente.
En conjunto es una mirada tierna, ya vista anteriormente, pero sincera en su resolución.
6,5/10
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