Título original:
La patota (Paulina)
Año:
2015
Fecha de estreno:
27 de Noviembre de 2015
Duración:
103 min
País:
Argentina
Director:
Santiago Mitre
Reparto:
Dolores Fonzi, Oscar Martínez, Esteban Lamothe, Cristian Salguero, Verónica Llinás, Laura López Moyano
Distribuidora:
Golem
Santiago
Mitre sigue su periplo como director de forma ascendente. Si con El
estudiante
ya cosechó buenas críticas (aunque no la de servidor), con Paulina
ha demostrado que es un director de gran proyección y futuro. Su
segunda película ha sido premiada en Cannes (el segundo FIPRESCI
seguido para una producción argentina tras Jauja),
San Sebastián y en los Fénix (premios al cine Iberoamericano) y eso
que no es una película de fácil digestión, por la historia que nos
cuenta.
Remake
de La patota (1960), de Daniel Tinayre, Mitre cambia el
contexto religioso por uno de ideales, una versión laica sobre el
idealismo hasta sus últimas consecuencias.
La
palabra 'patota', de origen coloquial, viene a significar 'pandilla
de gamberros', que vendría a representar al grupo de muchachos que
perpetran el hecho clave de la película, sobre la que versará toda
la trama: la violación de la idealista maestra. Paulina renuncia a
su carrera en la abogacía para meterse en las misiones y dar clases
en un barrio marginal, para sentirse útil y luchar contra las
injusticias del sistema desde los orígenes. Es especialmente
importante la conversación que define tanto a Paulina como a su
padre (el otro personaje importante de la trama) al principio de la
película, pues es esta personalidad que se retrata la que luego, con
los acontecimientos que vendrán, la que se pondrá a prueba.
Al
espectador le resultará imposible identificarse con la protagonista,
toma decisiones que a priori no tienen sentido para nuestra forma de
pensar, pero esto, que en multitud de películas sería algo
negativo, Mitre sabe convertirlo en lo más positivo de su relato.
Paulina, el personaje, es utilizado para retratar unas ideas, y las
llevamos hasta sus últimas consecuencias, para así abrir en el
espectador la ventana del debate y la reflexión, que es a fin de
cuentas el propósito de la existencia de esta película: planetar
preguntas en la mente del espectador. ¿Por qué obra como obra? ¿Qué
quiere conseguir? Y las respuestas ni son obvias ni fáciles.
Paralelamente, en la trama hay una serie de "sin razones"
que alientan ese desconcierto buscado en el espectador. La violencia
sin motivo aparente, las acciones de Paulina sin motivo aparente o la
justicia policial, sin mirar a los motivos (las causas) sino solo las
consecuencias (el castigo).
Pero
como, a pesar del entramado ético de la trama, a fin de cuentas
sigue siendo una película, el espectador sigue necesitando un
personaje en quien apoyarse durante el relato, para seguir la trama
hasta el final, que es donde ya, una vez abandonada la sala, empiece
la cabeza a ebullir. Aquí entra la importancia del personaje del
padre de Paulina, con quien irremediablemente sentimos más cercano.
Esto también sirve para abrir otro punto de vista diferente a los
hechos y temáticas tocadas durante a película. Así, la justicia,
la violencia de género, la marginalidad, las clases sociales o el
perdón se pueden vislumbrar desde la perspectiva del padre o de la
hija, del abogado o del juez o del hombre y de la mujer.
No
me quiero olvidar de comentar la gran labor que se marca Dolores
Fonzi haciendo de un personaje que no tiene por qué caer bien, pero
tampoco debe dejar indiferente o dar repulsa, algo nada fácil que
resuelve de manera muy admirable la actriz. Su primer papel
protagónico le vino con Plata quemada, después la vimos en
películas como El aura y recientemente en Truman de
Cesc Gay, pero Paulina supondrá un punto de inflexión en su
carrera casi con toda seguridad.
Santiago
Mitre se ha marcado un film arriesgado y valiente del que sale muy
bien parado, aportando no sólo una película intensa, sino poniendo
de relieve unos temas bastante peliagudos sobre la mesa sin caer en
maniqueismos o alegatos gratuitos.
7/10
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