El anterior capítulo de Águila
Roja lo podéis leer aquí. Aunque ya os digo que no tiene mucho que ver con la
entrega de la semana pasada que me dispongo a recapitular ahora. ¡Alerta
spoiler!
ERROR
A veces se nos olvida que
Gonzalo es maestro. Entre héroe, prometido, etc., pues se nos olvida. Como tal,
se dirige a la universidad a entregar unos libros. Allí está a punto de
montarse una buena, “en dos días” como rezan unos panfletos de apariencia
misteriosamente impresa con una HP, dentro de un triángulo invertido. Los panfletos
vuelan por el barrio, pero nadie sabe de qué son.
En la clase de leyes en la
que Gonzalo y Satur entran, el profesor tiene la misma afluencia de gente que
Leticia Sabater en su espectáculo Fronze, tirando a más bien poca. Precisamente
allí aparece también Hernán, con sus guardias, a registrarlo todo. Buscan si lo
de los “dos días” ha salido de allí.
No encuentran nada, pero al
menos Satur no desaprovecha el viaje y decide matricularse. Claro que Gonzalo
sabe que aquello necesita de tiempo y capacidad. Y lo dudamos todos, Satur, lo
dudamos. El criado empieza robando un libro, que viene hasta subrayado y todo, porque
por algo hay que empezar. En el libro hay un papel con una lista de fechas y
lugares, que Satur piensa que es un grupo de estudio. ERROR.
¿No os habéis preguntado para qué quiere el Águila Roja dos lanzas? ¿Hacen bonito para las visitas? |
15M
A Satur lo de la universidad
se le da más bien tirando a horriblemente mal. Es lo que tiene utilizar media
clase para escribir el título de la lección. Es lo que tiene la universidad, en
definitiva, que te despistas un momento y te quedan más asignaturas que a las
que te habías apuntado. Para quienes habéis ido a alguna clase de derecho, como
yo, podréis identificaros perfectamente con cada cara que pone Satur. De la típica
de “yo qué estoy haciendo aquí” a la
más novedosa “juraría que yo puse en
idioma el español”. Él va más allá y hasta se echa una siesta.
Cuando se despierta, ya con
los últimos instantes de la clase, se interesa con un compañero por ese grupo de estudio del que ha tenido
noticias. Por supuesto, el grupo no es de estudio, sino una especie de 15M que
quiere derrocar al Rey e instaurar una república. Satur pide entonces al Águila
que les detenga, pero es que Gonzalo piensa como ellos, así que decide que no
actuará.
El que sí que actúa es su
hermano. El Comisario, compinchado con el Cardenal Mendoza, capturan a la
familia del decano de la facultad, que viendo como están a punto de morir envenenados,
decide hablar. Casualmente, el señor tenía en su poder una lista de los
instigadores de la revolución que le había pasado Satur, que decide chivarse
con tal de salvar a la Corona.
Biba
la cultura
Las represalias no se hacen
esperar, y el Águila tiene que intervenir para salvar a dos de los nombres de
la lista que se encontraban jugando al bádminton. Un deporte que se inventó en
los 1800, pero que en España –por chulos- se ve que ya lo conocíamos doscientos
años antes.
Satur pasa a ocupar la letra "bv y así no me mojo" en la RAE. |
El Rey, de hecho, cuando se
entera de ese complot para derrocarle, decide cerrar todas las universidades. Lo
único que tenía que haber hecho era subir las tasas, si total, un poco más… El decano, por cierto, termina colgado, pues
se siente fatal por haber traicionado a sus alumnos a quienes les enseñó él
mismo otras formas de gobierno, como la democracia que tanto ansían.
El propio Satur es acusado
de cómplice en el complot, al haber asistido a una de las reuniones, pero
Hernán hace la vista gorda porque así su hermano no se verá implicado. Hay que
ver lo bien que le está viniendo a Gonzalo que Hernán sea Comisario, aunque reniegue
de él. Satur, visto lo visto, decide encadenarse en la universidad después de
pintar en la pared un “BIBA LA CULTURA” en rojo que hace sangrar a cualquiera.
En un paseo por el campo,
con tan solo tres guardia de escolta (cómo no), el Cardenal y la Familia Real
al completo son capturados por los republicanos. También Gonzalo, que minutos
antes hace parar al carruaje real para pedirle al Rey que reconsiderase el
cierre de las universidades.
Desáatamee, o apriétame más fuerte. Pero no quiero que me dejees así... |
Tratando de mediar en el
asunto, Gonzalo es herido, aunque consigue recuperarse milagrosamente para
salvar la vida de su padre y el resto. Sin matar a ninguno de los estudiantes,
claro. Si hubiesen sido guardias se ponía a sablear como un loco. Al final, el
Rey recula y reabre las universidades. Y Satur también y decide que aquello no
es lo suyo.
Piensa con la cabeza
En el Palacio de los
Santillana, Lucrecia espera visita. Se trata de Carmen Maura en su papel de
Duquesa de Fournier. Sí sí, como la marca de las cartas del cinquillo. Olivia viene
a visitar a su querida amiga, que lo primero que hace fijarse en lo turgente de
su delantera. Hace quince años que no se ven, pero no penséis mal, no se van a
liar. Al menos, no en el buen sentido. No me gusta como actriz Carmen Maura,
este personaje ya me cae mal.
Olivia ha estado todos estos
años en Francia y la Marquesa está muy emocionada porque ella fue la única que
la apoyó cuando se casó con el Marqués, y la que le enseñó todo lo que sabe. Lo
van a pasar en grande con paseos a caballo, cacerías y casas de juegos con “hombres
dignos de ti”. Lo que yo os decía, que a la Fournier le va el cinquillo. El strip-cinquillo.
Soy una taza aza aza, una tetera era era. |
Pero todo esto tendrá que
ser rápido, porque Olivia está enferma, se muere. Pero no quiere que Lucre esté
triste por ella: “Comportate. Cabeza,
corazón y cuerpo –mientras le pega un golpe en cada lugar (cuerpo es en el tesorito)- deben de ser distintos en una mujer”. La Fournier tiene una
sorpresa alegre para Lucrecia, y va a hacerle su heredera. Será suya toda su
fortuna: los terrenos, los châteaux, los
castillos, el tapete del julepe. Todo.
ERROR 2
Pero es TAN sospechoso. Porque
a la mujer se la ve feliz, demasiado feliz para ser una moribunda. Lo mismo que
nosotros piensa Soledad, a quien yo ya haría caso de por vida porque se nota
que es una señora que sabe de la vida. Lucrecia sabe un poco menos, así que
firma los documentos casi sin leerlos. ERROR.
Ahora todo lo de Olivia es
de la Marquesa. Y todo son deudas. Lo típico que te vienes arriba en el
chinchón y lo pierdes todo. La señora se excusa en que no puede ir a la cárcel (porque,
por supuesto, tampoco se está muriendo) y que ella era la única que podía
firmar aquello sin leerlo. Es Soledad la que sabe cómo revertir la situación:
si Olivia es igual de obstinada que Lucrecia, la Marquesa solo tiene que pensar
en qué la haría doblegarse a ella.
Cuando hace 15 años que no ves a una amiga y no se ha dado cuenta de que te falta un ojo. |
Y encuentra la forma. Olivia
es encerrada en una celda réplica de la que ocupará Lucrecia por su culpa. Y el
tiempo que la Marquesa esté en prisión lo pasará ella allí, durmiendo en el
suelo, con las ratas. Olivia tienta entonces a Hernán, con el que tuvo un
tórrido romance cuando eran más jóvenes. Pero aunque él está enfadado con
Lucrecia por amar a otro, no piensa tampoco fastidiarle el plan para librarse
de la cárcel. ¿O sí?
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