Todavía no me he recuperado del capítulo 100 de Águila Roja, pero es que ya ha pasado una semana (y algo más incluso) y ya han emitido el 101 y han pasado cosas. COSAS os escribo. COSAS. Así que me dispongo a psico-analizarlas y contarlas que para eso he venido yo aquí. ¡Alerta spoiler!
Juan Bautista
Satur sigue huyendo de su nueva esposa. No han consumado ni nada, pero es que él no la quiere, pero a la vez tampoco quiere hacerle daño. Así que ahí está, esquivando a la Puri y sus bollos preñaos en cada ocasión que se le presenta.
A Gonzalo y Margarita la Reina les quiere hacer un regalo de bodas: un retrato de Juan Bautista Martínez, que es pintor. No les regala un regalo del señor ese, sino que les pinte el señor a ellos en uno. A ver si se me entiende.
Juan Bautista, que es yerno de Velázquez, tampoco se flipen mucho. Por cierto, Satur quiere salir al fondo en plan “pasaba por allí”, pero no cuela. Para el cuadro, el pintor quiere que se miren a la cara, y es el tiempo que más rato se miran nuestros protagonistas desde que empezó la serie allá por los inicios del 2009.
Mujer contra mujer
En palacio, en pleno baño, Lucrecia se da cuenta de que puede ver por el ojo que le dañó el halcón aquel. Se ha obrado el milagro. Con la emoción, sale de la bañera sin nada más que el aire y abraza profusamente a Soledad, que –atención a esto- se lanza y le planta un beso en los morros a la Marquesa. SOLEDAD. BESA. A LA MARQUESA. Lucrecia, sorprendida, improvisa una cobra máxima que llega tarde, maniobra que observa de soslayo Hernán desde la puerta.
El Comisario es muy tradicional y aquello lo ve muy mal y quiere denunciarla a la Inquisición, que se fijen bien que seguro que tiene toda la discografía de Malú y un anillo en el pulgar. Lucrecia con la Inquisición ya ha tenido sus más y sus menos, así que tendrá que tomar cartas en el asunto, aunque Sole haga muy bien su trabajo.
Quién detiene palomas al vuelo, volando a ras de suelo. |
La cosa entre ambas está muy tensa. Lucre la despide y le avisa de no mentarla en el juicio por sus “perversiones”, que ella no tiene nada que ver. Sole asegura que siempre había luchado contra su naturaleza, y hasta ahora lo había conseguido, ya casi ni tarareaba a Ana Torroja. Claro, ella se ha enamorado de la Marquesa: fue un flechazo al corazón, amor a primera vista. Pero es que viene de antes, años atrás, Lucrecia y sus enaguas ya encendían las turbinas internas de Soledad.
A la mujer la esperan un montón de latigazos, pero solo después de su paseíllo de la vergüenza al más puro estilo Juego de Tronos. A ver si va a ser una Lannister después de todo. La Marquesa prueba con otra ama de llaves, pero no hace nada cuando se le incendia en vestido en plan falla y casi termina chamuscada. Así que termina volviendo a contratar a Soledad, que anda por las calles que parece Jesucristo, y solo ha pasado un día.
Portugal
En un paseo por el bosque, Satur y Gonzalo observan una persecución. El amo, que siempre lleva el traje pero no sabemos dónde (que yo el traje lo entiendo, quién no habrá bajado a comprar el pan con el pijama debajo; ¿pero y la katana?), se dispone a cargarse a los guardias que van detrás de un señor.
¿No se te ha pasado alguna vez por la cabeza preguntar primero? Que a lo mejor el señor ese al que acabas de ver por vez primera era un maleante y la estás liando parda. El señor resulta ser el embajador de Portugal, al que obviamente no lo da tiempo a cruzar la frontera y termina muerto en medio del campo. ¿Y esto?
Resulta que nuestros vecinos los portugueses se vuelven revoltosos, cambian de Rey con la ayuda de los ingleses y Felipe IV se pone nervioso perdido. Así que el Cardenal le propone que envíen a la frontera a todo varón soltero que encuentren por la calle, por si acaso. ¿Se libran nuestros protagonistas? Alguno.
Rematar
Harto de huir de Puri, Satur decide que lo mejor es proponer la anulación, por lo que escribe una carta a la archidiócesis de Toledo, alegando impotencia. “Aun siendo yo muy viril, mi cuerpo se niega a rematar”. Lo que pasa es que Puri se pone sentimental, y aquello hace sentir muy mal al criado. Además, pronto se le pasa cuando los guardias aparecen para llevárselo al ejército: para eso sí que le gusta estar casado.
Gonzalo no tiene esa misma suerte y tiene que partir. Claro, que él es lo más parecido que hemos tenido nunca en este país a un Power Ranger, tampoco es para preocuparse mucho. Incluso Hernán aparece por su casa para despedirse y asegurarle que cuidará de Alonso; mucha confianza este no tiene, no.
Es Cipri el que parece tener una solución: conoce a un cura donde los leprosos que les puede casar in extremis. ¿Qué puede que se caigan a cachos a las dos semanas? Sí, pero casados, juntos y en casa. Satur hace la pregunta oportuna: “¿desde cuándo le hacemos caso al Cipriano?” Esto resume media serie, sin duda. El cura, Samuel, también tiene la lepra porque el Señor no puede estar en todo.
La NO boda
Malasangre es como cualquier cuñado el día de Nochebuena: todo lo sabe hacer mejor. Así que le explica al Rey de que su plan contra Portugal terminará en derrota. Le propone, a cambio, una incursión secreta de seis hombres, incluido él mismo, con el fin de matar a Alfonso (nuevo rey de Portugal) y acabar el asunto de manera eficaz y sencilla.
Tres bodas de más, y una de menos. |
Con nocturnidad, en pleno bosque, con Cipri, Satur y un caballo de testigos, el cura leproso comienza la ceremonia de casamiento. LA BODA MÁS CUTRE EVER. ¿Sabrá el cura que está casando a dos cuñados? ¿Es eso pecado? Están a punto de casarse cuando… ¡ZAS! Aparece Malasangre y un montón de hombres. Malasangre sabe que Gonzalo es el Águila, así que quiere que forme parte de su nueva misión. UY, casi tenemos boda. CASI.
Lucrecia, por cierto, se acicala lo más grande y se presenta en casa del maestro. Le abre la puerta Han, que pone la misma cara que pone siempre ante cualquier cosa, entre “no sé qué me estás diciendo” y “en cuanto te despistes te mato”. Al menos Alonso se fija en que ya no tiene el parche en el ojo. Y esa es su aportación al episodio, GRACIAS ALONSO.
Águila Horror
A Gonzalo lo de matar al rey de Portugal le parece absurdo. Ojalá Malasangre le suelte que Marga estaba dispuesta a un meneo con él a cambio de regresarlo a España algunos capítulos atrás, OJALÁ. Que se descorsetó y todo, que no se nos olvide. Por supuesto, Mala juega con la carta de la identidad del Águila Roja.
Horror, HORROR. |
Se guarda bien sus espaldas con unas cartas que se enviarían si le pasase algo, cartas “con una información muy precisa” sobre el héroe. Por supuesto, dejarle marchar cuando le descubrió fue la decisión más tonta de la serie: ahora no solo no lo puede matar, sino que encima tiene que protegerle. Satur intenta cambiarse por él pero, claro, no es lo mismo.
En el Palacio Real, donde va de visita, Lucrecia se entera del enlace de Gonzalo y Marga cuando descubre el cuadro que les ha regalado la Reina. Pero vamos, que podrían ser ellos o no, porque menudo horror, menudo espanto. A eso le hacen falta muchos muchos filtros del Instagram. O quemarlo.
Zigor y el EQUIPO JÁ
La serie nos presenta a Zigor (¿Gorka Otxoa se llamaba este señor?), un ladrón que acaba de salir de la cárcel y se pasa dos minutos de pantalla en la cama con tres muchachas de reputación comedida. Es uno de los que irán con Mala y Gonzalo en lo que he bautizado como EL EQUIPO JÁ (en honor a la gran superproducción de Juan Antonio Muñoz (el otro de Cruz y Raya, ¿sabíais que tiene un bar en Torrevieja? Qué cosas).
El EQUIPO JÁ lo completan un rubio salido de las películas del oeste, un señor misterioso al que ni enfocan, Gonzalo y Hernán. ¡HERNÁN! Porque, según Mala, no tiene escrúpulos, ni principios, ni moral. Gonzalo está ahí por su inteligencia, según el jefe.
Y así parte el EQUIPO JÁ a su primera aventura. Gonzalo se da cuenta de que alguien les sigue (¿de verdad no va a pensar ni un poquito en camuflar sus superpoderes ninja?) y resulta ser Satur, que no puede dejar a su amo solo. Nada más salir y ya sufren una emboscada, por cierto. Menuda mierda de plan y menudo viajecito que les van a dar, si siguen en España aún y todo.
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