viernes, 2 de mayo de 2014

Mi último día sin ti. Una canción cursi.

Título original:
My last day without you
Año:
2011
Fecha de estreno:
09 de mayo de 2014
Duración:
90 min
País:
Estados Unidos / Alemania
Director:
Stefan C. Schaefer
Reparto:
Nicole Beharie, Ken Duken, Reg E. Cathey, Marlene Forte, Laith Nakli, Lawrence Saint Victor
Distribuidora:
European Dreams Factory


Uno a una comedia romántica sólo le pide un rato de entretenimiento amable, que sea una película que se deje ver de manera agradable cuando el cerebro no quiere trabajar más de la cuenta. Sabemos de sobra la archiutilizada fórmula para la trama de las comedias románticas: chico conoce a chica (o viceversa), uno de ellos tiene un secreto que pondrá en jaque la relación y, cuando el otro lo descubra se pelearán pero, como están tan enamorados, se perdonarán, se besarán y serán felices. Un fórmula efectiva si cuentas con los elementos apropiados algo de lo que la coproducción germano-americana Mi último día sin ti carece.

La película versa sobre el romance interracial establecido entre un alemán y una afroamericana. Él (Ken Duken) trabaja para una empresa germana cuya filial americana no es rentable. Tendrá que viajar a Nueva York para despedir a parte de la plantilla. Antes de entrar a la reunión, conocerá en una cafetería a una chica (Nicole Beharie) que le regalará un cd con sus canciones. Casualmente, ella trabaja para la filial americana y acabará de patitas en la calle. Él, que se sintió atraído por la misteriosa mujer, la busca y le propone pasar el día juntos. Cuando se entera de que es una de las trabajadoras a quien ha despedido, le sugerirá producirle un disco. Ella aún desconoce quién es en realidad él pero, un día en Nueva York puede cambiarte la vida.


Mi último día sin ti se convierte en una rutinaria comedia romántica que adolece de anodina y sin chispa, donde la química entre los dos actores protagonistas parece esconderse tras los horribles muros del Nueva York más feo que el director se empeña en retratar. La relación entre ambos se alimenta de productos caducados, no tienen sangre en las venas, ni carisma, ni la gracia innata de los actores de este tipo de género. Sí, son muy guapos pero no dan la talla en cuanto a credibilidad de esa supuesta atracción instantánea que hay entre ellos.

La película intenta jugar con cómo una persona puede cambiar su destino tras enamorarse a primera vista y para ello explota más clichés todavía del género, representados en la figura de él como un tío muy frío que nunca ha querido a nadie. No podía faltar en este tipo de producciones un secundario histriónico, a modo de falso celestino y consejero entre nuestros dos protagonistas. Nos referimos al chófer del alemán, un personaje tan irritante como una urticaria. Por otro lado, tenemos la relación amorosa paralela del padre de la protagonista, un pastor de luto desde hace dos años que consigue rehacer su vida gracias a una de sus feligresas. O el extraño vínculo de la protagonista con su ex novio, personaje con un papel irrisorio. Estas historias sólo tienen la función de actuar como relleno en una trama muy trillada y poco atractiva.


Stefan C. Schaefer, director y guionista de la película, ha construido una historia sin ningún toque original, de carácter aburrido e incapaz de emocionar a un espectador que no parará de mirar el reloj durante la hora y media que dura. Lo más rescatable de la película son las canciones interpretadas por Nicole Beharie con su tono de voz similar al jazz -otro tópico al canto. Pero, como su propio personaje indica casi al final del largometraje, Mi último día sin ti “es una canción cursi”, de romance trivial, de destino predecible, de resultado olvidable. 

4,5/10

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