The Machine
Año:
2013
Fecha de estreno:
09 de mayo de 2014
Duración:
90 min
País:
Reino Unido
Director:
Caradog W. James
Reparto:
Toby
Stephens, Caity Lotz, Denis Lawson, Sam Hazeldine, Pooneh
Hajimohammadi, John Paul MacLeod, Helen Griffin, Siwan Morris, Nicola
Reynolds, Jade Croot
Distribuidora:Alimpro
Que la tecnología avanza
a pasos agigantados es una contundente realidad. Los japoneses, que
en esto de la robótica van un paso por delante, ya han inventado
androides de apariencia muy humana. Y, en la interminable e
infatigable búsqueda del robot perfecto, a nadie le extrañaría que
en un futuro cercano se inventase un robot capaz de expresar
emociones. Algo así ocurría en Her,
película en la cual Joaquin Phoenix se enamoraba de un sistema
operativo. La misma idea de humanizar, no sólo en su aspecto
físico si no también al nivel de sentimientos, persigue el
largometraje de Caradog W. James The Machine.
En
el futuro, Inglaterra y China se enfrentan en una Guerra Fría motivo
por el cual el Ministerio de Defensa británico se encuentra en pleno
desarrollo secreto de robots soldados. Vincent (un aceptable Toby Stephens)
es el científico encargado de diseñar un androide empático y
guerrero. Por ese motivo, contrata a Ava (una desubicada Caity Lotz),
una experta en Inteligencia Artificial que dotará de un aspecto
físico y de una conciencia a un robot (The Machine) preparado para
ir a la guerra. Sin embargo, entre tanto avance de las máquinas, se
entremezclan otros intereses más personales y salen a relucir
conflictos morales. Porque en el fondo Vincent sólo persigue un
modelo de inteligencia artificial capaz de curar a su hija aquejada
de una enfermedad neurológica terminal y utilizará los recursos del Gobierno
para ello.
En
el cercano futuro distópico de The Machine, Caradog
James ha urdido una historia en la cual hay lugar para la reflexión
sobre cómo evolucionarán las máquinas, qué haremos los seres
humanos al respecto y qué lugar ocuparemos. La complejidad de los sistemas operativos se
acentúa al intentar colocarles chips que actúen a modo de
conciencia y de corazón. En la película, el protagonista interactúa
con el robot -interpretado también por Caity Lotz, mucho más
creíble en su papel de androide que en el de científica- creando un
vínculo emocional entre ambos. La máquina aprende qué significa
tener sentimientos y esto permite al espectador discurrir sobre los
dilemas morales que eso implicaría.
¿Una
conciencia aprendida es más falsa que una propiamente humana?
¿Pueden los robots amar? ¿El futuro depende de los androides? Estas
y más preguntas se planeta una película que gana más en su
vertiente de acción que en su ambiciosa carga filosófica, muy
lejana de otros films con los cuales se emparenta como Blade
Runner. Puestos a comparar,
quizá se parezca más a Terminator pues
los intereses belicosos -recordemos que el protagonista trabaja para
el Gobierno aunque sus motivaciones últimas sean más íntimas-
prevalecen durante todo el metraje y serán el desencadenante de la
frenética parte final de la película.
Interesante
propuesta, pues, esta de Caradog James que ha sacado adelante una
producción de ciencia ficción de poco presupuesto. Sus bazas para
triunfar son su trasfondo de thriller de acción cuyo engranaje de la
historia transmite unas reflexiones sobre las consecuencias éticas
de jugar a ser Dios, algo tan propio (y ruin) de los seres humanos.
Asimismo, el director también se apoya en poderosas imágenes de
carácter onírico para retratar la cambiante naturaleza de “la
máquina”. El ver bailar a un androide, cual delicada bailarina de
ballet, mientras sus circuitos internos se iluminan, expresando sus
sentimientos, desprende una gran belleza visual.
6/10
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