domingo, 18 de mayo de 2014

Viva la libertà. ¡Sean honestos y dejen de teñirse!

Título original:
Viva la libertà.
Año:
2013
Fecha de estreno:
21 de mayo de 2014
Duración:
94 min
País:
Italia
Director:
Roberto Andò
Reparto:
Toni Servillo, Valerio Mastandrea, Valeria Bruni Tedeschi, Anna Bonaiuto, Michela Cescon, Eric Nguyen
Distribuidora:
Caramel Films


Una sonrisa en tiempos difíciles. Eso nos propone Roberto Andò con su satírica visión de la política italiana. Con Viva la libertà el propio Andò adapta a la gran pantalla su novela, encargándose del guión y la dirección. En ella, Enrico, el candidato de la oposición, decide desaparecer de repente porque está harto de las malas caras, del poco éxito popular. Su asesor se ve forzado a suplantar la identidad de Enrico con Giovanni, el hermano gemelo del político, un filósofo recién salido del manicomio. La franqueza de Giovanni en los discursos públicos cambiará las tornas en cuanto al favor de los electores. Mientras, Enrico se encuentra de retiro espiritual en París, en casa de una ex novia.

Viva la libertà incide en el componente satírico y cínico del criticismo hacia la política pero lo hace desde una vertiente amable, sin llegar a ser venenosa. La película refleja la inestabilidad del panorama actual italiano. Por ello, quién mejor que un loco para ser el nuevo ídolo de masas. La elección de Giovanni como suplantador de su hermano, infiere en la idea de representar un papel vital sin tapujos, de ser uno mismo sin serlo. Giovanni es un personaje transparente, dice las cosas como las piensa y le da a sus potenciales electores la verdad. La verdad es un deporte de riesgo apenas practicado por los dirigentes políticos quienes suelen andarse por las ramas cuando tratan con la gente. Andò ha constituido un personaje rico, estimulante y muy carismático.


Ese carisma que rezuma no es sólo consecuencia de un guión brillante y mordaz, se debe, cómo no, a la deslumbrante interpretación de Toni Servillo, en un doble papel. Por un lado, el inimitable y alocado Giovanni, siempre sonriente. Y por otro, el de Enrico, con su eterna imperturbabilidad y amargura. Nos sorprende la versatilidad de Servillo, pues nos tiene acostumbrados a papeles serios, melancólicos y grises como el de Las consecuencias del amor o su reciente y celebrado trabajo en La gran belleza. Servillo se desmelena encarnando al filósofo con una maestría propia de los más grandes y nos regala algunos momentos de carcajada limpia como ese baile con la canciller alemana.

Si bien Giovanni es el roba planos de la película, su contrapunto Enrico queda desdibujado desde el momento que el propio personaje decide desaparecer de la trama principal. Su viaje a París es retratado con cautela por Andò, incidiendo a duras penas en su crisis existencial. Enrico busca libertad para ser él mismo y olvidarse de la presión mediática. Encontrará un remanso de paz junto a su ex, interpretada por Valeria Bruni-Tedeschi, una actriz que nos transmite, con ese tono suave y dulce de su voz, la paz que necesita Enrico. No obstante, como decíamos, esta historia queda en un segundo plano y nos hubiera gustado ahondar en los conflictos del político desertor en su retiro parisino. 


Valerio Mastrandea encarna a Bottini, el asesor de Enrico. Este personaje será clave para entender cómo cambia la visión sobre la opacidad de los políticos. Giovanni se mueve como pez en el agua en los mítines y dejará una impronta difícil de superar. Por suerte, la película no se pierde en discursos políticos -no nos referimos a la elocuencia de las charlas de Giovanni si no al tema político en su mayor extensión- y su mayor baza se asienta en su comicidad cómplice, para alcanzar un mayor impacto. Quizá falla en su fluidez. No es tan rápida como cabía prever en cuanto a genialidad, cinismo y retórica pero tiene un puntillo simpático que te deja con una sonrisa, como apuntábamos al comienzo de esta crítica. Bueno, y tiene a Jep Gambardella. Por partida doble.

6/10

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