Viva la libertà.
Año:
2013
Fecha de estreno:
21 de mayo de 2014
Duración:
94 min
País:
Italia
Director:
Roberto Andò
Reparto:
Toni Servillo, Valerio Mastandrea, Valeria Bruni Tedeschi, Anna Bonaiuto, Michela Cescon, Eric Nguyen
Distribuidora:
Caramel Films
Una
sonrisa en tiempos difíciles. Eso nos propone Roberto Andò con su
satírica visión de la política italiana. Con Viva
la libertà el
propio Andò adapta a la gran pantalla su novela, encargándose del
guión y la dirección. En ella, Enrico, el candidato de la
oposición, decide desaparecer de repente porque está harto de las
malas caras, del poco éxito popular. Su asesor se ve forzado a
suplantar la identidad de Enrico con Giovanni, el hermano gemelo del
político, un filósofo recién salido del manicomio. La franqueza de
Giovanni en los discursos públicos cambiará las tornas en cuanto al
favor de los electores. Mientras, Enrico se encuentra de retiro
espiritual en París, en casa de una ex novia.
Viva
la libertà
incide en el componente satírico y cínico del criticismo hacia la
política pero lo hace desde una vertiente amable, sin llegar a ser
venenosa. La película refleja la inestabilidad del panorama actual
italiano. Por ello, quién mejor que un loco para ser el nuevo ídolo
de masas. La elección de Giovanni como suplantador de su hermano,
infiere en la idea de representar un papel vital sin tapujos, de ser
uno mismo sin serlo. Giovanni es un personaje transparente, dice las
cosas como las piensa y le da a sus potenciales electores la verdad.
La verdad es un deporte de riesgo apenas practicado por los
dirigentes políticos quienes suelen andarse por las ramas cuando
tratan con la gente. Andò ha constituido un personaje rico,
estimulante y muy carismático.
Ese carisma que rezuma no es sólo consecuencia de un guión brillante y mordaz, se debe, cómo no, a la deslumbrante interpretación de Toni Servillo, en un doble papel. Por un lado, el inimitable y alocado Giovanni, siempre sonriente. Y por otro, el de Enrico, con su eterna imperturbabilidad y amargura. Nos sorprende la versatilidad de Servillo, pues nos tiene acostumbrados a papeles serios, melancólicos y grises como el de Las consecuencias del amor o su reciente y celebrado trabajo en La gran belleza. Servillo se desmelena encarnando al filósofo con una maestría propia de los más grandes y nos regala algunos momentos de carcajada limpia como ese baile con la canciller alemana.
Si
bien Giovanni es el roba planos de la película, su contrapunto
Enrico queda desdibujado desde el momento que el propio personaje
decide desaparecer de la trama principal. Su viaje a París es
retratado con cautela por Andò, incidiendo a duras penas en su
crisis existencial. Enrico busca libertad para ser él mismo y
olvidarse de la presión mediática. Encontrará un remanso de paz
junto a su ex, interpretada por Valeria Bruni-Tedeschi, una actriz
que nos transmite, con ese tono suave y dulce de su voz, la paz que
necesita Enrico. No obstante, como decíamos, esta historia queda en
un segundo plano y nos hubiera gustado ahondar en los conflictos del
político desertor en su retiro parisino.
Valerio Mastrandea encarna a Bottini, el asesor de Enrico. Este personaje será clave para entender cómo cambia la visión sobre la opacidad de los políticos. Giovanni se mueve como pez en el agua en los mítines y dejará una impronta difícil de superar. Por suerte, la película no se pierde en discursos políticos -no nos referimos a la elocuencia de las charlas de Giovanni si no al tema político en su mayor extensión- y su mayor baza se asienta en su comicidad cómplice, para alcanzar un mayor impacto. Quizá falla en su fluidez. No es tan rápida como cabía prever en cuanto a genialidad, cinismo y retórica pero tiene un puntillo simpático que te deja con una sonrisa, como apuntábamos al comienzo de esta crítica. Bueno, y tiene a Jep Gambardella. Por partida doble.
6/10
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