miércoles, 1 de julio de 2015

Atlántida Film Fest. Blind Dates.


Título original:
Shemtkhveviti paemnebi (Brma paemnebi) (Blind Dates)
Año:
2013
Atlántida Film Fest:
Sección Oficial
Duración:
99 min
País:
Georgia
Director:
Levan Koguashvili
Reparto:
Andro Sakhvarelidze, Ia Sukhitashvili, Archil Kikodze, Vakho Chachanidze, Kakhi Kavsadze, Marina Kartsivadze



Las asociaciones que hace la mente humana pueden llevar a ser a veces un tanto caprichosas o irracionales. Yo, por ejemplo, veo que Blind Dates es una producción georgiana y mi mente piensa en “Georgia on my mind” de Ray Charles, aunque realmente el cantante no hable de la misma Georgia. Incluso ni siquiera se refiere a la Georgia de los Estados Unidos, sino a la hermana del escritor de la canción, que se llamaba Georgia (sí es cierto que más adelante, el estado de Georgia se apropió de la canción como su himno). Es por este tipo de asociaciones extrañas y sinsentido (del todo) que en parte soy fan del chic@ que pone los textos que hacen de gancho para las películas del Atlántida Film Fest en Filmin. En este caso, se atreve a compararla con el cine de Aki Kaurismäki y con Jo, qué noche! de Scorsese. En el primer caso supongo que vendrá por el particular humor del director, con esos personajes tan que digo yo “sangre de horchata”. La comparación con la obra de Scorsese ya escapa a comprensión alguna.



Un texto mucho más enriquecedor e interesante es el de nuestros compañeros de CineMaldito sobre el “nuevo cine georgiano”. Yo debo admitir que hasta hace poco lo único que había visto del cine georgiano era la infame 247°F, cinta de terror sobre unos chavales que se quedan encerrados en una sauna (con eso lo digo todo) y Mandarinas, la coproducción con Estonia que estuvo nominada a los Oscars; así que poca sensación de un resurgir del cine georgiano tenía. Aunque sí llamaba mi atención que recientemente se estrenase Corn Island; cuando vi Blind dates, más que su nacionalidad me atrajo su argumento. Un cuarentón que aún vive con sus padres y que, junto a su mejor amigo, conciertan citas a ciegas por internet para dejar de estar soltero. La cosa se complicará cuando se enamore de Manana, una peluquera casada con un preso que apuñaló a un hombre con un tenedor, por, a su entender, estar cortejando a su novia.

Lo mejor que puedo decir de la película es que va de menos a más, hay que ser paciente y aunque el protagonista tenga menos salero que las comidas de las residencias de ancianos, la trama gana enteros en su recta final, cuando las tramas desembocan en resoluciones tan absurdas como genuinamente locas. Al principio cuesta congeniar tanto con el ritmo de la película (muy de planos largos que ralentizan la narración) como con el personaje principal, pero las películas se valoran por el resultado final, y en este caso es satisfactorio a rasgos generales, que si bien no me ha seducido, al menos sí me ha aportado lo necesario para que el visionado haya merecido la pena. Además, es capaz de regalarnos alguna que otra secuencia interesante, como la salida de la cárcel de Tengo, donde se juega hábilmente con los desenfoques, las distancias y el fuera de plano. El personaje de Tengo, el novio de Manana, aporta además a la película esa bizarro y estrambótico caos pero entrañable conjunto que se echaba en falta en los primeros minutos.


Si es cierto que el guión puede despistar al espectador, pues realmente no sigue a Sandro (el protagonista) y su relación con Manana, sino que más bien sigue al personaje en su particular recorrido y hacia donde le dirige la historia, quedando en algún tramo de ésta Manana hasta en segundo plano.
Blind dates puede ser una historia atractiva para el espectador paciente que esté dispuesto a conectar con el particular humor seco e introvertido que se gasta Levan Koguashvili (a mí, hasta su segunda mitad, prácticamente ni me había hecho sonreír) y dejarse arrastrar por las rocambolescas vivencias que le suceden al desafortunado Sandro a lo largo de la trama.


6/10

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