Título original:
Here Be Dragons
Año:
2013
Atlántida Film Fest:
Sección oficial
Duración:
77 min
País:
Reino Unido
Director:
Mark Cousins
Reparto:
Documental
Hasta la comedia más absurda y
una película de acción sin excesivo contenido narrativo pueden servir para que en un futuro los
amplios gustos del pasado queden registrados. Ya que el cine no sirve solo para
entretener a la gente, sino que también es una cápsula del tiempo. Podemos
adentrarnos en la dividida Viena de posguerra con El tercer hombre o conocer la noche nipona a través de los ojos de
un moribundo funcionario en Vivir.
Pero no todos estos ejercicios tienen que ser retroactivos, ya que vivimos en
un mundo que desborda nuestra propia imaginación, y difícilmente vamos a poder
descubrir todos los fascinantes lugares que lo componen, que forman parte de
nuestro presente aunque no lo hagan en nuestra vida cotidiana. Por lo tanto el
cine se ha convertido en un medio fundamental para vislumbrar aquello que nos
rodea, aunque como todo arte siempre vendrá definido por un determinado punto
de vista en el que se puede confiar más o menos. La sinceridad de la mirada de
Akira Kurosawa era incuestionable, pero no todos los autores consiguen
entrelazar la reflexión con la imagen con tal maestría. En Here Be Dragons, Mark Cousins se atreve a presentarnos Albania sin ser
un experto en este país balcánico, pero su narración acaba siendo el mayor
impedimento para que esa tierra sea la protagonista.
Este cineasta relata los cinco
días que pasó en Albania debido a su participación en un festival de cine en el
que se proyectaron las películas realizadas durante el último lustro. El
principal tema del documental es la conservación de las películas, ya que Cousins
comprueba que el archivo cinematográfico del país no recibe la atención
necesaria para un bien cultural tan importante como el cine. No solo nos
muestra esa preocupación, sino que también trata de explorar Tirana, la capital
albana, durante su estancia, estableciendo una relación entre la memoria
histórica y el cuidado de la cultura cinematográfica. Dentro de su narración
tienen gran importancia los estragos provocados por la dictadura de Enver
Hoxha, máximo dirigente del país durante cuatro décadas, en las que dejó una
huella que se mantiene patente.
Solo por servir de guía
introductoria a Albania ya resulta interesante este documental, pero la
pedantería de Cousins dilata cada segundo en el que sus monólogos se apoderan
de la película. En realidad la cinta en sí está planteada como un monólogo de
77 minutos en el que solo tiene cabida la mirada de su realizador, ya que en
ningún momento se muestran declaraciones de expertos de cine del país que
observamos. Las omnipresentes citas y referencias a autores son el mayor vicio
de Cousins, que divaga de manera constante, aunque hay que agradecerle los
fragmentos de películas albanas, ya que son productos poco habituales, pero
realmente atractivos. Por lo tanto queda la sensación de que si el director no
insistiera en buscar una metáfora en cada átomo que contempla, aquello que
tiene delante podría tener mayor importancia.
Durante los momentos en los que
habla de cine no se puede hacer nada mejor que sentarse y escuchar atentamente,
ya que es obvio que Cousins tiene una gran cultura, pero se deja llevar
demasiado por sus reflexiones perdiendo el foco a favor de su inquieto
pensamiento, algo que tampoco es realmente recriminable ya que es su punto de
vista. Una mirada única para un país único. Lo más interesante es conocer
Albania a través de los niños, al igual que hacían los reputados cineastas de
este país, que tras ver Here Be Dragons
ya no es un territorio inexplorado en un mapa.
6/10
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