lunes, 20 de julio de 2015

True Detective 2x05: Other Lives

Las elipsis son el arma definitiva de los guionistas y afortunadamente Nic Pizzolatto nos ha disparado con una en el quinto episodio de True Detective. Dejando atrás el ambiente excesivamente condensado y las situaciones que llegaban a ser soporíferas saltamos dos meses hacia delante para conocer las consecuencias del traumático evento que tuvo lugar al final del episodio anterior. Lógicamente no se ha producido un cambio extremo, sino que la muerte de Ben Caspere se mantiene como hilo conductor, pero por primera vez en toda la temporada se da la sensación de que se ha producido un avance.


Este lapso de tiempo ha sido suficiente para que todos los personajes sufran un cambio notable, al menos laboral. Semyon sigue siendo la nota disonante, pero está comenzando a generar interés en el campo personal, aunque sería mucho más gratificante que despertara ese sentimiento en el ámbito de los negocios, donde se supone que se quiere desenvolver con más destreza. Mientras que los tres policías -aunque cada uno haya cambiado de puesto y uno esté fuera del cuerpo- reviven, para variar, un cliché del género policial, el de no rendirse nunca ante un caso que parece imposible de resolver. Este caso parece ser lo único a lo que agarrarse en sus destartaladas vidas, y el hecho de que esté levantando tantas heridas en ellos es donde se nota la buena mano de Pizzolatto.

Las palabras de este guionista pueden no sonar tan creíbles como lo eran en la anterior temporada, pero los desconcertantes personajes que hemos ido conociendo a lo largo de media temporada ya están mostrándose tal y como son. Velcoro ha hecho un descubrimiento que puede llevar a un sexto capítulo francamente interesante, y la insistencia en el vínculo con su hijo por fin ha generado algo mayor que lo que habíamos visto previamente. Ani se encuentra más estancada que lo que habría cabido esperar al comienzo de la temporada, ya que no se nos muestra prácticamente nada que pueda introducirnos en su mente. El paso del cigarro electrónico al real indica que las cosas se ponen aún más serias para ella, pero en todo momento parece que Pizzolatto quiere desmarcarse un personaje femenino tan fuerte que se le va a acabar escapando de las manos.

Por último, Woodrugh está creciendo con cada episodio aunque no muestre de manera evidente su evolución. El pasado le hace frente en cada capítulo y casi en cada escena. Su aparente deseo de querer tener una vida estable, casándose y teniendo un hijo, colisiona con lo que le hemos visto hacer anteriormente, e invita a pensar que puede explotar en cualquier momento. Y precisamente en este episodio da muestra de su carácter en el enfrentamiento con su madre. Es ligeramente reconfortante que este episodio no se perciba como un desperdicio, tras cuatro horas en las que la trama parecía perdida y los personajes más de lo mismo. Lo único que se le puede pedir a Pizzolatto es que pase algo muy interesante en ese bar que invita al suicidio para que se justifique su tediosa presencia en cada episodio. 

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