viernes, 3 de julio de 2015

Los caballos de Dios. Las cadenas de la vida.

Título original:
Les chevaux de Dieu
Año:
2012
Fecha de estreno:
3 de Julio de 2015  
Duración:
115 min
País:
Marruecos, Francia, Túnez, Bélgica
Director:
Nabil Ayouch
Reparto:
Abdelhakim Rachi, Hamza Souidek, Abdelilah Rachid, Ahmed El Idrissi Amrani, Achfar Afir, Zouhair Sabri, Said El-Alami
Distribuidora:
Wanda Visión


Actualmente ver el telediario y que no aparezca una noticia relacionada con el terrorismo es una utopía. Resultaría muy sencillo criminalizar automáticamente todo aquello que lleva escrito “muerte” en la etiqueta, pero nada en el mundo es tan sencillo como para poder catalogarlo sin tener conocimiento sobre ello. Por eso hay que hacer un esfuerzo por saber qué ocurre, cuál es el contexto en el que se gestan y suceden esos terroríficos eventos, ya que esa es la vía para poder comprender su existencia. Los caballos de Dios se mueve en ese entorno, por lo que su director juega con fuego al meterse en ese problemático terreno.


No es una película sobre el terrorismo, lo cual la hace más humana al no quedar los protagonistas encasillados en esa categoría desde el comienzo. Sin embargo, avanzamos a lo largo de la vida de estos jóvenes, compartimos con ellos sus momentos clave, desde la infancia hasta su madurez frustrada por una sociedad que no puede avanzar. La cinta transcurre en un poblado marroquí en el que los niños no pueden tener más aspiraciones en la vida que un fugaz deseo de ser futbolistas profesionales, pero los sueños echan a volar dejándoles a ellos en el suelo. Es un lugar que vive los cambios del resto del mundo –como se puede apreciar por la atención a las noticias al otro lado del océano-, pero en el que la vida está sentenciada a un destino sin la esperanza de crecer.

Una vez que se nos muestran algunos sucesos traumáticos, algunos más justificados que otros, vamos tratando de comprender lo que sería abandonar el abanico de posibilidades que nos ofrece nuestra vida para ponernos en las sandalias de estos chicos. El amor también hace aparición, aunque tenga que ser de manera latente. Hay actos motivados por el amor hacia otra persona, pero ese deseo también queda aplastado sin remedio. Y cuando la religión entra en juego es cuando ese ofrecimiento de algo nuevo, de un futuro esperanzador, aunque no sea terrenal, marcará las decisiones de los protagonistas. Pero su mentalidad se ha ido modelando correctamente a lo largo de la película, de manera que cuando llega el momento de decantarse por formar parte de algo que levanta todo tipo de cuestiones, resulta comprensible la decisión tomada.


No hace falta compartir una opinión o respetar un acto para poder sentir empatía por unos personajes que trascienden a la vida real, ya que debe haber más jóvenes así de lo que nos podemos imaginar. Acorazados por fuera y frágiles y maleables por dentro, y cuando se consigue tomar el control interno de alguien, su futuro ya está sentenciado. Los caballos de Dios trata de mostrar ese camino por el que los personajes van asimilando lecciones de vida más complicadas de lo habitual, mientras llevan una vida convencional para el lugar en el que se encuentran. La monotonía en algún momento puede hacer mella en el ritmo de la película, pero lo importante es salir del cine dándote cuenta de que la humanidad prevalece a la demonización, que muchas veces se plantea como justificación a actos que son el mal de un mundo incapaz de comprenderse a sí mismo.


7/10

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