Título original:
E Agora? Lembra-me
Año:
2013
Fecha de estreno:
17 de abril de 2015
Duración:
164 min
País:
Portugal
Director:
Joaquim Pinto
Reparto:
Documental, Joaquim Pinto, Nuno Leonel
Distribuidora:
Márgenes
No es que a Joaquim Pinto le hayan
entrado ansias megalomaníacas, de repente, de ser recordado. Sus
motivos no son nada egocéntricos. Se le acaba el tiempo. Desde hace
casi veinte años convive con el SIDA y la Hepatitis C. Este E
Agora? Lembra-me, su documental
autobiográfico, recoge su resistencia al olvido como seña de
identidad, como una película gracias a la cual se recordará su
lucha contra la muerte, contra la dureza de sobrevivir tantos años
aferrándose al amor por su marido, por sus perros, por el cine. Y
qué mejor que utilizar el cine como medio para la eternidad.
Joaquim Pinto es un sonidista con una longeva trayectoria cinematográfica. Entre sus trabajos se encuentran colaboraciones con directores como Raoul Ruiz, Manoel de Oliveira o André Techiné. Cinéfilo empedernido, empapándose de conocimientos leyendo o viendo películas, ese amor por el cine se transmite en este documental. Porque aunque Pinto haya grabado este video-diario sólo durante un año de su agresivo tratamiento, en él se desviste para que conozcamos su lado más íntimo desde la apertura cultural que supuso en los 70 el fin de la dictadura portuguesa, a cómo de lejana se veía esa enfermedad que estaba matando homosexuales en América hasta que en 1995 el propio Pinto experimentó los primeros síntomas de la enfermedad haciendo caso omiso de ellos porque no existía cura. En 1997 fue finalmente diagnosticado y comenzó su andadura en el submundo de los tratamientos experimentales.
E Agora? posee una fuerza reflexiva desde ese enfoque interior del viaje al corazón de un enfermo. Los continuos dolores requieren de una fuerte medicación que el propio Pinto reconoce que le anula la voluntad y mantenerse vivo es un esfuerzo constante, depresivo. Incluso le está afectando a la memoria. Quizá algún día sea incapaz de recordar quién es. Por eso, este documental adquiere un cariz necesario ante el compromiso de mostrarle al mundo la experiencia de convivir con tal enfermedad. Una tristeza insondable inunda los primeros planos de Joaquin Pinto, acompañados de una música melancólica o bien de silencios punzantes. Pinto aparece casi siempre sentado o tumbado, por su debilitada salud. En post-producción han jugado con el sostenimiento de planos largos para traspasar esa decadencia física. Y la monótona voz en off del propio Pinto como narrador del documental, es síntoma de su cansancio emocional.
La vida de Pinto, como rezan la primera y la
última escena del documental, quizá no tenga nada de particular y se
asemeje a la de esos insectos a los que graba como metáfora de la
insignificancia de la vida humana. Y eso le da la excusa para, durante parte de su largo metraje, ponerse en modo filosófico y reflexionar sobre aspectos sociales, económicos y culturales (España está muy presente pues viajaba mucho a Madrid para sus tratamientos). Asimismo, imágenes del origen del virus, de investigaciones en laboratorios conviven con otras de la cotidianidad de Pinto: su marido, sus amigos, sus perros, el campo. Precisamente Nuno, su marido, le ha ayudado a confeccionar la película en aspectos de montaje, fotografía y sonido. Nuno en principio se negó a aparecer en la película pero acabó accediendo, eso sí, sin hablar a la cámara.
Este conmovedor monólogo intimista realizado desde la desnudez de un corazón maltrecho tiene un matiz optimista. Pinto aún tiene ilusión por vivir a pesar de la ineficacia de los tratamientos contra esas dos enfermedades víricas que co-existen en su organismo como así demuestra, entre otras cosas, la correspondencia con una amiga también enferma a quien anima a que sigan viviendo, a desafiar las estadísticas. El SIDA, en pleno siglo XXI, es ya una enfermedad olvidada, muy pasada de moda. El director despierta una conciencia en torno a ella. ¿Y ahora? No la olvidemos. No le olvidemos.
7/10
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