Título original:
Queen and Country
Año:
2014
Fecha de estreno:
11 de septiembre de 2015
Duración:
114 min
País:
Reino Unido
Director:
John Boorman
Reparto:
Callum Turner, Caleb Landry Jones, David Thewlis, Richard E. Grant, Tamsin Egerton, Vanessa Kirby
Distribuidora:
Good Films
En 1987, el director de
culto John Boorman, responsable de películas como Excalibur y Deliverance,
realizaba una de sus obras más reconocidas y recordadas (Esperanza y Gloria) en
la que, en clave auto-biográfica, retrataba un mundo infantil moldeado por la segunda
guerra mundial y a un Reino Unido oculto, que mutaba por la experiencia del conflicto
bélico. Veintisiete años después, y casi a modo de testamento cinematográfico,
Boorman volvió a ese peculiar universo que nos conquistara en el pasado, para intentar
darle una despedida a la altura a la familia Rohan sin dejar de lado el
compromiso con la realidad histórica del país.
Si uno podía señalar
en Esperanza y Gloria ese típico sentimentalismo, que roza peligrosamente la
pornografía sentimental, casi siempre presente en los dramas bélicos de este
tipo, bien lo podía dejar de lado a la hora de admirar el nivel de un puesta en
escena prodigiosa y la naturalidad con la que los personajes (sobre todo los
niños) nos mostraban ese pueblito que vivía al borde del Armagedón, esperando que
finalmente una bomba perdida acabara con esa tan ficticia resistencia
nacionalista que les pedían los hombres de estado (“Ahora es patriota ser pobre”,
decía Grace Rohan). No podemos decir lo mismo lamentablemente de la secuela,
donde un Boorman menos enérgico y
rompedor se entrega al piloto automático muchas veces, si bien hay destellos de
su buen hacer, y abandona por completo cualquier atisbo de personalidad de su
dirección, para dedicarse por completo a lo que su película quiere referenciar.
Para pena de los que amamos la primera parte, esos errores que dejamos pasar en
el ayer, hoy no se terminan de perdonar, pues el sentimentalismo y el trazo
grueso se suma ahora a una dirección aburrida y a una sensación de que todo es
impostado, preparado no solo para una reacción sentimental sino para la
intelectual, pues los personajes acaban muchas veces masticando el mensaje al
espectador de una manera demasiado evidente.
Reina y Patria es, el
plano conceptual, una derivación casi natural de Esperanza y Gloria. A finales
de los 80, veíamos en ese pueblo la transformación de la sociedad en algo
distinto, cómo la defensa de la tradición y el orgullo de la patria inglesa derivaban
en la socavación de esos valores añejos, pariendo una sociedad cuyo miedo a la
muerte la volvía más liberal y desatada. Reina y Patria avanza en el tiempo
mostrando como la institución del ejército británico conservó esos valores de
antaño, detenida en el tiempo y convirtiéndose en una parodia de ese fascismo
al que combatieron y exportándolo religiosamente a la Guerra de Corea. Sin embargo, mientras las reflexiones sobre la primera
película las he hecho yo solito basándome en lo que la obra me ha mostrado,
lo que he dicho de Reina y Patria me los han recitado los personajes y más de
una vez desgraciadamente. En Reina y Patria hay demasiado interés en que te
aprendas la lección.
Uno de los problemas
más destacados que tiene la cinta es el frenetismo de la edición en los
primeros minutos que no hace casi transiciones entre escena y escena. La
película no tiene un inicio, pues dice hola e inmediatamente nos mete en la
acción, lo cual de entrada golpea fuerte en la psiquis de aquellos que esperábamos
que nos construyan el ambiente en que ocurriría la película como lo había hecho
su joya de los ochenta. Es cierto que pronto esa forma de montar las escenas se
convierte en una buena elección, pues es una buena forma de mostrar las
vicisitudes que Bill Rohan en su día a día como recluta, abordada desde la comedia y diría casi desde
la caricatura. Cuando nos damos cuenta, el segundo acto de la cinta calma su
frenetismo y da para pensar que realmente no tenían filmada una introducción y
tuvieron que hacerla rápido y a último momento.
Boorman no se cortará
al traernos recuerdos de Esperanza y Gloria, ni tampoco cientos de referencias
cinéfilas explícitas con la que quizá esté diciendo adiós a la profesión que
tanto amó. Por ese sentimiento que impregna la cinta, por el buen humor que
transmite más allá de la evidente melancolía que transpira, es que Reina y
Patria es una película que se deja ver, sin embargo el espectador no deberá
esperar más que un drama liviano, con una trama que remite demasiado a un telefilm
básico y que probablemente sólo le remita el beneficio de dejarlo con ganas de
repetir o visitar la otra gran obra del maestro Boorman.
4/10
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