Ha pasado mucho tiempo desde el último capítulo de la serie Modern Family (mayo) y ya era hora de que la comedia reina de los últimos años vuelva a las pantallas. Lo hace con un capítulo muy interesante que sigue donde nos dejó el anterior, pero que avanza algunos meses hasta llegar al final del verano. ¡Alerta spoiler!
Cuando Haley se entera de que sus sentimientos por Andy son recíprocos, corre junto a su madre a la playa, donde el joven va a declarase a su novia, Beth. Aunque ambas llegan a tiempo, Claire ve necesario pensar un poco más las cosas: ¿va a romper una pareja solo por un capricho, por un par de meses de relación? Andy va en serio, y lo demuestra. Antes de actuar, Haley ve como el chaval inca pierna en el suelo y le pide matrimonio a Beth, quien acepta encantada.
Después de semejante desenlace, Haley se apaga y es su madre la que está con ella y trata de levantarle el ánimo. Aquello no pasa desapercibido para Phil, quien se da cuenta de cómo Claire a recuperado a su hija y lo mucho que le gusta aquella situación. Con tal de aumentar su moral, su padre invita a parte de la familia a ver una película (El nuevo exótico Hotel Marigold, la cual de paso recomiendo). En el centro comercial se topan con Dylan, que en su función de clavo-que-saca-a-otro-clavo termina con Haley, otra vez.
Claire se da cuenta de que vuelve a tener metido en casa a Dylan, y se pregunta junto a su marido qué hubiese pasado si no hubiese parado a su hija aquel día en la playa. La conversación entre ambos es escuchada por Andy, que se da cuenta de que Haley sentía lo mismo por él. El joven empieza a comer compulsivamente y engorda en plan Eddie Murphy en Norbit. La historia se repite cuando Haley escucha a sus padres echarse la culpa de ese aumento de peso cuando les escuchó hablar sobre las intenciones de su hija.
Aunque finalmente ambos se sientan a hablar sobre sus sentimientos, Andy se pone a la defensiva sacando a relucir su compromiso, mientras Haley se presenta como la causante de su prominente gordura. Ambos terminan mal y desaparecen de escena enfadados. ¿Harán algo los Dunphy para reconciliar a la pareja?
Tucker-Pritchett
Mitchell no tiene trabajo, lo cual le agobia bastante. Las facturas de acumulan, se han terminando comprando el piso de arriba y solo pueden contar con el sueldo de Cam. Su marido, sin embargo, le anima a disfrutar de este periodo de libertad: siempre ha querido pintar, ¿por qué no dedicarse a ello por un tiempo? Aunque Mitchell acepta el reto, el problema es que le encanta y le dedica más horas de las que a Cam le hubiese gustado.
Harto de tener que tirar de la familia solo con más de un trabajo, se le ocurre contactar con Charlie, el antiguo jefe de Mitch. Si consiguiese que le contrate, Cam podría volver a tener más tiempo para sí mismo. Pero no le funciona demasiado: Charlie queda encantado con el nuevo rumbo en la vida de Mitchell, e incluso se muestra envidioso por sus nuevos quehaceres.
Por suerte para él, su suegro Jay va al rescate y habla con su hijo sobre esa crisis vital que le acecha. Mitch se sincera con él y le cuenta que sabe que pinta fatal, pero que solo buscaba algo para sentirse mejor.
Pritchett
En casa de Jay, va siendo hora de que Joe vaya a la guardería-colegio. Lo que pasa es que ninguno de los padres se pone de acuerdo con el otro sobre el tipo de enseñanza que le quieren inculcar: mientras Jay quiere ir a un sitio pijo repleto de hijos de famosos, Gloria aboga por algo más rural, con sus gallinas sueltas y todo.
Joe tiene un pequeño problema con una de las gallinas (que termina para caldo, parece ser) y, como en el colegio pijo la lista de espera para entrar es larga, Jay decide donar al lugar algunos armarios para que así Joe pueda escalar algunos puestos en ella. El problema es que un niño queda atrapado en uno de los armarios y el colegio termina denunciando a Jay por lo ocurrido. Parece que Joe se las tendrá que apañar en casa una temporada más.
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