Si hablo de Kim Cattrall seguramente muy pocos sepan de quién estoy hablando. Pero puede que la cosa cambie si menciono el papel que la llevó a la fama. Encarnar a la incandescente Samantha Jones en la fábula que conforma Sexo en Nueva York supuso para Cattrall un empujón de gigante en su carrera y en su vida en general.
De 1998 a 2004, Kim encarnó a la ligera de prejuicios Samantha con maestría (cinco nominaciones a los Emmy, cuatro a los Globos de Oro), repitiendo en las dos películas que germinaron de la mítica serie, denostada por unos, amada complacientemente por tantos otros. Es probable que aquel papel tan marcado y descarado, precisamente, haga que el nuevo proyecto de Cattrall resulte al tiempo tan relevante como revelador.
Porque el tiempo pasa y sobre ese paso trata su nueva serie, Sensitive Skin. Kim retoma su andadura con HBO, esta vez en Canadá, para dar vida a Davina, una mujer cansada. Cansada de su marido Al (Don McKellar, además director de la serie), volcado en su trabajo y en su incipiente hipocondría; cansada de su hijo Orlando (Nicolas Wright), quien les culpa de ser estéril; y cansada de su nuevo apartamento de diseño, tan blanco y vacío como su propia vida.
A la plantilla de personajes se suman Veronica (Joanna Gleason), hermana de Davina, y Roger (Colm Feore), su exitoso marido. También cabe mencionar la presencia de Greg (Marc-André Grondin), que subido a su moto hará a Davina plantearse muchas cosas. Por supuesto, todos ellos se encargan de hacer la existencia de la protagonista más complicada o, al menos, un poco menos cómoda.
En la primera temporada, de tan solo seis episodios, nos encontramos con una Davina derrotada y preocupada por su edad y por su tiempo, que pasa del trabajo (galerista) a casa, y viceversa. La serie, adaptación de otra inglesa de mismo nombre creada por Hugo Blick, retrata esta vida de su protagonista desde un tono de comedia negra que le otorga un toque especial.
Davina se pregunta constantemente qué está haciendo con su matrimonio, con su vida, con ese joven que la pretende. Y siempre recibe contestación: una momia, un recién fallecido o ella misma, desde fuera, como si hablase con una completa desconocida. Sin duda se nota la mano del cómico Bob Martin, encargado del guión.
Sensitive Skin no es una serie al uso. Y puede llegar a costar en tan solo seis capítulos hacerse valer como se merece. La figura de Davina, tan distinta de aquella Samantha, pero que no deja de parecer un transito natural de ella, supone la cara opuesta al glamour y desenfreno de la señora de cincuenta de aquella ciudad de Nueva York.
La segunda temporada de Sensitive Skin ya ha terminado su rodaje, lo que hace suponer que la serie volverá en breve. No esperes reir a carcajadas ni llorar desconsolado, Sensitive Skin no trata sobre nada de eso. El tiempo es el protagonista, y solo lo reconocemos en Davina y los efectos que su paso refleja en su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario