Título original:
En chance til (A second chance)
Año:
2014
Fecha de estreno:
11 de Septiembre de 2015
Duración:
105 min
País:
Dinamarca
Director:
Susanne Bier
Reparto:
Nikolaj Coster-Waldau, Ulrich Thomsen, Maria Bonnevie, Nikolaj Lie Kaas, Lykke May Andersen
Distribuidora:
Golem
Hay
directores a los que conseguir un Oscar, más que un favor, parece
una maldición, y Susanne Bier podría ser una de ellas. Tras
películas como Te quiero para siempre, Hermanos o
Después de la boda, fue con En un mundo mejor cuando
en la gala de 2011 la Academia de Hollywood premiaba a la directora
danesa con su estatuilla. Y, desde entonces, sus proyectos no han
tenido el mismo empaque. Ni Amor es todo lo que necesitas ni
Serena consiguieron levantar pasiones, y Una segunda
oportunidad tampoco está destinada a ello.
La
película presenta la frágil línea entre el bien y el mal y lo
fácil que es pensarse mejor que los demás. Se nos presentan a dos
familias, una la formada por un policía (Nikolaj Coster-Waldau,
visto en El vigilante nocturno y en Juego
de tronos) y su mujer; y otra por un yonki maltratador
(Nikolaj Lie Kaas, visto recientemente en Misericordia
y Profanación)
y su pareja. Ambas tienen un bebé. Cuando el policía registre la
casa de Tristan y Senna y descubra a su bebé en un armario, lleno de
sus excrementos, su ideal sobre la justicia se verá alterado.
El
problema principal que le veo a Una segunda oportunidad es que
hay poco riesgo en la narración, la historia pide algo más turbio,
que nos sumerja en lodazales mentales, para que las reflexiones que
nos hagamos durante y tras el visionado no sean insustanciales. Pero
aquí todo está muy manido y hasta estudiado que se siente poco
veraz, por lo que no conmueve como debiera.
Incluso
tenemos a un personaje, el amigo de Simon, el policía, protagonizado
por Ulrich Thomsen que no sé muy bien qué aporta a la trama, le
falta más desarrollo.
No
hablamos de una mala película, pero sí de un drama (más que un
thriller, la verdad) poco inspirado e inspirador, que nos intenta
conducir a una reflexión a la que se le ven las costuras del guión,
que no fluye de forma natural como sería lo normal. Al menos no se
hace pesada, por lo que podría servir perfectamente como un
entretenimiento pasajero, a pesar de que las intenciones de Bier sean
otras y de que la interpretación de Nicolaj Coster-Waldau esté por
encima de la película en sí misma.
5,5/10
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