Hitman: Agent 47
Año:
2015
Fecha de estreno:
2 de Octubre de 2015
Duración:
96 min
País:
Estados Unidos
Director:
Aleksander Bach
Reparto:
Rupert Friend, Zachary Quinto, Hannah Ware, Ciarán Hinds, Thomas Kretschmann, Emilio Rivera, Dan Bakkedahl
Distribuidora:
Fox
Los estudios de cine son capaces de adaptar cualquier cosa imaginable que pueda generar algún mínimo beneficio, así que no es ninguna sorpresa que desde hace años los videojuegos hayan cruzado las fronteras de los televisores domésticos para aterrizar en la gran pantalla. Pero como ya nos hemos dado cuenta a estas alturas, el resultado suele ser mediocre. El atractivo de estas realidades virtuales radica en hacer parte activa al jugador, porque no se trata de un espectador, sino de alguien integrado en el producto, de quien depende que la historia avance o no. Esa interacción se pierde en su paso a la gran pantalla. Para tratar de salvar esa considerable carencia, los guiones están plagados de acción a raudales para tratar de imitar el aspecto en el que se inspiran, pero el habitual fracaso viene dado porque no se dota de personalidad a las películas, sino que simplemente se suceden explosiones y tiroteos. Cuando tú manejas el mando no importa que la narrativa pueda ser algo simple, aunque cada vez más videojuegos trazan tramas más complejas que las del cine, pero cuando te sientas en una sala para ver una película el entretenimiento menos activo lleva a estar deseando poder controlar a los personajes para acabar con tantas decisiones erróneas. Y Hitman: Agente 47 no iba a ser menos en la tendencia de adaptaciones fallidas.
Este segundo intento de llevar al implacable asesino marcado con un código de barras en la nuca está a la misma altura que la cinta de 2007 dirigida por Xavier Gens. Y eso no es ningún elogio. La versión protagonizada por Timothy Olyphant pecaba de desbocarse con facilidad, lo cual podría haber sido una cualidad si no se les hubiera escapado de las manos con fantasmadas constantes. En esta ocasión nos encontramos con una presentación y un aspecto que invitan a pensar que la propuesta es más seria y adulta, pero a medida que avanza el metraje se va cayendo la máscara de la credibilidad. Las incoherencias empiezan a bailar por la pantalla y los párrafos del guión de una manera abrumadora, llegando a pensar en cada escena que si hubieran hecho algo ligeramente diferente las complicaciones se resolverían en un suspiro. Además de la capa subcutánea de titanio del personaje de Zachary Quinto… Hasta cierto punto estas exageraciones que buscan entrar por los ojos se pueden asimilar si estás entretenido y pasan desapercibidas, pero no es así, por lo que aquellos que no sean seguidores de la acción injustificada pasarán por una dilatada visita al cine con Hitman: Agente 47.
Este segundo intento de llevar al implacable asesino marcado con un código de barras en la nuca está a la misma altura que la cinta de 2007 dirigida por Xavier Gens. Y eso no es ningún elogio. La versión protagonizada por Timothy Olyphant pecaba de desbocarse con facilidad, lo cual podría haber sido una cualidad si no se les hubiera escapado de las manos con fantasmadas constantes. En esta ocasión nos encontramos con una presentación y un aspecto que invitan a pensar que la propuesta es más seria y adulta, pero a medida que avanza el metraje se va cayendo la máscara de la credibilidad. Las incoherencias empiezan a bailar por la pantalla y los párrafos del guión de una manera abrumadora, llegando a pensar en cada escena que si hubieran hecho algo ligeramente diferente las complicaciones se resolverían en un suspiro. Además de la capa subcutánea de titanio del personaje de Zachary Quinto… Hasta cierto punto estas exageraciones que buscan entrar por los ojos se pueden asimilar si estás entretenido y pasan desapercibidas, pero no es así, por lo que aquellos que no sean seguidores de la acción injustificada pasarán por una dilatada visita al cine con Hitman: Agente 47.
Hay que reconocer la dificultad de llevar a un personaje como el Agente 47 al cine. Es un antihéroe con el que resulta prácticamente imposible empatizar, debido a su falta de carisma, humor o emociones a primera vista. Algunas de esas virtudes se desarrollan de manera muy ligera en la cinta, pero no de manera suficiente como para que el personaje atraiga al espectador. Por eso la historia centra mucha atención en Katia, el personaje de Hannah Ware, que es la clave para desenmarañar una trama inconsistente. De esta manera se intenta dotar de una profundidad emocional a la película, con el bagaje de ella, que está relacionado con el del Agente, pero otorgarle tanto protagonismo a Katia es una decisión contraproducente, ya que las intervenciones del asesino acaban relegadas a un segundo plano. Rupert Friend ejecuta una interpretación más convincente del personaje titular que Olyphant, algo de lo que no habría que echarle culpa a este último, más a un guión muy cuestionable. La misma lacra mella la labor de Friend, que se vuelve redundante por momentos y no parece evolucionar.
Los amantes de la acción pueden salir con una sonrisa del cine tras ver Hitman: Agente 47, ya que las secuencias están realizadas de manera que impresionen con facilidad. Con las persecuciones, el villano terriblemente malo y la fina puntería del protagonista pertinentes, pero no hay que rascar mucho para ver que esta película no aporta nada nuevo, algo que ya se sabía desde el momento en el que guión aterrizó en la mesa de un productor. Pero al menos esperemos que sirva de aviso para pensar mejor a qué proyectos se da prioridad. No va a ocurrir, pero siempre podemos soñar.
3/10
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