Título original:
Die Andere Heimat - Chronik einer Sehnsucht
Año:
2013
Fecha de estreno:
18 de Septiembre de 2015
Duración:
230 min
País:
Alemania
Director:
Edgar Reitz
Reparto:
Jan Dieter Schneider, Antonia Bill, Maximilian Scheidt, Marita Breuer, Rüdiger Kriese, Philine Lembeck, Mélanie Fouché
Distribuidora:
Surtsey Films
El
año pasado, con el estreno de Oh
boy,
ya hablé un poco de ese movimiento llamado 'Nuevo cine alemán' que
26 directores firmaron un 28 de febrero de 1962 bajo el lema “Papas
Kino ist tot”(El cine de Papá ha muerto), el manifiesto de
Oberhausen, que recoge esta nueva tendencia artística en el cine
alemán. Si bien Fassbinder sería el cineasta más icónico de dicho
movimiento (y por ello su muerte significó también la muerte del
movimiento), fueron Alexander Kluge y Edgar Reitz los grandes
precursores. Sus nombres no han conseguido la fama de Fassbinder
quizás, no al menos en España, pero sus obras hablan por ellos. Es
curioso, pues Fassbinder murió en 1982 y Reitz no consiguió
verdadera fama hasta 1984 con su serie de culto Heimat,
aunque ambos pertenezcan al mismo movimiento.
Hoy
Edgar Reitz tiene ya 82 años, pero eso no le ha impedido estrenar
una precuela de su serie Heimat, reconocida mundialmente tanto
por medios como la revista Empire, la BBC o Chanel 4 o directores tan
prestigiosos como Kubrick o David Simon (The Wire). Hemiat-
La otra tierra alude a aquella otra Alemania, la del siglo XIX,
que lejos de ser la actual potencia rica que acoge innumerables
inmigrantes, estaba bajo el Imperio Alemán, en lo que se denomina
Prusia. Un lugar nada idílico para los habitantes del pueblo de
Schabbach, lugar ficticio que utiliza el director para situarnos en
las zonas rurales de las Hunsrück, dando protagonismo así a las
familias humildes para contar sus vidas, lo que en definitiva forma
parte de la historia pasada de Alemania.
Precisamente
en los años previos a 1900, a muchos habitantes de las Hunsrück (de
las que el director es originario) les rondaba por la cabeza el
buscar mejor fortuna en Sudamérica, del que todo sonaba exótico y
prometedor. La realidad era otra, pero eso los humildes aldeanos lo
desconocían y cuando lo que te rodea no es más que hambruna,
pobreza y despotismo, la mente busca inquietamente lugares en los que
refugiarse. Así que Sudamérica representaba el paraíso para ellos.
La película centra su mirada en la familia Simon (los que bien
podrían ser los antepasados de la familia Simon de la serie),
cobrando gran protagonismo el hijo menor, Jakob, de inquietudes más
culturales y por las cuales suele estar en conflicto con su padre,
herrero. La mayoría de actores provienen del teatro, incluso algunos
no eran actores previamente, como es el caso de Jan Dieter Schneider
(Jakob) que curiosamente tenía un brevísimo papel en la serie
Heimat III, pero no llegó al montaje final. Por aquel entonces tenía
11 años. Quizás la más conocida sea Marita Breuer (Margarethe, la
made de Jakob) quien hiciera de María Simon en la serie original de
Heimat, uno de los personajes principales. Todos los
personajes se sienten únicos y auténticos, integrados a la
perfección con el ambiente y la historia a la que pertenecen.
'Heimat',
que en alemán según el contexto puede significar patria, pero
también casa u hogar; como título juega también con la ironía del
género alemán conocido como los “heimatfilms”, películas
populares en Alemania en los años 50 caracterizadas por sus entornos
rurales, un tono romántico y una moralidad simplista, reivindicando
las tradiciones y costumbres alemanas e ignorando así toda
problemática actual de la sociedad, la amoralidad de la burguesía,
el postnazismo o el devenir de la juventud desencantada. Películas
justamente contra las que el nuevo cine alemán se posicionaba, en
búsqueda de un cine más crítico a la par que artístico. Este
nuevo Heimat
de
Edgar Ruitz
sigue aquella herencia, levantándose colosalmente tras cuatro años
de rodaje y recreación de un pueblo y entorno olvidado
prácticamente. Un ejercicio que me recuerda a Qué
difícil es ser un Dios
de Aleksei German, ambas estrenadas en 2013 y curiosamente traídas a
España durante este año. Les une la misma ambición, dos proyectos
inmensos, solo que quizás este Heimat
sea menos doloroso para el ojo y estómago del espectador que la obra
rusa, pero ambas se encuentran cinceladas por la mano de un artista
hasta el más mínimo detalle. Son proyectos como estos, a los que ya
no estamos acostumbrados los que dan sentido al llamar al cine
séptimo arte. Todo está milimetrado, todo encaja, todo brilla.
Es
tan perfecta que incluso no requiere conocer previamente la serie
para disfrutar la película, pero que seguro conduce a muchos
espectadores a descubrirla. Al igual que en los distintos episodios
que conforman la trilogía Heimat televisiva, también se ha
optado por el inmaculado blanco y negro para la exquisita fotografía,
coloreando tan sólo detalles, elementos destacados que aportan
especial significado para los protagonistas.
Su duración (230 min.
partidos en dos partes con un descanso de 5 min. al modo clásico de
las grandes superproducciones hollywoodienses) quizás sea el mayor
lastre para el espectador actual, no acostumbrado a estar más de dos
horas quieto y sin mirar el móvil, pero te sumerge tan de lleno en
la historia y te transporta con tal atino a otra época que la
experiencia merece ser vivida. Además, pese a tomarse su tiempo
presentando personajes, no adolece de un ritmo particularmente lento
o contemplativo, consigue el ritmo justo para recrearse sin que se
note, para que interiorices y hagas tuyos las vivencias de Jakob y
Jettchen. Porque sí, también podría decirse que Heimat – Al
otro lado es en esencia la historia de amor de dos protagonistas,
pero sería pecar de simplistas, es mucho más. Sabe conjugar lo
mejor del cine de antaño, recordando la esencia de Lo que el
viento se llevó o Novecento, pero sin, en realidad,
parecerse a ellas. Sólo su esencia, lo que las hace grandiosas, que
no es sólo su duración, sino lo majestuoso del proyecto y las
grandes emociones que proporciona al espectador durante su visionado.
Supongo que el estar rodada en Cinemascope ayuda a ese halo nostálgico cinéfilo de antaño. Artísticamente es una pasada, para estudiar la composición, la
escenografía, los juegos de luces y sombras o incluso la banda sonora, ejemplo ideal de cómo debe
integrarse en la narración sin sobreponerse a ella, sin “comérsela”.
Pero es que, a su vez, puede servir perfectamente como lección
histórica, por la fidelidad y estupenda recreación que hace de una
aldea alemana de la época, sin olvidar ciertas perlitas entre sus diálogos, como Las religiones han sido inventadas por el diablo para sembrar la discordia entre los hombres.
Tan
sólo puedo decirte que si tienes oportunidad, no la dejes escapar,
que posiblemente no verás nada igual en cines este año.
9/10
Estupenda crítica, he pensado en no perdérmela pero como se suele decir mi gozo en un pozo porque aquí no se ha estrenado.
ResponderEliminarYa se puede encontrar en DVD. No es pantalla grande, pero menos da una piedra...
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