Título original:
A Girl Walks Home Alone at NightAño:
2014
Fecha de estreno:
4 de Agosto de 2015
Duración:
100 min
País:
Estados Unidos
Director:
Ana Lily Armirpour
Reparto:
Sheila Vand, Arash Marandi, Dominic Rains, Marshall Manesh, Mozhan Marnò, Milad Eghbali
Distribuidora:
La Aventura Audiovisual
Bad City hace honor a su nombre: es una mala ciudad. En
alguna parte de un Irán (?) demacrado, casi post-apocalíptico, se alza una
amalgama humana en cuyo seno caminan seres de toda índole y naturaleza pero que
comparten unos cuantos rasgos que los hace similares: todos marginales, ninguna
parece tener un futuro ni estar habilitado a pensar en un mañana mejor, todos
condenados a repetirse hasta la muerte. En Bad city, una
gran fosa común se alimenta de cadáveres día a día ante la impasible mirada de
quienes allí viven, pues la muerte no hace diferencia en esta mala ciudad: todos están muertos de todas formas en Bad City. Este es el escenario y punto de
partida para la ópera prima de Ana Lily
Amirpour, obra destinada a romper estéticamente con todo lo que conocíamos como
cine iraní hasta ahora (aunque vale aclarar que la producción no es de origen iraní y ni siquiera está filmada en Irán).
Arash es un joven
soñador, es quien rompe la regla número uno de Bad City, y por ello es
premiado constantemente con frustración. Quiere resaltar (y resaltar en Bad
City puede entenderse como ser reconocido como un distribuidor de drogas),
quiere mejorar su posición, ayudar al adicto de su padre, etc. El padre de Arash es el
ciudadano tipo del lugar, está atrapado en su pasado y la heroína lo ayuda a
sobrellevar sus penas; su camino inexorable hasta la muerte está prácticamente
sellado y no tiene ninguna intención de abandonarlo. Atti, la prostituta, sufre
los males conocidos de su profesión y su resignación ante el presente sólo es
superado por el miedo que le tiene a la sola idea de pensar en algo mejor. Saeed,
el vendedor de drogas y matón, representa el ejemplo de mayor superación a la
que cualquier persona de esta ciudad puede soñar, pero su “reinado” se basa en
la violencia y el terror, pues en Bad City no podíamos esperar otra cosa. A
resumidas cuentas y a falta de algún que otro pintoresco personaje más, esta es
la fauna que se mueve por la ciudad; sin embargo hay algo más.
En la oscuridad de la noche, una criatura extraña se mueve
sigilosa. Desde la sombra, acecha, amenaza, persigue y mata. Bajo la dulce
mirada de una joven perdida, se oculta un peligroso vampiro, condenado a rondar
por las noches en busca de alimento. Podríamos pensar que ha encontrado en Bad
City un lugar perfecto para comer hasta saciarse, pero lo cierto es que esta
muchacha (espectacular Sheila Vand) no es otra cosa que un ejemplar más de la
ciudad. Ella también está atada, también añora unos tiempos que pasaron,
tampoco se atreve a pensar en un futuro diferente. No sabemos nada de ella,
aunque su prenda característica, y obligatoria a la hora de salir, (un velo
típico para las mujeres de Medio Oriente) y la
naturaleza de sus ataques y sus víctimas, alude a una incontestable venganza de
género.
En el más incongruente y hasta ridículo de los encuentros,
Arash y la mujer vampiro encontrarán lo más parecido al amor y ello los llevará
al sufrimiento que implica dejar sus prisiones interiores (y exteriores) para
lograr la felicidad. Claro que Amirpour no te lo cuenta de forma convencional, y si bien puede recurrir a alguna que otra obviedad, en general la directora aprovechará los silencios, el lenguaje corporal y los planos simbólicos para acercarnos al sufrimiento de los protagonistas. Bad City no es lugar para declaraciones verbales de principios, sin embargo el afán libertario queda mejor explicado con un baile solitario al son de un viejo disco y un automóvil perdiéndose en la oscuridad es imagen más que suficiente para entender si esas cadenas lograrán romperse o no al final de la noche.
La obra de Amirpour es cine pequeño, mínimo y hermoso. Su
ambiciosa factura técnica no nubla la visión de autor de una directora que
nunca pierde el foco y sabe siempre a dónde apunta. La originalidad de esta
película no viene del capricho sino del sentir, no es una imposición sino una
necesidad; es un lenguaje, el único a partir del cual sus personajes podrían
hablar. Es necesario remarcar estas cualidades cuando uno viene de escribir
sobre películas como Papusza, donde el virtuosismo técnico depende más del
afuera que del adentro y se termina devorando lo que se quiere narrar. “Una
chica vuelve a casa sola de noche” es buen ejemplo del verdadero cine de autor,
de ese cine que realmente responde a las necesidades de la expresión de su
creador y no piensa tanto en el festival al que va ir ni a los premios que
puede rascar. Y esa debería ser razón más que suficiente para darle una
oportunidad a uno de los mejores estrenos del año.
7,5/10
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