My Bakery in Brooklyn
Año:
2016
Fecha de estreno:
1 de Julio de 2016
Duración:
100 min
País:
España, Estados Unidos
Director:
Gustavo Ron
Reparto:
Aimee Teegarden, Linda Lavin, Griffin Newman, Aitor Luna, Ward Horton, Blanca Suárez, Ernie Sabella, Enrique Arce
Distribuidora:
Alfa Pictures
En un mundo en el que la bollería es cada vez más rechazada por los defensores de una sana nutrición, resulta sorprendente que no haya una corriente de repulsión similar hacia las películas que tienen el mismo sabor homogéneo e industrial que esos croissants congelados que aparecen en Mi panadería en Brooklyn. Esos dulces de origen galo reflejan nítidamente el espíritu de la nueva película de Gustavo Ron, que puede endulzar el paladar de forma intermitente, pero que no tiene ni la personalidad ni el carácter suficientes como para activar las papilas gustativas mínimamente exigentes. De manera que la artesanía culinaria que nos encontramos en esa panadería neoyorquina, donde se insiste en querer ofrecer algo nuevo, no se asemeja a la propia elaboración del film, que parte de una receta más propia de cualquier manido programa televisivo de cocina.
En este relato de dos primas que se ven “obligadas” a sacar adelante la panadería de su tía nos encontramos con ingredientes tan comunes como ese gran villano conocido como “banco cualquiera” y con el uso del amor como crema pastelera universal para rellenar. Se distinguen diversas subtramas en el largometraje, cargando el peso principal sobre el personaje interpretado por Aimee Teegarden, actriz que se dio a conocer con el drama televisivo Friday Night Lights, cuyas preocupaciones y conflictos no distan mucho de las que debían tener las animadoras del equipo de fútbol americano de aquella serie. El resto de personajes comparten la ligereza de esa joven que sueña con viajar a Europa para descubrirse a sí mima, ya que sus compañeros de vivencias no tienen una personalidad demasiado elaborada ni llegan a complementarse realmente en conjunto. Aunque sí que cabe destacar la lograda relación de amistad que se entabla entre Enrique Arce y Ernie Sabella. En cuanto al resto del componente español del reparto (para cubrir con la cuota de la coproducción), Blanca Suárez y Aitor Luna se defienden en el entorno anglosajón y no desentonan en ningún momento, aunque sus roles sean algo forzados, al menos en el caso de ella, perseguida por un encantador stalker, junto al que se sumerge en un breve intento de remake de Arsénico por compasión.
El encubrimiento con la excesiva banda sonora delata a Gustavo Ron, consciente de que el guión no aporta nada que no hayamos visto antes, pero como sucede a menudo con los estrenos, es el público el que asimila sin exigencias este tipo de productos de digestión más ágil e indolora, aunque insípida. Por lo que la futilidad de esta historia de individuos que entienden el amor -o lo que cada uno entienda por enamoramiento- como pauta de conducta suprema y que no tienen aparentes conflictos internos de mayor interés, resulta superficial. Pero precisamente si hay un adjetivo que nos describe como sociedad es precisamente ese, el derivado de la superficialidad. En definitiva, Mi panadería en Brooklyn es un producto tan liviano que no llega a posar los pies en el suelo que pisamos el resto de los humanos, pero esa evasión momentánea también puede convertirse en un atractivo, y la llevarán a ser un probable triunfo de las reposiciones televisivas.
4/10
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